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¿Recuerdas nuestro primer beso? Porque yo sí. Hasta recuerdo exactamente cómo estabas vestida, con tu vestido a flores favorito y con unos zapatos que hacían juego. Tu pelo estaba suelto, ya que sabias que me gustaba como el viento jugaba con él. En ese entonces éramos amigos, pero ambos sabíamos que había algo más que amistad, atracción. Sentíamos atracción el uno por el otro y era imposible no sentirlo.

Ambos estábamos en el patio trasero de tu casa mirando las estrellas. Habían sientas esa noche y tu señalabas al cielo cuando veías que se parecían a un animal o a una persona famosa. Era reconfortante oírte reír de las cosas sin sentido que decía.

—Mira esa se parece a ti –señalaste al cielo y sabía que estabas mintiendo porque esas estrellas que acababas de remarcar no tenían forma alguna.

—No es cierto.

—Sí, mira detenidamente—soltaste una risa— Es como un rulo gigante, como los tuyos—despeinaste mi cabello sin dejar de reír.

—Eres muy mentirosa, ¿sabías? –Te encogiste de hombros sin dejar de mirar hacia arriba, tal vez en busca de otra forma humana— pero me gustas, así de mentirosa—confesé, haciéndote sonrojar.

Mi mirada se conectó con la tuya, tus ojos mostraban el deseo que tenias de besarme como yo también lo tenía. Sin decir más, unimos nuestros labios en un beso lento y dulce. Nunca había experimentado ese cosquilleo en el estomago, aunque había besado a decenas de muchachas, contigo experimenté esas sensaciones y me di cuenta de que serias el amor de mi vida, y no estaba equivocado.

Ya llevábamos tres años de noviazgo y era el hombre más feliz sobre la tierra.Tenía a una hermosa novia que me brindaba amor. Me agradaba la sensación de besarte cada vez que me daba la gana, de abrazarte para transmitirte mi calor cada vez que tenías frío. Colarme por tu ventana para poder dormir contigo por las noches e irme apenas el sol salía para que tus padres no se enteraran. Aunque hubo una vez que no nos salió muy bien, ¿recuerdas?

—¿Blake, qué se supone que haces aquí? –dijiste saliendo de tu cama en solo un pequeño short, el cual dejaba ver un poco más que tus piernas, y una remera con un corazón en el centro de color rosado. Te veías tan hermosa, a pesar de que tu cabello estaba desordenado a causa de la almohada.

-—Te extraño. Quiero pasar la noche contigo—me acerqué a ti y puse mis brazos alrededor de tu cintura acercándote a mí para depositar un beso lleno de amor sobre tus labios.

—Mis padres están abajo, no se han ido a dormir todavía –dijiste entre medio de besos, los cuales eran guiados hacia la cama.

—No importa, solo quiero estar contigo –ambos caímos en tu cama sin dejar de besarnos. No había podido verte en días a causa de que mi banda practicaba para poder presentarnos en clubes los fines de semanas.

—Nell, si mis padres nos ven en esta circunstancias van a matarnos, a los dos –pusiste tu mano sobre mi pecho para separarme de ti aunque estaba seguro que eso no era lo que querías, tus ojos te delataban.

—Corramos ese riesgo –volví a besarte pero ahora más apasionadamente. Mi mano recorrió tu pierna desnuda haciéndote temblar mientras tus manos se colaban por debajo de mi remera.

Pasos avecinándose hicieron que ambos nos separáramos alarmados, eran tus padres. Lo sabíamos perfectamente. Me deslice lejos de ti agarrando mis zapatillas a toda velocidad mientras tú te comías las uñas en vez de trancar la puerta, ese había sido un gran error. Fui a toda prisa hacia la puerta pero ya era demasiado tarde, ya la habían abierto. Pero veámosle el lado positivo por lo menos era tu madre.

—¿Qué haces aquí, Blake? –preguntó espantada tu mamá. Seguramente ya se había hecho una película entera, con título y todo.

—Ehm… Hola, señora Dunne, tanto tiempo sin verla—trate de entablar una conversación para distraerla pero por la cara seria de tu madre supe que no iba a funcionar.

—Alice —te miró a ti. Una mirada que, si asesinara, ambos estaríamos tres metros bajo tierra— tienes suerte de que te hubiera entrado yo. Imagínate si tu padre ve que un chico esta en tu habitación, y tú en esas circunstancias –la señaló de arriba abajo.

—No es un chico –enarqué una ceja— es mi novio –mi rostro se suavizó y no pude evitar sonreír. Amaba que me defendieras, te amaba a ti.

—Hazme el favor de retirar, Blake –estiró su mano apuntando hacia las escaleras— Fred está en la cama –respondió a mi pregunta mental. El sólo hecho de poder cruzármelo me aterraba y más en esas circunstancias, no eran muchas las palabras que compartíamos con tu padre. Estaba seguro que no le gustaba que la niña de sus ojos tuviera novio.

—Lo siento—dije al pasar por al lado de tu madre.

U.N.IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora