Extra 1. Sugumi.

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Él ya adolescente Sugumi Fushiguro de 17 años, compraba rosas blancas junto con algunos dulces tradicionales para su tío Satoru, hacia años que había muerto por causas "naturales", aunque él nunca lo conoció siente emociones encontradas cada que vez que va a visitar su tumba, sus padres e incluso su tío Sukuna le habían prohibido en un principio visitarlo, pero al final terminaron accediendo por alguna extraña razón. Era raro en cierta manera que él y su tío fueran tan similares, misma piel blanca y cabellera albina (aunque la suya era más de color plata), el color azul de sus ojos era igual al de su tío en fotos, pero su padre/madre Yuuji le decía que su padre Megumi también había sido albino en la niñez, solo que optó por teñirse para no ser el bicho raro, eso lo tranquilizó pero sentía que era una mentira típica para niños, aún así decidió dejar el tema del parentesco a un lado y seguir la vida normal, no quería un misterio donde no lo había.

Pago sus compras y salió de la pequeña tienda, optó por caminar hacia el cementerio, no estaba muy lejos del lugar de todas formas.

Al llegar, recorrió el caminito entre las tumbas de aquel gran cementerio, a los pocos pasos visualizo la de su tío Satoru, una lápida elegante y bien cuidada, adornada con caminos de rosas blancas (cortesía de su madre Yuuji) y los azulejos perfectamente blancos que la adornaban, era una tumba muy bonita y digna de su tío, que había sido un gran hombre y maestro, según su madre Yuuji. Colocó las rosas en el centro de la lápida, donde estaba el nombre de su tío junto con unas bonitas palabras en cursiva grabadas en el concreto, "Que descanse en paz un excelente hombre, maestro y padre de familia" , aunque Sugumi nunca haya conocido a la familia de su tío, su madre de pequeño le contaba que su tío tenía un bonito hijo, nunca lo conoció ni en fotos, pero si lo decía su madre era verdad, después de todo él nunca le mentía.

Termino de acomodar las flores en la tumba, se sintió orgulloso al ver su buen trabajo y sonrió, se sentó a un lado en el suelo y abrió el paquete de caramelos tradicionales, los favoritos de su pariente.

-Sabas tío, hoy fue un buen día. Mi papá Yuuji me regalo un anillo plateado  con la "G" grabada en el centro y una diamante azul incrustado en medio, es muy bonito, dijo que ese era de parte tuya, comentó que lo comparaste el día que me viste por primera vez, tuve que esperar varios años para que me quedara he, te equivocaste con la medida de mi dedo.-comentaba animado a la nada, solía platicar con su tío cada vez que venía, sentía que él donde quiera que estuviera; lo escuchaba.

Comió uno de los dulces gelatinosos, era deliciosos y de un sabor muy sabroso; menta y moras azules.

-Aunque hubo una pequeña pelea con mis padres, mi papá Megumi no le gusto que mi mamá me diera ese regalo tuyo, dijo algo muy raro "es mejor dejar el pasado en el pasado", no lo entendí, pero no me gusto la forma triste en la que mi madre lo miro, ¿tan malo es un regalo? A veces siento que mi papá exagera las cosas.-siguió comiendo de los dulces mientras soltaba un suspiro cansado, no tenía mucho tiempo que las peleas entre sus padres habían comenzado, no eran tan fuertes como las de otros, pero aún así peleaban por cosas no importantes.

-Ma hubiera gustado conocerte, tío. Papá Yuuji dice que fuiste un gran hombre a pesar de tu carácter, él me contó que tú me querías mucho y te pusiste muy feliz al verme, ojalá pudiera recordarte.-dijo con tristeza, sentía varias emociones cada que visitaba a su tío; tristeza, felicidad, emoción, necesidad de verlo.

Una brisa fresca de aire llegó a él, se sentía como un abrazo en la playa; el aire tenía un tropical aroma a océano, se sentía como la caricia de un padre a su hijo; un abrazo.

Sonrió y sus ojos se aguaron, tal vez su tío no estaba físicamente con él, pero lo sentía ahí, cuidándolo en todo tiempo.

-Gracias tío, me tengo que ir. Prometo venir a verte el próximo sábado, tendré una semana muy ocupada en el colegio y no tendré tiempo, así que espera hasta el finde, ¡te quiero tío!.-se despido alegre poniéndose en pie, no dejo de sentir esa brisa fresca rodeándolo en ningún momento, hasta que salió del cementerio y ese tropical abrazo lo dejo, pero no se sintió triste, porque cada vez que lo visitaba, la sensación de que su tío estaba ahí lo hacía sentir acompañado.

Ese suave y fresca ráfaga liviana de viento, era como un abrazo de padre, uno que siempre estará con él sin importar el lugar donde estuviera.

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⏰ Última actualización: Mar 07, 2021 ⏰

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