U N I C O

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SanHa era un niño mimado, por supuesto que sí, tanto la familia de su padre como la de su madre se encargaban de llenarlo de mimos y regalos.

Era el primer nieto por parte de su madre y el último por parte de su padre, por supuesto que eso le había dado un estatus único en ambas familias, sobre todo cuando se reunían cada cierto tiempo, solían dejarlo dormir un poco más durante las mañanas, darle dulces a escondidas y sobre todo, sus tías amaban tratarlo como a un bebé.

— Ddana, ¿Qué haces cariño? No, no, deja ahí, te vas a quemar, yo te preparo tu huevito, mejor ve a sentarte, estás chiquito para hacer esto. — ese comentario lo había soltado su tía, un día después de su cumpleaños número dieciocho, eso solo lo hizo encogerse de hombros antes de pedirle que incluso le pícara algo fruta, la mujer lo hizo gustosa, mientras que su primo lo miraba con odio porque él fue enviado a lavar el baño de la casa de sus abuelos.

Debido a tantos mimos, su padre solía bromear y repetirle que eso lo había hecho un inútil, aquellas palabras solo lograban darle gracia, muchas veces negaba aquello después de que alguna de sus tías le hubiera dado un lindo almuerzo mientras sus primos eran enviados a hacer sus quehaceres.

Claro que aquel hombre sabía que su hijo se aprovechaba de todas esas mujeres, pues mientras sus tías se encargaban de tratarlo como si fuera un niño de cinco años, sus tíos intentaban enseñarle el trabajo rudo.

— Tienes manos de señorita SanHa, deberías incluso saber usar un destornillador. — su tío le había dicho eso después de ver la pequeña ampolla en sus dedos, por supuesto el hombre se ganó varios regaños y él porción extra de helado por ser maltratado.

Claro que eso solo le hizo pensar en algo, le demostraría a todos ellos que podría hacer algo grandioso incluso si ellos no lo creían de aquel modo, por esa razón supo que lo mejor era buscar un pequeño empleo en sus vacaciones. Sabía que naturalmente se le daban bien ciertas cosas, por lo que no le costaría mucho trabajo encontrar algo y rápidamente tuvo la respuesta.

Su tía SooJin era la solución, la mujer era un poco extraña, su padre solía describirla como a la última persona a la que le pediría un consejo, pero le gustaba estar con ella. Las veces que se saltaba las últimas clases solía ir a su casa, ella solía darle dulces mientras escuchaba probablemente porque sus vecinos volvieron a pelearse o como un grupo de chicos terminaron casi arrojándose una silla en la biblioteca porque él trabajo no estaba correcto.

Esa era la razón por la que seguía ahí sentado mientras ella cortaba las pequeñas florecitas de su jardín, miro el plato delante de él, apretando levemente sus labios, no fue a comer melón, bueno un poquito, pico uno de los trozos antes de darle una mordida, escuchando una risa, levantó su mirada para ver a la mujer quien tocó su propia barbilla. Se avergonzó un poco, por lo que limpio con su mano rápidamente.

— ¿Pasa algo Ddana? Te veo un poco distraído.

— Quería pedirte un favor tía, pero no sé si sea correcto. — jugó un poco con el tenedor en su mano.

La mujer se sentó frente a él, golpeando de forma suave la mesa, la miro con una pequeña sonrisa, por lo que solo sonrió de forma suave, antes de suspirar.

— Tía Soo, ¿Podría quedarme contigo durante las vacaciones? Podría ayudarte en la biblioteca si lo necesitas, se que ahora que noona se casó estás sola, por lo que creí sería de ayuda en lo que consigues a alguien más.

— ¿Es por lo que digo el tonto de tu tío esa vez? — negó de inmediato, solo tragando un poco nervioso. — Intentaré hablar con tus padres, si ellos se niegan tendrás que aceptarlo, mejor termina tu fruta. — solo asintió de mala gana, no quería que volvieran a decirle que era un descuidado y torpe.

Objetos perdidos. || JinHa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora