Soy feliz.

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Incluso si giraba mi mirada a otro lado, no había nada más allá de un inmenso negro.

Este es mi mundo.

Un lugar con nada más que un negro interminable.

Y este momento era como cualquiera de los que recuerdo. No hay nadie más que quisiese estar aquí, así que yo narraré.

Todo lo que sé y por qué lo sé es algo que desconozco completamente. Se que mi cuerpo esta hecho de carne y hueso, sé que tengo extremidades y las utilizo para mis necesidades, sé que necesito alimentarme para mantenerme de pie, sé que poseo un cerebro con el cual pienso...

Sin embargo, no recuerdo haberlo aprendido.

Mis días son simples, abro mis ojos para encontrarme con el mismo paisaje una y otra vez.

Camino en una dirección, dando vueltas y vueltas... Extrañamente, aún si mis ojos no ven un obstáculo, simplemente hago el mismo recorrido sin equivocarme. La voluntad de poder caminar la dirección que quiero es un juego de suerte cada vez que lo intento.

No es que hubiese alguien que me lo impidiera, pero jamás tuve la fuerza para cambiar mi camino.

Después, a pesar de no haber una señal de alto o una parada en específico, yo sabía a donde detenerme. Estiraba mis manos, tratando de sostener algo, y como si la nada tuviera identidad, algo pasaba por mi boca, satisfaciéndome.

Unos cuantos minutos bastaron para realizar esa acción, e inmediatamente después de terminar, recorría el mismo camino de regreso, y volvía al mismo sitio.

Yo lo llamo "sitio", pero no había forma de diferenciar algún punto cardinal aquí.

Ni siquiera veía mis extremidades.

A decir verdad, estaba empezando a creer que un cuerpo era solo un mito.

Esa es mi vida.

La rutina que sigo todos los días desde que tengo memoria, la repito, mínimo, 2 veces por cada "ciclo" antes de poder descansar.

No obstante, solo dormir hacía que me encontrara con el mismo fondo negro que siempre veo.

Los misteriosos sabores que danzaban por mi boca dos veces por "ciclo" de repente regresaban a mis labios. No es poesía o una reflexión, siento que fue más porque tenía hambre o algo así. Me acosté sin pensarlo tanto, y caí inmediatamente.

Al día siguiente...

—¡Oh!

Por supuesto que sabía exclamar, tampoco soy robot

Pero eso no tenía nada que ver con la situación, o bueno, no de esa manera.

Usualmente, cada que voy a la única parada que existe en este universo, no tengo altas expectativas de lo que entre por mi boca.

Justo cuando probé lo de siempre, o lo que yo creía que siempre comía, todo mi ser se tensó.

El sabor superó mis expectativas...

Ese sabor me resultó muy familiar.

A mi parecer, cada "ciclo" es bastante tranquilo y relajante, como si no hacer nada es lo mejor que me puede pasar en cada momento. Fue todo lo que desee siempre, aunque no sé porque...

Mi ansiedad por saber más sobre ese sabor fue tan alta que intenté tomar otro pedazo de nada para degustarlo.

Y lo que recibí fue algo diferente.

—Abre tus ojos.

Una pequeña grieta blanca se abrió en el suelo, entre los pedazos de nada y yo, tan pequeña como un hilo. De ella provenía esa voz, una voz tan serena y tranquila como la nada. Esa grieta tan fina se extendió hasta el infinito, hasta que ya no pude ver más allá de lo que me permitía mi vista.

Ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora