-Punta, talón, punta, talón, punta. Estiren brazos. Sostengan. Bajen. Una vez más.
Clases de Ballet, es lo que siempre he querido. Siempre paso por el salón donde todas las niñas viven sus sueños y algunas otras son obligadas por sus papás a practicar el deporte más bello de todos, nunca entendí ni entenderé el por qué no les gusta el ballet a esa clase de niñas, yo no soy femenina pero el ballet me atrae demasiado. Yo no tengo dinero como para inscribirme en una clase y menos si mis padres viven convencidos de que yo seré una cajera en un supermercado. Quiero ser mucho más que una simple cajera, quiero ser la mejor bailarina de Ballet de la historia, algunos sueños se hacen realidad, otros no. Yo tengo la fe y la esperanza de que los míos se hagan realidad.
-Vamos, mamá. ¿Por qué no puedo practicar Ballet? Tú sabes que es lo que siempre he querido.
-Lo sé. Pero ya hemos platicado sobre esto y no quiero volver a repetirlo.
-Está bien.
Me callé repentinamente ya que había recordado lo que pasó la última vez que hice esa pregunta, no quería que pasara de nuevo, en público menos. El simple hecho de recordarlo me causaba escalofríos.
***
-Vamos, mamá, papá, solamente quiero practicar Ballet.
-¡Ya te dijimos más de 10 veces que no! -Ese sonido que salía de una boca, una voz masculina, la voz de mi padre. Era terca y parecía enojado- ¿Cuántas veces más vamos a tener que decirte que no?
-Pero, no tiene nada de malo que yo practique Ballet. ¡Es mi sueño!
-¡Lo has repetido miles de veces! Y de una vez por todas, para que te quede claro que no te vamos a inscribir en esas clases que solamente hacen que nosotros desperdiciemos nuestro dinero, deja de reclamar, que no te inscribimos.
Tomaron salvajemente mi brazo y me aventaron a la esquina de la cocina, mi madre sacó el rodillo del último cajón y se acercó hacia mí con una cara igual a la de una tigresa cuando atrapa a su primera presa después de varios días de escasa comida. Estando a centímetros de mí agarró mi brazo con fuerza y me volteó, yo lloraba. Pude ver como elevaba el rodillo por los aires hasta que llegara a la parte baja de mi espalda creando un golpe y un dolor insoportable. Varias veces sentí ese dolor en mi espalda, también en mis glúteos.
-A ver si se te vuelve a ocurrir preguntarnos eso otra vez.
Desde ese día juré conmigo misma que jamás volvería a repetir esa pregunta, al menos no hasta que pudiera mantenerme yo sola y que mis clases de Ballet las pagara yo misma.
***
En ese momento había olvidado lo que había pasado esa noche, al momento de recordarlo mi piel se erizó sintiendo que mi madre sería capaz de volver a repetirlo.
Caminamos hacia mi casa, era tarde y empezaba a oscurecer. Mi madre se detuvo en una tienda, sospechaba que iba a tardar, lo hacía siempre, pero a estas horas de la noche me daba demasiado miedo. La estuve esperando aproximadamente 30 minutos afuera de la tienda.
-Vamos, Cari. Acompáñame a la farmacia- dijo ella saliendo de la tienda jalándome del brazo y forzándome a seguirla- necesito comprar unas pastillas.
-Pero, mamá, ya es muy tarde. Deberíamos regresar a casa- un olor muy fuerte llegó a mi nariz- además ¡estás borracha! -me solté de su brazo y me quede parada en medio de la banqueta.
-Bien, quédate ahí. De todos modos iré a la farmacia.
Dio media vuelta dirigiéndose a la farmacia sin si quiera molestarse en voltear a ver la calle. Al atravesar la calle, escuché el sonido de un auto dando la vuelta y dirigiéndose hacia ella a toda velocidad.