-¡Atrápenlo!,¡No lo dejen escapar!-gritaba un hombre, mientras montaba un caballo a todo galope.
-Capitán, el criminal está corriendo con dirección al bosque prohibido.-grito un chico pelinegro.
-El bosque no nos quitará el honor de acabar con ese criminal- levantando su espada- arqueros, disparen- Una ráfaga de flechas salieron volando hacia el criminal que de igual manera iba en un caballo. Las espuelas del capitán se clavaron aún más en el pobre animal pero ni así lograron evitar que el criminal entrara a ese bosque.
Los caballos de la brigada especial de la justicia se detuvieron en la entrada al bosque, ningún caballo quería acceder más allá de donde estaban, y con justa razón, las vibras de aquel lugar eran demasiadas extrañas y peligrosas.
-¿Qué hacemos capitán?-preguntó el mismo chico pelinegro, el segundo al mando en esta cacería.
-Informaremos que el criminal está muerto.-escupiendo- cualquiera que entre ahí, ya no regresa, al menos no vivo.
-¿Por qué no entramos?-volvió a insistir el joven.
-Puedes entrar, pero ese lugar está plagado de demonios, entes sobrenaturales que te devoraran con tan solo sentir tu esencia humana.-movió las riendas del caballo- escuadrón uno, regresamos al cuartel, escuadrón dos, acampen aquí, puede que se arrepienta de entrar y quiera salir.- con otro golpe al costado del caballo se marchó.
El criminal siguió a todo galope entre los árboles, con una flecha clavada en su hombro y otra en la espalda, esquivando ramas hasta que fue derribado por una, lo último que vio fue a su caballo herido seguir corriendo, dejándolo tirado en el barro, poco después perdió la conciencia. Sin saber cuánto tiempo estuvo perdido en sus ensoñaciones por lo que había pasado, reviviendo el momento en que su maestro moría en sus brazos y poco tiempo después la policía lo estaba buscando por haber asesinado a su mentor, sabía que las acusaciones eran falsas, pero era obvio que el gobierno corrupto le creerían más al capitán Fukuchi Ouchi que a un hijo bastardo, alguien sin renombre que vivía de la ala de un profesor de literatura. Su único error, haber nacido de baja casta, no ser nadie y meterse con quien no debía.
Sus ojos se abrieron en par, al sentir una punzada en el estómago.
-Te lo dije, está vivo- mencionó un chico rubio frente a él, con un palo de madera lo volvió a picar- ¿verdad, que estás vivo?
-Por favor... deja de hacer eso.. Duele- el criminal hablo sintiendo un ardor en la garganta.
-¿Qué hacemos Kenji?-pregunto el chico albino junto a él- Claramente viene del exterior...
-Atsushi, creo que primero necesita ayuda, ¿no crees?- sonrió al joven albino- lo curaremos y después informaremos.
-¿No van a matarme?-respondió el pelinegro herido.
-¿Matarte?-ambos jóvenes lo miraron desconcertados
-¿porque haríamos eso?-hablo Kenji
¿quieres morir?- Atsushi se llevaba una mano a la frente -genial, otra con aire de suicida.
-¿Me dejaran vivir?-volvió a intervenir el malherido-Gracias
-Entonces ya está decidido, te llevaremos al pueblo y ahí recibirás la atención necesaria.
Entre los dos jóvenes lo ayudaron a levantarse y cada uno sirvió como apoyo para que caminara, algo que llamó la atención del herido fue que los jóvenes tenían las orejas puntiagudas y largas.
-Quizás sea mi imaginación-habló en voz baja, antes de volver a caer inconsciente.
Su cuerpo ya no se sentía pesado, ni tampoco tenía el intenso dolor, al contrario se sentía como si fuera cargado por una esponjosa nube. Poco a poco fue abriendo sus ojos, aunque la visión era borrosa poco después se tornó más clara.

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AMORES INOLVIDABLES
FanfictionUna week organizada por @EditorialBSD Una colección de one-shot con diferentes temáticas por día.