Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 2

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Sunset Festival: aplazamos misión.

Debería establecerse una norma no escrita en la que se advierta de que, cuanto más sencilla parece una acción, más complicada resulta de hacer. Lo que se presentaba como la simple grabación de un vídeo se había vuelto una regla de tres inversa, y es que todos los conocimientos que teníamos sobre música nos faltaban en tecnología. Por suerte el hermano pequeño de Nathan aspiraba a ser streamer y podía ayudarnos con la edición, así que tan solo debíamos encontrar los medios. Para la falta de cámara utilizaríamos el teléfono de Lissandro, el más actual del grupo; para la de micrófono habíamos decidido comprar uno (y de los buenos) entre los tres, aunque antes de eso debíamos esperar a mi próximo cobro.
En ese entonces trabajaba en una cafetería porque las cosas en mi casa iban un poco mal, a lo que yo repartía el sueldo entre los gastos familiares y mis propios ahorros: de estos últimos guardaba más bien pocos, destinando la mayor parte a ayudar a mis padres con las facturas de la luz. El caso era que me gustaba ser camarero. Como todo la hostelería tenía sus cosas buenas y sus cosas malas, pero en ese mes llegó una MUY buena.

La primera vez que la vi fue como ver a un unicornio en un establo, porque a un local mayormente frecuentado por funcionarios y divorciadas había entrado una chica de mi edad. Fui incapaz de evitar etiquetarla mentalmente como rarita por su elección de cafetería y pintas. No parecía normal… mejor dicho parecía una hippie por su larga melena azul recogida en un par de trenzas desiguales, además de los pantalones bombachos que llevaba. Pero hubo algo en su extravagante (por no llamarlo hortera) aspecto que me llamó aún más la atención al acercarme a su mesa para tomarle nota.
¡Llevaba una camiseta de los Liar Lions! Un grupo de rock un tanto desconocido. Emocionado por compartir con alguien un gusto tan poco común tomé la peor decisión de mi vida.

—Le escribí en la servilleta del café que me gustaba mucho su camiseta.

Explicaba a mis amigos tomando la segunda peor: teñirme el pelo. Bajo el pretexto de salir guapo para el vídeo Nathan quería ponérselo de rojo, convenciéndome a mí también para hacer lo mismo. Formábamos la escena cliché de una fiesta de pijamas en la habitación de Lissandro mientras este leía las instrucciones del producto para echarnos una mano, aunque yo ya me había adelantado y lo estaba haciendo solo.

—¿Y después de eso que pasó?

—Después de eso me miró sonriendo, pero al marcharse no dijo nada. Ni siquiera me dejó una nota de vuelta.

—¡Estaba claro!— Replicaba el moreno peinándose por primera vez en años.— Escucha Liar Lions. Es una diosa y no va a entretenerse con un simple mortal como tú.

Hice una mueca a lo que Lissandro le dirigió una mirada asesina antes de regañarle, intentando animarme a mí de paso.

—¡Por el amor de Dios! Solo es una chavala que escucha música poco popular. De esas hay miles más… ¿y quién te dice que no la llevase por postureo, eh?

Hubo un pequeño silencio en el que nos miramos los unos a los otros. En realidad sabíamos perfectamente que casi nadie se compraba merchandising de esa banda, por lo que debía conocerla forzosamente. Suspiré deshaciéndome de la idea de entablar conversación con esa chica mientras me quitaba el papel de aluminio de la cabeza.

—Creo que la espanté. No debí haberle dicho nada… La he prejuzgado como a un bicho raro pero el que ha quedado como uno de verdad he sido yo.

—Mejor que sepa cómo eres antes de que te conozca, ¿no?— Decía Nathan recibiendo un golpe por parte del rubio.— ¡Era broma! Aunque deberías quedarte con una que te acepte tal y como eres de primeras.

—¿Subnormal?— Pregunté alzando una ceja.

—Iba a decir directo y discreto por lo de la servilleta, pero también me vale.

En aquel momento me reía por no llorar dirigiéndome al baño de la casa para lavar mi pelo sin saber que se venía la tragedia. Para cuando regresé a la habitación ellos dos se habían puesto con la decoloración: uno se quejaba de los tirones que recibía y el otro le amenazaba con que (si seguía lloriqueando) le metería el peine en un sitio a donde no llega la luz del sol. Al verme entrar pusieron la mayor cara de consternación que les había visto nunca.

—Joder.— Murmuró Lissandro marcando las sílabas.

—Sí, joder.— Repetí.— ¡Mi pelo es rosa!

—Ay mamá... no, no, no. ¡Yo no quiero que me quede así!— Exclamaba Nathan entrando en pánico al ver en peligro su imagen.

—Podríais decirme que no me queda tan mal. No sé, lo digo como sugerencia.

Bufé amargado. Definitivamente aquel no era mi día, día en el que nada me había salido bien. En un arrebato de dramatismo me tumbé en la cama poniendo la cara contra la almohada como un crío enrabietado.

—Creo que ha sido cosa de tu decolorado.— Decía el de ojos azules, dispuesto a demostrar una vez más ser un sabelotodo.— El pelo te ha quedado prácticamente blanco y cuanto más clara sea la base, más suave se va asentar el tinte. En contra de lo que se suele pensar es mejor teñir un rubio ceniza frente a uno platino.

—¿Y tú cómo cojones sabes eso? ¿Eres teñidor o qué?— Cuestionó Nathan frunciendo el ceño.

—No hay ningún oficio que se llame así, si acaso el de peluquero. Lo que pasa es que he ayudado a mi madre muchas veces a hacerse las mechas, por eso Marshall debería habérmelo dejado a mí. Ya verás como a ti te queda rojo.

“Pir isi Mirshill dibiríi hibírmili dijidi i mí. Yi virís cimi i ti ti quidi riji" gruñí irritado. Sabía que él tenía razón, sin embargo como buen cabezón no me gustaba recibir ayuda y por eso mismo la había cagado.

—… Yo así no salgo.— Dije tras varios minutos en silencio.

—¿Cómo?

—Que yo así no salgo. Me niego a salir con este pelo en el vídeo.

—¡No seas dramas tío! Eso mañana lo arreglas con tinte negro o alguna mierda así.— Me contestó el moreno.— Además tampoco te queda mal, te da personalidad.

—Sí, personalidad de happyflower. Que no, ¡que yo así no salgo! Menuda vergüenza.

—Eso lo dices porque estás enfadado, pero cuando se te pase no será para tanto.

—¿No será para tanto presentarme a trabajar con el pelo rosa? ¡Voy a hacer el ridículo! Y encima los supermercados están cerrados para arreglarlo ahora.

—Un día es un día.— Decidía intervenir Lissandro,  haciéndole finalmente mechas rojas.— Al siguiente ya lo tendrás castaño o negro y si alguien se ríe de ti es imbécil. No hay más misterio.

Resoplé suavemente; sus argumentos no me convencían del todo por culpa de la frustración. En contra de lo que pueda parecer no era un payaso viendo tambalear su masculinidad por un color “femenino". Simplemente no me hacía a la idea de llevar el pelo de rosa y vestir de negro, me parecía una combinación espantosa de dos elementos que no tenían nada que ver. Pero algo me haría cambiar esa perspectiva pronto.
Algo... o alguien.
A la mañana siguiente la chica hippie regresó a la cafetería y quise que la tierra me tragase porque ella fuera a verme con esas trazas. Me pidió lo mismo y nuevamente no intercambiamos más palabras, aunque esta vez me iba encontrar algo diferente a la hora de recoger su mesa cuando se marchó.

¡Había dejado escrito “a mí me gusta tu pelo" en su servilleta! ¡Acompañado de una carita feliz y un corazón!

Aquel gesto fue capaz de sacarme una gran sonrisa que iba a durar hasta la noche. Incluso me negué cuando los otros dos me ofrecieron por la tarde ponérmelo de nuevo de un color natural, algo que les dejó en confusión.

—¿Me estás diciendo que con la pataleta que montaste ayer ahora quieres dejártelo así?

—¡Teníais razón! No me queda tan mal. Le da personalidad, además ¿a cuántos vocalistas habéis visto con este look? ¡Será original, justo como ellos buscan!

Nathan y Lissandro se miraron entre sí sin entender qué había cambiado en mí de la noche a la mañana, pero prefirieron no hurgar demasiado en el tema ahora que ya estaba tranquilo. Por mi parte solo tendría algo que añadir.

¡Sunset Festival, el show debe continuar!

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⏰ Última actualización: Mar 06, 2021 ⏰

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𝐒𝐮𝐧𝐬𝐞𝐭 𝐅𝐞𝐬𝐭𝐢𝐯𝐚𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora