Un Día Ordinario, Nada Más

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Aquella mañana era una mañana fresca. No fría, no cálida, solo fresca. Acostumbro dejar la ventana de mi cuarto abierta en la noche, todo el día de hecho. Es que aquel sentimiento es maravilloso, en verdad, tal vez lo reconozcan. Es un sentimiento matutino, en los minutos en los que despiertas, aún no piensas claramente y el primer sentido que se manifiesta es el del tacto. Sientes en tus cachetes que es aún es temprano, el aire está rozando tu cara y traes la cobija hasta los hombros. En ese momento te das cuenta de que el interior de la colcha es tan cálido que, suavemente con las manos, agarras aquella manta que te hace sentir tan bien y la subes tantito para sentir su suave ternura en el rostro y en la nuca. Te das cuenta de que tu piel está experimentando un sentimiento extraordinario, y antes de saberlo, tienes ya una sonrisa dibujada en el rostro y te acurrucas, sintiendo cómo tus músculos adormecidos te reclaman, reacomodándote para descansar unos minutos más en tal nube. En esos momentos no sé realmente si sigo dormida o no. Yo creo que algo de los dos. Aún recuerdas una parte de tu sueño y quieres regresar a él, ya que, como siempre, no pudiste terminarlo. Era una mañana ordinaria, realmente lo era, pero era feliz.

Después de un rato de estar boca arriba en la cama, pensando en que quería seguir durmiendo, me levanté. Me senté en el borde de mi colchón, me acaricié la cara y me tallé los ojos. Suelo hacer eso al despertar, me quito las lagañas. Puede llegar a ser un sentimiento muy satisfactorio. Luego fui al lavadero, me mojé el rostro y la nuca antes de mirarme fijamente al espejo. ¿Aquella persona?, ¿esos ojos y nariz?, ¿acaso son míos? ¿Aquella persona, esa de en frente, la que me está viendo, en verdad soy yo? A veces me pregunto cosas que pueden llegar a ser consideradas "estúpidas", pero es que en verdad me fascina cuestionarme. ¿En verdad me veo así? ¿Cómo me ven los demás? ¿Por qué un simple espejo tiene tanto poder? Regresé después a mi cama y tomé el celular. Chequé, sin prestar mucha atención, las notificaciones que me habían llegado en lo que dormía, pero no había nada que realmente me intrigara o cautivara. Desbloqueé el celular, me metí a WhatsApp y le envié un mensaje de buenos días a mi novio. Lo desconecté del cargador y bajé las escaleras en dirección de la cocina. Al llegar a aquella habitación, abrí el refrigerador, pero no vi nada interesante. Chequé la alacena, pero igual. Solo percibí al fondo de la tercera repisa un paquete de harina para hot-cakes. Mi madre y hermana seguían dormidas, y como yo no tenía nada especial por hacer, decidí preparar panqueques para las tres. Seguí las instrucciones que venían detrás y puse la mesa. Manteles, platos, cubiertos, tazas, jugo de naranja frío, leche, miel y crema de avellanas. Antes de empezar a cocer la masa en el sartén, fui a despertar a mi hermana. Su cuarto está en el piso de abajo por lo que queda cerca de la cocina. Luego fui por mi madre, que estaba arriba, junto a mi cuarto, pero me topé con mi perrita en el sofá. La vi y sonreí sin pensar. La bella creatura aún estaba medio dormida igual, pero fui a acariciarla y darle besitos en la cabeza. Se despertó a medias por ello y estiró sus patitas antes de empezar a agitar su cola. Después de esto no pasó nada especial, era un día ordinario. Desayunamos las cuatro juntas, disfrutando del momento, sin más.

Al volver a mi habitación puse música en mi celular. Empecé a tender mi cama y a bailar. No era un gran baile, no esperen tanto de mí, simplemente movía la cabeza y los pies de vez en cuando, disfrutando de la música. Tenía los ojos cerrados un buen ritmo en los oídos. En aquel momento me sentí feliz. Tal vez reconozcan este sentimiento igualmente. Es un momento tranquilo, una buena canción está por empezar y sin pensar demasiado cierras los ojos. No vez, no sientes, solo escuchas. Empiezas a tomarle el ritmo a la melodía y a cantarla, pero sin palabras, simplemente con sonidos como el "hum" con el ritmillo. Poco a poco te vas con la canción y estás moviendo ya los hombros, la cabeza, el cabello, los pies, y te sientes bien. Es un sentimiento muy sencillo, pero tan pacífico y gratificante. Luego de esto me senté en mi silla de escritorio que está junto a mi cama. Tomé el control que estaba a mi izquierda y prendí mi consola. Me gustan mucho los video-juegos y aún más cuando tengo tiempo para jugarlos. Le marqué por teléfono a mi novio para que juguemos juntos y me contestó enseguida. Él y yo jugamos relativamente seguido, me la paso muy bien con él. Charlamos, nos reímos, nos burlamos entres nosotros cuando a alguno de los dos le pasa algo divertido y nos ayudamos. Aquel día era sábado, y era un sábado muy ordinario. Pasaron varias horas y nos despedimos para ir a comer.

Mi madre había preparado una pasta con cecina, y por más simple que suene o que parezca, fue una delicia. Le serví a mi hermanita un vaso con agua y a mi madre y a mi un vaso con Coca-Cola fría, y wow. No sé bien como describirlo, pero lo disfruté, lo disfruté mucho. No hablamos de gran cosa, temas habituales como recordatorios o noticias. No necesitamos hablar mucho, éramos felices y lo sabíamos. Mi perrita andaba por nuestros pies como siempre, saltando de vez en cuanto para pedirnos comida. Terminé por darle un cachito de carne. Se veía tan linda y emocionada, ¿Cómo decirle que no? Al volver a mi cuarto agarré mi laptop y me recosté sobre mi cama. Eran ya como las 5pm. Volteé la cabeza hacia mi izquierda para ver por la ventana. A esta hora el sol pega justo aquí. Hay muchos árboles por mi casa y delante de mi ventana, por lo que la luz que me llega del sol es realmente hermosa en estos tiempos. Pasa por las hojas y crea un color espléndido. Los rayos brillantes atraviesan las nubes, las ramas y las hojas. Unos minutos más tarde mi cuarto entero bailaba silenciosamente junto con las sombras producidas por esta esfera de fuego y aquella magnífica vegetación. Era un espectáculo simplemente magnífico. Un rato después prendí mi computadora, me acomodé en la cama y puse una serie en internet que había estado viendo. Aquel día no pasó nada de verdaderamente interesante, hice lo de siempre y lo disfruté. En la noche hice palomitas e invité una pizza a mi madre y hermana. Nos pusimos en el sofá y prendimos el televisor. Nuestra perrita igualmente vino, saltó con nosotras y se acostó sobre mí. Vimos una película con una manta que nos cubría a las cuatro. Ocasionalmente nos reíamos, nos volteábamos a ver si pasaba algo divertido o algo con lo que nos identificáramos. Es fácil poner una película y no es nada fuera de lo común, pero no es algo sin sentido. Probablemente tenga mucho más sentido de lo que se imaginan. Mínimo para mí. Al final de la película nos quedamos sentadas ahí un rato. No hablamos ni pusimos otra película, no fue incómodo y mucho menos aburrido. Simplemente estábamos, y estábamos bien.

Les acabo de contar mi día, una parte de mi vida tal vez dirían. Aquel fue un día totalmente ordinario. No pasó nada fuera de lo común, ninguna noticia movió mi vida por completo, no conocí a nadie en especial, no descubrí el tesoro más grande del mundo ni nada por el estilo. Aquel día fue de los días más normales que puede haber. Muchos dirían que fue aburrido, que no tuvo nada en especial, que no fue "especial". Varios comentarían que un día así les daría totalmente igual. Criticarían mi día como "inútil" o "sin sentido" tal vez. Mi punto es que aquellas personas no habrían entendido mi día como deberían, pero yo les aseguro que aquellas personas no podrían estar más erróneas, porque ese día fue hermoso. Porque ese día fui feliz. Porque ese día tan ordinario tuvo muchas cosas "especiales". El sentir la brisa en la mañana y esa sensación tan cálida y acogedora, eso fue la primera belleza de mi día. El despertarme y dudar sobre las cosas más obvias, el no entender mi reflejo en el espejo, no muchos se dan cuenta, pero realmente no es tan obvio. El hecho de hacer el desayuno, pensando en cómo lo disfrutaría mi familia al despertar, acaso el prepararlo con cariño, ¿no tiene nada de especial? El pasar el rato jugando y disfrutando de algo que me gusta con alguien que amo, fue extraordinario, fue único y es algo de lo que estoy agradecida. El poder disfrutar de tales sabores en una comida, que tal vez no sean los más increíbles o exquisitos, pero el saber disfrutar algo tan ordinario o común, disfrutar algo tan normal, es un poder que creo que podría cambiar por completo nuestra manera de ver el mundo, de probarlo y sentirlo. Puede cambiar a alguien por completo. El disfrutar de aquellos pasajes de la luz del sol, el sentir como me acaricia la piel y baila con un esplendor. El pasar el rato dejando mi imaginación nadar por doquiera, el sonreír por las cosas más simples. El observar a tal creatura bella y hermosa que se emociona al verme y me quiere sin hablar. El disfrutar de los momentos con la gente que amo y que me ama, sin necesidad de que pase algo extraordinario. Mis días ordinarios son de lo más especial que tengo. La única diferencia entre aquellas personas que mencioné anteriormente y yo, es que a mi me gusta buscarle esplendor a lo menos evidente, y es entonces cuando me doy cuenta de lo maravilloso que es realmente.

Es una lástima, en verdad, que los días ordinarios solo pasen por ahí, sin ser vistos ni recordados, sin darles importancia ni valor. Es una lástima porque el mundo no solo tiene cosas bonitas que ofrecer en ocasiones especiales, el mundo nos da belleza a diario. Son los detalles, los sentimientos, las sensaciones y emociones. Son las cosas más ordinarias para otros que son las más especiales para mí. Es en esos momentos en los que me digo, wow, que increíble puede llegar a ser la vida. Soy feliz y estoy agradecida por estar aquí. No necesito paisajes imponentes ni ganarme la lotería, solo un día ordinario, de lo más ordinario que hay y tantito tiempo para disfrutar.

Un Día Ordinario, Nada MásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora