Camina, camina y camina. No paraba de repetir esas palabras en mi mente. Realmente había escogido un mal día para salir a comprar infusiones de té. Pero cuando algo se me antojaba no podía dormir. La tormenta no paraba ,y esta había roto mi paraguas dejandome con el gorro de mi chaquetón como única protección.
El problema no era el viento, ni la lluvia que la tormenta proporcionaba. Cuando salí de la tienda poco iluminada que se encontraba a unas calles de mi hogar, empecé a escuchar unos sonoros pasos ágiles que por supuesto no dejaban de seguirme en ningún momento. El miedo recorría mi anatomía de pies a cabeza. La calle estaba desierta. Si me atracaban nadie lo vería. Tampoco era un problema muy grabe pues no llevaba ni móvil ni dinero pues me lo había gastado en las infusiones.
Curiosa me giré pero no vi nada. Seguí con mi paseo mas tranquila. La tormenta cada vez era mas intensa y el viento me movía de un lado a otro como si de una pluma me tratase. Temiendo a que el viento me empujase contra algún peligroso sitio, me metí en un viejo bar donde unos ancianos bebían de sus respectivos vasos mientras conversando entre ellos. Incómoda fui capaz de pedirme un refresco y esperar a que la tormenta aflojarse.
Perdón por el capítulo corto, pero los primeros capítulos son hechos que le pasan a la protagonistas. Me gustaría que comentasen o votasen, gracias.
Belén