Capítulo 2

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Miami no era lo que Ochako pensaba que sería. Siempre se imaginó un cálido y húmedo paraíso tropical con edificios relucientes y coches de lujo, pero ese no era el caso en absoluto. El clima de finales de Mayo se parecía mucho al de casa. Con máximas alcanzando los ochenta grados, pero con la brisa del mar, casi ni se sentía. La humedad era baja, pero Bakugo le aseguró que en el medio del verano los días podrían llegar a ser casi insoportables, de nuevo, no era muy diferente de casa.

La ciudad era hermosa desde el aire, mucho azul y blanco enmarcados por el agua turquesa. Sin embargo, una vez en tierra, Miami era como cualquier otra ciudad, con restaurantes de comida rápida y tiendas de descuento. Una vez más, Bakugo le informó que el Miami que veía en televisión sí existía, solo que no en esta área en particular.

El viaje a su casa tuvo muchas paradas, mientras las calles de la ciudad se convertían en suburbios y después en imponentes propiedades. El conductor continuó a través de las mansiones hasta que el cielo y el horizonte se hicieron uno antes de llegar a un amplio camino de acceso circular, con las puertas de seguridad abiertas en señal de bienvenida.

La casa no era inmensa para los estándares del vecindario -paredes blancas de estuco con azulejos azul verdoso españoles, y una fuente en el patio. Una combinación de discreción y cultura al mismo tiempo, con palmeras y una vista casi al mar, pensó Ochako.

-Bienvenida a mi casa. -Sin esperar al conductor, Bakugo bajó del auto y le tendió su mano para ayudarla a bajar. Impresionada no solo por la casa sino también por sus modales, la tomó y salió hacia la brillante luz del sol-. Voy a hacer que Sosaki coloque tus cosas en la suite para invitados, y después del almuerzo nos pondremos manos a la obra, ¿estás de acuerdo?

-Entonces, ¿voy a vivir aquí? -De alguna manera se imaginaba un pequeño departamento cercano al tipo de lo acordado, no a uno en el edificio del acuerdo.

-¿Tienes un problema con eso? -Bakugo se volteó hacia ella, con verdadera preocupación en su rostro-. Créeme, Uraraka, es una casa grande; tengo un montón de espacio. Será casi como si tuvieras tu propio departamento, con cerraduras. No es que haya algún peligro de visitantes nocturnos.

-Supongo que estará bien. No tendré que aprender a conducir en una ciudad extraña; es una ventaja... creo.

-Y no tendrás que viajar diariamente tan lejos al trabajo, solo tendrás que ir hasta el final del pasillo.

¿Pensaba que era una ventaja? La enormidad de la situación empezaba a abrumarla. ¿Exactamente qué era lo quería de ella? ¿Cuáles iban a ser sus horas de trabajo? ¿Realmente quería decir que tendría que estar a su disposición las veinticuatro horas del día? Tal vez debió haber conseguido un contrato antes de permitir que la transportaran al otro lado del país para estar a entera disposición de su peor enemigo.

•Juego Malvado• [KACCHAKO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora