Jungkook se miró a sí mismo en el espejo, con sus ojos cristalizados, llenos de lágrimas. No eran de tristeza, más bien, eran gracias a las incontables noches de insomnio y pensamientos de mujeres revolcándose.
Su camisa blanca cayó por su hombro, su barbilla se inclinó hacia su reflejo, dejando ver su piel pálida, reluciente. Su diamante reposando en la parte inferior de su clavícula, brillando. La piedra enjoyada le trajo mucha satisfacción, una que los miserables sucesos cotidianos no podían cumplir.
Jungkook estaba sentado en el pequeño asiento blanco frente al tocador de Rósie que había traído de casa. La madera blanca en la parte superior le recordaba su delicada belleza, en la que no se esforzaba demasiado. Sus labios siempre de un bonito tono rosa se volvian más rosados con labial o bálsamo. Sus mejillas se sonrojaban, contrastando maravillosamente con su cabello rubio que siempre caía en rizos sobre sus hombros. Su cuerpo pequeño, siempre luciendo más pequeño cuando usaba sus vestidos amplios. El rosa claro en la punta de sus dedos hacía que sus manos más pequeñas se vieran bonitas, todo su físico era bonito, todo sobre ella... era bonita, bonita, bonita.
Jungkook nunca estuvo enamorado de ella, siempre la había envidiado.
Porque en el fondo, desearía poder ser ella.
Rósie podría haber estado con Taehyung, ella habría satisfecho todos sus deseos. Se habrían besado y Taehyung habría sostenido su pequeño cuerpo entre sus brazos, y sus llamativas apariencias rubias se habrían fusionado como agua y arena. Jungkook y Taehyung no eran como el agua y la arena.
Eran agua y fuego.
Cada acercamiento a Taehyung era explosivo, estallando cada vez en una llama más grande. Nunca podrían estar juntos afuera. Jungkook nunca podría ser lo que Taehyung realmente anhelaba, y esa era la verdad que escondía con vigor. Si Jungkook fuera una mujer, todo sería mucho más sencillo.
Hace meses, unos días después de su matrimonio, Jungkook estaba seguro de estar enamorado de Rósie. Siempre la había encontrado hermosa, siempre había querido estar más cerca de ella, ver cómo se movía, cómo hablaba... Pero nunca estuvo enamorado, solo era deseo. Un fuerte deseo de ser como ella.
No una mujer. Pero, bonito si.
—¿Jungkook? —Escuchó la voz de Rósie. Había regresado del trabajo. Estaba junto a la puerta. Jungkook volteó la cabeza hacia ella, luciendo precioso a la luz de la luna, como una flor —¿Estás bien?
El chico asintió, dándole una pequeña sonrisa.
—Lo estoy —Dijo en voz baja —¿Cómo- um- cómo estuvo el trabajo?
—¿Has estado llorando? —Rósie preguntó en voz baja. Sonaba cariñosa, pero en realidad, estaba inquieta. Siempre lo estaba cuando veía a Jungkook ser tan frágil, tan... femenino.
—No. No, yo... —Jungkook comenzó a decir, levantándose del pequeño asiento,
acomodando el hombro de su camisa —Estoy bien.—Esa camisa parece demasiado grande
para ti —señaló Rósie, confundida. Jungkook sintió la fina tela de la que estaba hecha la camisa y se mordió el labio.—E-es de Taehyung. Debí haberla tomado accidentalmente en Francia —Jungkook dijo, tímido.
—Está bien. Iré a hacer la cena —Rósie dijo, dándose la vuelta para salir. Jungkook exhaló un suspiro y luego caminó hacia su estudio para encontrar el único teléfono en su casa. Estaba a punto de llamar al número de Taehyung, pero vaciló.
No sabía si llamar al hombre era la mejor opción en ese momento. La última vez que se habían visto, se habían comportado tan inestables, tan desiguales, se habían quedado en un punto en el que Jungkook no quería estar. Con todo lo que pasaba en casa, en el trabajo, en cualquier otro lugar, pelear con Taehyung se sentía horrible. Taehyung era su única fuente de felicidad en ese momento, por
muy poco saludable que pareciera.
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SOMEBODY TO LOVE || TAEKOOK
FanfictionEnamorse de un hombre durante los años 50 nunca fue algo que Taehyung o Jungkook hubieran imaginado. Especialmente cuando ambos estaban casados con sus hermosas esposas. O la historia de dos amantes que nunca fueron el uno para el otro, pero el dest...