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Joohyun se había encerrado en el baño cuando el timbre para salir de clases sonó, ignorando por completo la tímida voz de Joomi que la estuvo llamando todo el día, y se sentó sobre el cubículo mientras se obligaba a tomar aire y calmar la sensación pesada en su estómago.

Llevaba una semana haciendo eso: huir de Ahn Joomi, ignorándola como si nada, para esconderse en los baños menos usados del instituto, hasta que sabía que todo el mundo se había ido y regresar a casa caminando, esperando calmar un poco su mente de toda la ansiedad que cada día se volvía más y más torturadora.

No se veía capaz de salir con el resto de personas para ver a Joomi acercándose a su hermana mayor, porque sentía que iría a exigirle respuestas a pesar de que no quisiera saber la verdad.

Soltó un bufido.

¿Qué verdad? Sus madres eran YongHee y ByulYi. Nadie iba a cambiar eso, menos la presencia fantasma de una persona que no conocía.

Se puso de pie, agarrando su mochila, y salió del baño caminando hacia la salida. Por supuesto, se quedó quieta en el umbral de la puerta cuando observó a Joomi sollozando dentro de un auto mientras otras dos chicas discutían afuera.

Reconoció a Seulgi, por supuesto, con su chaqueta de cuero y su cabello desordenado, pero la otra chica...

No, demonios, tenía que irse de allí.

Se giró, tragando saliva, bajando la cabeza, pero su suerte, por supuesto, no la iba a ayudar mucho en ese momento.

—¡Jooohyunnieee!

Se quedó quieta cuando el grito de JiEun resonó en el patio y levantó la vista, viendo a su hermanita corriendo hacia ella con una expresión llena de felicidad.

Mordió su labio inferior, batallando internamente si volver o no al interior del colegio, pero ya era demasiado tarde. Podía sentir los ojos de Seulgi puestos sobre ella, poniéndola más nerviosa que nunca.

JiEun se lanzó a sus brazos, riendo.

—¿Qué ocurre, princesa? —preguntó con tono dulce, fingiendo una calma que no sentía.

La chica arrugó el ceño.

—Hoy es viernes —dijo confundida.

Joohyun dejó salir el aire, derrotada, porque había olvidado que cada viernes llevaba a JiEun a comer helado luego de clases.

—Vamos entonces —se apresuró a decir dispuesta a salir corriendo de allí si era posible.

Por supuesto, no resultó.

—Joohyun.

Aunque se llevó una sorpresa cuando la persona que habló no fue Seulgi con su voz profunda y aterciopelada, sino una voz más suave y dulce.

—Vámonos, SeungWan —habló Seulgi antes de que se girara, y viera a la chica que había hablado.

La tal SeungWan le observaba inocentemente, con ojos enormes y solicitantes, y sintió que algo no estaba bien.

—¿Unnie? —preguntó JiEun confundida.

—Suéltame, Seulgi  —gruñó SeungWan tirando de su brazo, pero la chica no obedeció—. ¡Qué me sueltes!

—¡Deja de comportarte como una niña!
—replicó Seulgi sin soltarla.

Joohyun percibió el olor omega que soltaba SeungWan, dulce y envolvente.

Entonces, notó lo que estaba mal.

Marcada.

SeungWan era una omega marcada.

Yuanfen [Moonsun] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora