Our Home

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Para mi bebé WitchKobik
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          El día se había pasado en un abrir y cerrar de ojos. En especial para la feliz pareja que habitaba la residencia Maximoff.

Para Wanda, la mañana inició con una jocosa sesión de chismes con su vecina, Agnes, poco después de las diez, seguida de una merienda en el club, presidida por nada más y nada menos que la estirada de Dottie, y luego, a media tarde, estuvo esa caminata por el centro junto a la simpática —aunque algo peculiar— Geraldine.

Para Bucky, el papeleo aburrido y trabajo monótono no se hicieron esperar en cuanto puso un pie en la oficina. Sin mencionar la incisiva mirada del señor Heart, quien parecía jamás quedar satisfecho con nada de lo que él hiciera. Un sándwich de pavo y jugo de ciruela a la hora del almuerzo, algunos chistes tontos compartidos con Norm mientras bebían el café de las tres. Recoger sus cosas y darse prisa en llegar a casa poco después de que el reloj marcara las seis.

Sí, el día había estado bien. Pero, la verdadera magia comenzaba al anochecer.

Un beso en los labios y un abrazo. Un "¿Cómo te fue?" seguido de un "Te extrañé". Una cena a la luz de las velas, un par de trucos que los hizo reír. El aroma dulce de las rosas recién cortadas, y la complicidad que embriagaba la atmósfera de aquel hogar. Dos amantes bailando al compás de la gloriosa voz de Frank Sinatra.

La noche era perfecta, la vida les sonreía. ¿Y cómo no lo haría? Si se encontraban en brazos de la persona indicada.

Bucky entrelazó una de sus manos con la de Wanda, mientras que la otra la guió sutilmente hasta su cintura. Ella acortó la poca distancia que los separaba, acoplándose perfectamente al cuerpo de su marido y le obsequió una mirada. Una que —él juraría— podría iluminarlo todo en medio de la más oscura tempestad.

Bucky la hizo girar un par de veces antes de volver a estrecharla, sin tener muy claro si en un futuro sería capaz de soltarla. Con una sonrisa dibujada en el rostro, se dedicó a disfrutar de las maravillas que la mujer de preciosos ojos verdes lo hacía experimentar.

Wanda Maximoff había sido un brío de esperanza que llegó cuando él más lo necesitaba. Desde que la conoció, la vida empezó a cobrar colores que jamás imaginó. La simple acción de caminar se sentía como volar, siempre y cuando lo hicieran tomados de la mano. Con ella todo era mágico, todo era mejor. Casi, casi como un sueño... o una ilusión.

—¿Todo esto es real, Wanda? —se atrevió a preguntar, en medio de su idilio.

Aguardó pacientemente por una respuesta que, luego de varios segundos, jamás llegó. Frunció el ceño. Primero la sintió tensarse, y después ya no la sintió. Bucky abrió los ojos de par en par, percatándose de que The Way You Look Tonight había dejado de sonar, siendo reemplazado por un silencio sepulcral que consiguió helarle la sangre.

—¿Wanda? —preguntó hacia la nada, con la voz entrecortada.

Ahora se encontraba de pie en medio de una habitación vacía, fría, bañada en penumbras. Totalmente solo, temblando, con el corazón latiéndole tan rápido y tan fuerte que daba la sensación de que en cualquier momento éste podría fugarse de su pecho.

—¿James? —un murmullo lo hizo voltear de sopetón.

Ahí estaba ella. Rodilla en tierra, vistiendo su antiguo traje de combate, cubierta de pánico y suciedad. Tenía una herida preocupante junto a la sien, y por sus mejillas descendían decenas de lágrimas amargas.

OUR HOME ↬ 𝐰𝐢𝐧𝐭𝐞𝐫𝐰𝐢𝐭𝐜𝐡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora