El Silbido

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Me encontraba en una especie de mi a abandonada, era fácil de identificar debido a los grandes pilares que se encontraban sosteniendo el gran peso de la tierra y arena.
No sabía como había llegado ahí, solo algunos indicios repartidos me dejaban más confundido y lucido.
A mi izquierda, un manto oscuro cubre totalmente el pasaje de ese lado de la mina, junto a mi, una libreta con el título "silba".
A mi derecha estaba un farol de queroseno que apenas podría luchar contra la abismal oscuridad que nos rodea.
La esposa que me tiene preso esta débilmente pegada a la pared, con algunos jalones y suerte pude liberarme, tomé la lámpara y empecé a silbar.
Corría y silbaba, corría más fuerte y silbaba más fuerte y mis silbidos eran correspondidos del otro lado, cada vez se escuchaba más cerca.
Al llegar al final del túnel vi una trampilla, mi puerta a la libertad, pero a su lado, una mano negra, al mover la lámpara logré ver esa extraña criatura.
Totalmente negra y aferrada al techo de piedra y tierra, silbando con su horrible sonrisa llena de dientes que iluminan su horrible rostro sin ojos, con unas cuencas oscuras como la noche.
Devore a ese ser que no dejaba de verme, no me costó mucho trabajo, sostenía una lámpara que solo hacía que lo detectará más rápido, creo que ya fue suficiente, saldré e iré por el sujeto que me metió aquí, el tipo de la granja, le dará una sorpresa el verme de nuevo.

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