CAPITULO UNO: LA MUDANZA

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-Dijiste que estaríamos juntos es esto, que lo lograríamos juntos, pero en vez de eso, fuiste un egoísta, me esperaba esto de cualquier persona, menos de ti, Hwang Hyunjin.

Un año y tres meses antes, Felix estaba volviendo a su casa desde el instituto, había terminado muy bien la semana, estaba muy feliz, pues, a ultima hora había estado practicando anatomía humana para mejorar su técnica para futuros dibujos, lo cual amaba. Y había obtenido una calificación de 9'2 en su examen de Historia del arte.

Llegó a su casa tras unos minutos caminando, aún no había nadie, pues sus padres estaban trabajando.

Echó un vistazo al frigorífico para ver que podía comer y se decidió por los macarrones que sobraron la noche anterior.

Felix solía comenzar a hacer los deberes los viernes, ya que normalmente tenía varios proyectos y no le gusta dejarlos para el último momento.

Pero ese día no le apetecía nada ponerse a hacer una redacción de 8 páginas sobre la vida de Georgia O'Keefle, y menos imitar una de sus obras.

Así que salió a pasear para despejarse un poco y encontrar inspiración para alguna de sus obras originales.

Al salir, pudo ver como el jardín de sus vecinos, el señor y la señora Davis, estaba repleto de cajas y muebles de gran tamaño, como un sofá y una estantería. Y al lado, ellos, contando cada una de las cajas y ayudando a meterlas en el camión.

Felix se acercó corriendo, y la señora Davis, una mujer que no aparentaba menos de 50, con pelo largo negro canoso y ojos caídos, sonrió al verle acercarse.

- ¿Qué es todo esto señora Davis? - Preguntó Felix, mirando alrededor, observando cada caja.

- Hay veces en las que la vida nos da la oportunidad de crecer, pero no de edad -Río- a mi eso no me hace falta. Verás... A Mason, mi marido, le han dado la oportunidad de trabajar en una empresa al otro lado de la ciudad. Le ofrecen mucho dinero, el perfecto para retirarse cuando cumpla los 65, que no le queda mucho. Así que nos marchamos, Felix.

-Os echaré muchísimo de menos- Dijo, apretando los labios con fuerza. Para Felix, el señor y la señora Davis eran más que unos simples vecinos, cuando era niño, eran ellos quienes le cuidaron hasta que sus padres llegaran de trabajar, así que eran, en cierto modo, como su segunda familia.

El señor Davis se acercó. Un hombre corpulento y robusto, con una barba encrespada que le llegaba hasta la mitad de su cuello. Miró a Felix como un padre orgulloso de su hijo y le dijo:
-Has crecido mucho...Has cambiado tanto... Es increíble como pasa el tiempo.

-Si lo es- Respondió Felix, antes de abrazarlos a ambos.
Sonó la bocina del camión, indicando que ya era hora de marcharse.
Se despidieron y la pareja de los Davis se subieron.

No se pudo contener las lagrimas al ver el camión alejándose cada vez más y más.

Volvió a su casa, recordando todos esos buenos momentos junto ellos.
Ya no le apetecía pasear, estaba seguro de que jamás encontraría a ningún vecino que le vaya a iluminar tanto la vida como ellos lo hicieron.

Al rato, escuchó las llaves siendo introducidas en la puerta, y esta misma siento abierta instantes después.

Sus padres habían llegado.

Felix se acercó a la puerta para darles la bienvenida y comentarles lo de los Davis.

Sus padres entraron, y tras darse un abrazo de bienvenida, Felix trató de hablar, pero su madre le quitó la palabra de la boca.

- ¿Te pudiste despedir de los señores Davis?

-Eso iba a decir yo, ¿Por qué no me avisasteis antes?

1. The artists neighborhood.《Hyunlix》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora