El miembro entra, desconectando todos los cables de su cerebro, olvidando la humillación a su ser, su integridad y dignidad. Incluso los clavos en sus meridianos. Lo hace olvidar hasta de su propio nombre. Y muchas cosas podrían pasarle, pero nunca olvidaría su identidad.
Muerde el paño en su boca mientras trata de estabilizar sus ojos. Se remueve, sintiendo la soga apretarse en sus muñecas, el roce de su túnica aún puesta recorrer su pecho. Suelta un gemido mientras entierra su cabeza en la cama. No tendría problemas en soltar un gruñido de placer si fuera con cualquier mujer, incluso pedir por un ritmo más movido. Sino fuera porque quien lo está penetrando es Wen Kexing.
Y a él no le dará el placer de demostrar que ha tocado un punto dulce.
No hace falta decirlo. Una mano toma su cabello, indignadolo aún más, mientras empieza a entrar y salir a un ritmo rápido, duro, tosco, fuerte. Posiblemente descargando todas las ganas que ha tenido de tenerlo de esa forma desde que se conocieron.
Estaba recostado en medio de la cama, su túnica exterior sobre las sábanas revueltas, pero su túnica aún estaba puesta, levantada hasta su espalda alta. Sus rodillas no tocaban el suelo, estaban suspendidas en el aire. Dándole la espalda al hombre detrás de él.
Hombre semidesnudo, no muy diferente a su querido Ah-Xu. Todo fue muy imprevisto, Wen Kexing insistiendo, Zhou Zishu hastiado y con el fuego en sus venas que no había sentido desde tantos años. Le quedaban tres malditos años, no hay mucho que pudiera perder.
Así que...estaba harto. Lo hizo. Permitió que Lao Wen lo besara, permitió que lo acariciara en lugar no acariciados, permitió que le quitara las ropas y lo hiciera sentir bien. Esta posición lo descolocó demasiado, no espera esto en su primera vez tanto juntos como suya. Pero Lao Wen...es Lao Wen. Y lo odia, pero no puede vivir sin eso.
-Ah-Xu...- llama la voz burlona, aumentando las embestidas.
El único sonido de la habitación silenciosa era los gruñidos de Wen Kexing, los intentos de -no gemidos- de Zhou Zishu, y los sonidos de la piel chocante, estruendoso, junto a los crujidos de la cama y el golpeteo de la clavícula contra el trasero. Junto con la música lasciva de un pene húmedo entrando y saliendo de una entrada.
-Ah-Xu...No quiero con mis dedos, ni con las tijeras abrir la carta. Con cuidado levanto la solapa violeta, porque guarda, secreto, un beso de mi amada.
Ah-Xu rueda los ojos, ni en medio del sexo es capaz de callarse. Un escalofrío recorre por su espalda al sentir un pecho caliente derretir su frialdad.
-Ah-Xu...- vuelve a llamar, sin detener sus embestidas, murmurando en la oreja derecha de su amada alma gemela, donde lame su lóbulo, chupa y muerde.
Ah-Xu siente los lagrimales, cuando Lao Wen golpea y golpea su lugar, maltratándolo y haciéndolo sentir cosas que nunca había sentido.
-Ah-Xu...¿por qué estás tan callado? Mi amado esposo - Zhou Zishu se mueve, principalmente para querer golpear al imbécil detrás de él, pero en cambio suelta un gemido escondido en su garganta, al sentir el enorme miembro tocarlo.
El paño en su boca es quitado, dejando su lengua seca. En cambio siente unos labios tocar su cuello.
Esconde su cabeza en la cama, pero no puede evitar soltar un largo gemido. Entonces se da cuenta que no puede parar de gemir.
-¿Que hiciste? - murmura entre los jadeos turbulentos debido al movimiento.
Él solo responde con su enorme y hermosa sonrisa. Mientras deja largos besos húmedos en su cuello. Una lamida y sus colmillos están enterrados en la piel prístina.
-¡Más, más, más rápido! - la vergüenza pica en su ser. Nunca pide por más, no le gusta pedir por más. Pero solo no puede detenerse, por más que quisiera. Mordió la tela inservible, pero solo no puede detenerse - Lao Wen...
La lengua baja, se remueve e invade, en besos y saliva llegan hasta sus omóplatos. El pene entra y sale maltratando sus paredes, golpeando su punto y haciéndolo rodar los ojos. Esta mal, está perdido.
El roce de la túnica en sus pezones erguidos de placer y la tela golpeando su miembro rojo e hinchado. El golpe en su próstata, la sensación de tener ese canto de carne adentro, y un hombre protector a su lado. El nudo en su vientre.
Los dientes se encajan en sus omóplatos.
El nudo en su interior se aprieta hasta que explota, su visión se vuelve blanca y no es capaz de recordar incluso dónde está. Se viene, manchando el suelo y apretando el miembro en su interior.
-¡Lao Wen! - jadea con su voz rota, lo que es suficiente para hacer venir al hombre en su interior.
Mierda, se vino en su interior. Demonios, solo esperaba que no hubiera consecuencias.
Unos labios tocan los suyos, chupando y lamiendo, saboreando el dulce sabor a alcohol y pastel de osamanthus. Son diylces, como deben de saber los besos de tu alma gemela.
-Con esmeró vuelvo el papel rosado que ella, solemne, ha doblado y palabra por palabra, línea a línea, leo. Con celo levanto el verde sello de correos. Tras de él se esconde un beso de mi amor.
Y con eso. Wen Kexing sonríe, acariciando el largo cabello de su amado.
*El poema es un verdadero poema. Llamado Besos por Correo, de Liu Dabai.