Prefacio

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No se acostumbraría jamás al gran movimiento de peatones en la noche por toda la ciudad, lo único ventajoso de estar allí es que no le echaban miradas extrañas cuando de vez en cuando salía con su vestuario porque simplemente le daba la gana. Sin embargo, esta noche quería ser reservada, quería guardar la magia de su alter ego para toda la noche, así que vestía un sobretodo negro que daba ese efecto de que su cabello largo y rojo brillara como un foco en medio de la noche.

El taxista la veía de reojo de vez en cuando por el retrovisor, en una de esas ella le retuvo la mirada con sus ojos color marrón oscuro y le dijo:

- No me molesta que me mires, lo que si me va a molestar es que tu distracción haga que no llegue a tiempo.

Volteó la mirada hacía la ventana mientras veía pasar el camino.

- Lo siento, señorita - el taxista aclara su garganta - es que me pone nervioso ver mujeres hermosas y no puedo evitar mirarla.

Ella suspira.

- No eres de aquí - vuelve a mirarlo por el retrovisor - Yo tampoco pero te ruego que no choques. Hoy no.

- ¿De dónde es usted?

Ella levanta la mano como señal de que detenga la conversación, odiaba hablar con la gente, le incomodaba hablar de ella con cualquier desconocido.

El taxista sintió vergüenza, asintió y seguieron el camino en silencio.

Ella siente que su celular vibra y mira la pantalla la notificación.

Alice
Señora, ya estoy aquí.
Hoy es el día... La noche, mejor dicho 😊

Abre el mensaje y escribe.

Nos vemos, te llevo algo adicional para que lo uses esta noche. Nada de peros, sabes lo que pasa si te niegas 😉

Ella mira su bolso que está en el asiento continuo y sonríe.

Alice
De acuerdo, Señora.
Gracias
Por todo, siempre 💋

Guarda su celular y sigue viendo por la ventana.

Diez minutos después el taxi se detiene frente a un local que pareciera ser una disco o un bar, estaba repleto de personas esperando entrar y tenía un inmenso letrero en rojo neón y con letras cursivas que decía Mazmo.

- Gracias y quédese con el cambio pero hágase un favor, no mire de manera sospechosa a las mujeres que suben en su taxi. Las asusta y podría llevarse una sorpresa. Las mujeres de Nueva Orleans son de armas tomar... ¿Si sabe a lo que me refieron no?

- Si si señorita, muchas gracias.

Ella elegantemente sale del taxi y el portero de la entrada corre hacía ella para ayudarla.

- Dime Lorenzo, ¿Tu jefecito ya está en su oficina tomando su brandi asqueroso?

- Si, Señora y muy bien acompañado. - Le contesta el hombre de piel canela, alto y musculoso.

- Define "bien acompañado" ¿según tú o según Unzaga? - Lo mira de reojo y sonríe mientras él le hace paso en medio de la muchedumbre que estaba aglomerado en la puerta.

- Pues, según el Amo Bill.

Ella pone los ojos en blanco y se detiene frente a Lorenzo - Entonces, da igual. Permíteme, de aquí avanzo sola - Le da una palmada en el pecho y le guiña el ojo.

Usaba tacones de aguja rojos brillantes, sobresalían a través de un pantalón ajustado desde los tobillos hasta su cintura, bien ceñido a su cuerpo curvilíneo y un top de tela transparente negro donde mostraba sus dos pechos sin brasier. A medida que avanzaba por el pasillo iluminado de un azul oscuro casi neón iba quitándose el sobre todo porque ya sentía el calor, giró hacía la derecha y bajó 4 escalones, 3 puertas más y entró a un pequeño cuarto.

MAZMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora