Capítulo 1

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El viaje por llegar fue bastante lejos, el silencio entre toda mi familia abundó mientras andábamos, y fue agotador por completo

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El viaje por llegar fue bastante lejos, el silencio entre toda mi familia abundó mientras andábamos, y fue agotador por completo.

Solo mis ganas de entrar por la puerta de metal me hacían ver el tiempo lento, como si todo jugara en mi contra para hacer que los momentos fueran eternos, ¡al final, llegué!

Tomé asiento en el que rápido identifiqué como mi lugar, que tenía mi bandera, toda roja con mis estampados de hoz y martillo, los porto con orgullo en el parche que uso para cubrir mi ojo izquierdo, que fue herido durante la guerra y que, dejando de lado la cicatriz tan horrenda que dejó, ya no tenía capacidad de ver a través de él.

También descubro pronto el asiento de México, mirando sin hacer notar mi descaro, miro por lo bajo de las hojas repletas de información, y vuelvo mi vista hacia los mismos.

¿Cómo no iba a sentirme nervioso? Él ya estaba ahí, sentado, por suerte no me vio a los ojos, ¡pero que nervios!

Solté un poco de aire, y volví a mirar, más preparado para lo que sería un roce de miradas.

Volteó hacia mí, su curiosidad no se fue, moviendo la mano me saludó mientras mostraba sus dientes en una amplia y reluciente sonrisa.

Asiento con una pequeña mueca de felicidad, ¡aaaaaagh! No es normal que yo sonría, es casi algo involuntario que hago en cuanto sé que está cerca de mí, o cuando pienso en él.

Odio que sea capaz de provocarme eso.

Todos concordamos en mirar hacia la puerta, al notar que de países no faltaba nadie, nos topamos con el azulito.
Ese tipo que tenía una coronilla de hojas flotantes rodeando su cabeza, su rostro llevaba el diseño del mapa del mundo en blanco junto a un patrón de líneas.

Era un diseño extraño, agregando que era el único que llevaba alas, presumiéndolas con orgullo, pero no parece verse tan entusiasmado.

-- Lamento la demora. --Se disculpó, caminando hacia su lugar.-- Declaro la primera junta de la ONU oficialmente iniciada.

Lo primero que dijo fue eso, con una voz normal pasiva, tranquila, doblegando sus alas para que no llamaran tanto la atención.

Fue extraño, creí que lo que haría sería algo como presentarnos o algo, perder el tiempo como creí que lo haríamos, pero comenzó a hablar acerca de un tema que todos conocíamos y hablar de él era hasta castrante.

Observo con algo de pena a la pequeña Japón, ella se encoje en su lugar, tratando de ocultarse de todas las miradas que están sobre su ser, está demasiado nerviosa.
Voltea a su lado para mirar a Alemania, el chico que, sin parecerse tanto a Reich, lograba tener algunos detalles que incomodaban a las personas por los recuerdos.

Está claro que no se atreverían a hacer algo tan atroz como sus padres lo hicieron, más por las consecuencias de la guerra que sufrieron a causa de sus padres.

Serás míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora