Marcel Galliard

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La vida en el gueto de Liberio era realmente agobiante, muchas familias tenían remuneraciones tan miserables que al final terminaban por involucrar a sus hijos en el trabajo hasta que pudieran entrar al programa de guerreros de Marley, y si tenían suerte, lograrían ser ascendidos a honorables ciudadanos marleyenses. La familia Galliard era una de aquellas familias que estaba logrando estabilizarse, si no fuera por la llegada imprevista de un nuevo integrante a sus vidas.

Pese a que el dinero disminuiría bastante en la mantención del bebé, esperaban poder recuperarse sin tener que mandar a su hijo mayor al programa.

El Sr. y Sra. Galliard creían que Marcel aún era demasiado pequeño como para que les ayudara en la verdulería, así que pensaron que su ayuda sería más efectiva cuidando a su futuro hermanito mientras ambos adultos trabajen.  

Los meses pasaron hasta que finalmente el bebé nació, el Señor Galliard entró con el pequeño Marcel a la habitación para presentarlo con su hermano bebé.

—Porco—pronunció la madre a Marcel, quien miraba emocionado al bebé, era la primera vez que veía un ser humano tan pequeño.

Pokko—dijo después de ella, a quien se le escapó una pequeña risa de ternura al ver como el castaño comenzaba a hacerle cariño en la cabeza a su hermano.

—Porco—le corrige, Marcel la queda mirando y luego redirige sus ojos hacia el bebé y sonríe.

Pokko—volvió a decir sonriendo—. Pokko pequeño.

Los padres sonrieron enternecidos por la positiva reacción que tuvo Marcel al conocer a Porco y dejaron de corregirle sobre la pronunciación del nombre, viendo que el chico tenía una interpretación personal sobre su hermano.

Para Marcel fue emocionante ver por primera vez a alguien más pequeño que él, esa pequeña forma de vida le causaba mucha curiosidad. Su hermano se veía frágil y delicado, algo que hizo despertar en el chico una necesidad de proteger.

Pokko—murmuró con una leve sonrisa mientras le acariciaba delicadamente su mejilla.

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—Por favor ya deja de llorar—suplicó el castaño agotado—. Pokko, estoy aquí. No pasa nada.

Marcel acompañaba a su hermano de dos años que jugaba feliz con sus juguetes, sin embargo en un momento fue a la cocina para beber agua sin que Porco se diera cuenta, hasta que este último notó la ausencia de su hermano y comenzó a llorar desesperadamente fuerte. Sin embargo que Marcel regresara no lo iba a callar así de fácil, el pequeño rubio se aferró a su hermano y continuó llorando entre sus brazos.

Marcel llevaba media hora intentando tranquilizarlo, hasta que por fin Porco iba lentamente recomponiéndose. Pronto se escuchó a su madre llegando a la casa, lo que significaba que tocaba darle de comer al rubio. Marcel se iba a levantar para ir a ayudarla, pero Porco le impedía marcharse.

—No—decía haciendo pucheros.

El castaño sabía que si lo dejaba, Porco haría otra vez una escena y mucho más escandalosa. Sin más remedio tuvo que llevarlo con él hacia donde estaba su madre, quien suspiró al ver a Porco tan apegado a Marcel.

La Sra. Galliard tomó a Porco entre sus brazos para que Marcel fuera a descansar, sin embargo el pequeño rubio rápidamente le hizo saber que no quería estar lejos de su hermano.

—¡Marcel!—llamó con la voz temblorosa a punto de llorar otra vez cuando vio que el castaño se estaba alejando.

—Porco, tu hermano tiene que descansar—le regañó su madre.

One-shots para fangirlear con los Guerreros de Marley | Shingeki no KyojinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora