🩰!! ' Capítulo O2

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ര ' Segunda estación: amarillo.

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Ese día es probablemente mi favorito.

Yo sabía que tú lo notabas, no ignorabas en que te miraba y sonreía. Yo sabía que tú eras consciente de que no estaba tratando de ser simplemente amable, pero jamás esperé que tú estuvieras haciendo lo mismo; nunca sospeché que cada día lo que tu dulce sonrisa estuviera buscando fuera enamorar a mis ojos con la hermosa vista, ni que tus manos estuvieran intentando seducir mi cuerpo con cada ligero toque que daban.

Tú debiste saberlo, debiste saber que no necesitabas hacer mucho porque ya tenías mi corazón abrazado a tu pecho, y yo debí notar que eras un auténtico pintor desde el primer momento. Debí notarlo cuando al final de un día de trabajo me pediste que te esperara afuera porque tenías algo muy importante que decirme y causaste un desastre en mi trémulo pecho con esa voz tan grave y decidida.

Recuerdo que cuando escuché esas palabras salir de tus labios, sentí miedo, pues creí que pensabas despedirme y era lo menos que quería.

—Lamento la demora, tenía que dejar todo en orden para mañana, ya sabes... —esas fueron las primeras palabras que me recibieron en cuanto saliste. Llevabas un gran abrigo al igual que yo, pero me gustaba como te quedaba más a ti que a mí, pues resaltaba mucho tus hombros anchos y te hacía ver tan atractivo que olvidé mi temor por unos minutos. Tan sólo unos minutos.

—Por favor, antes de que digas algo más, dime que no estás pensando en despedirme —hablé preocupado, sintiendo mis ojos escocer por las pequeñas lágrimas que en medio de mi temor, habían comenzado a formarse.

Nunca olvidaré tu rostro en ese momento. Te veías tan preocupado y culpable, parecía que tus ojos me pedían incontables disculpas y me arrullaban con cariño, dando tímidas sonrisas para que las lágrimas no cayeran de los míos.

—No, no, claro que no, Yoongi. Eres excelente en el trabajo, no estoy loco, por supuesto que no voy a despedirte —dijiste abrazándome de repente y yo no pude evitar aferrarme a la cálida sensación de tus brazos rodeando mi cintura.

—¿Lo dices en serio?

—Claro que lo digo en serio, bonito. Eres muy bueno, no te preocupes por eso —me susurraste casi besando la piel de mis mejillas—. Además... te extrañaría mucho si no te tuviera conmigo todos los días.

No sé si en ese momento tú eras consciente de lo que habías hecho, probablemente no, pero tan pronto tus manos cincelaron mi piel en un tenue amarillo, tus palabras pintaron también el lienzo blanco de mi corazón del mismo color. El amarillo se deslizó gentilmente sobre el vacío e hizo temblar a mi inexperto corazón, siendo tratado sin prisa y con cariño mientras yo me derretía entre tus cálidos brazos, y comprenderás que; para un lienzo blanco, que nunca antes ha sido tocado por ningún pincel, el que tú lo pintes tan bellamente de amarillo es un anhelo olvidado.

Ese día, me diste mi primer beso, mi primera confesión y también me pintaste por primera vez del color que se volvió mi favorito en otoño: amarillo.



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