Inconfesable

Parte 1 Sin Título

Kaoru. Cherry Blossom. Su amigo desde el instituto, compañero de skate, su alma gemela. Hace tiempo que Joe siente algo más que amistad por él, que no puede evitar mirarle y atesora todas y cada una de sus discusiones, todos y cada uno de los golpes que Kaoru le atesta. Le encanta sacarle de quicio, aunque muchas veces no lo hace a propósito. Las chicas le adoran, igual que a él, con la diferencia de que ese hombre de cabellos largos y rosados nunca les hace caso. Ni siquiera se esfuerza en disimular que no está interesado en las chicas, mientras Kojiro lo da todo para disimular que está interesado en él.

Por eso esa noche, cuando Kaoru le pide que se quede un poco más después de las carreras, lo último que Joe imaginaba era un beso como aquel. La boca de su amigo es suave y cálida y su agarre firme y fuerte. Kojiro no se resiste en ningún momento; devuelve el beso, desliza su lengua contra la del otro casi en un ritual de reconocimiento. Había imaginado ese sabor cientos de veces. Su cuerpo actúa sólo, sujetando la cintura de Kaoru. Sólo entonces, con sus cuerpos amoldándose el uno al otro en ese tímido abrazo, se hace plenamente consciente de lo que está pasando y la cara le arde. Sujeta el rostro de su amigo con ambas manos y se despega del beso.

—¿Por qué? —es lo único que atiene a decir. Ni siquiera sabe qué está preguntando ni qué respuesta espera. Sólo no lo entiende.

—Porque ya no podía más.

Es suficiente. Vuelven a besarse. Humedad, calor, respiraciones cada vez más agitadas. Kaoru tira de él hacia un rincón más oscuro. Comienza a acariciar su torso desnudo, buscando desabrochar la poca ropa que lleva de cintura para abajo. Niguna de las chicas con las que ha estado le ha tocado de esa forma, pero es que Cherry Blossom no es una chica y sus caricias son fuertes, ansiosas y decididas. Kojiro alarga una mano y tira de la gomilla que mantiene su pelo en una coleta. Cae por los lados de su cara, rosado, suave, como pétalos de cerezo. Entierra las manos en él.

—¿Qué pretendes? —murmura mirando cómo Kaoru ahora se empieza a quitar su propia ropa.

—¿A ti qué te parece?

—¿Aquí? —Joe siente que le arde la cara.

—¿No quieres?

—Claro que quiero —ambos están desnudos de cintura para abajo. Acaricia las piernas de Kaoru hacia arriba, levantándole la falda, viendo su hombría por primera vez—. Pero alguien podría pasar y vernos.

—No tardaremos mucho.

Esas palabras encienden aún más a Kojiro, quien efectivamente no se ve capaz de durar mucho. Saber que Cherry se siente igual hace que una corriente de placer recorra su cuerpo. Vale, le ha convencido. Hace que Kaoru se recueste ligeramente sobre una pared de roca y levanta una de sus piernas con una mano mientras que con la otra busca su entrada. Los ojos color ámbar de su amigo están vidriosos y clavados en los suyos. Si una chica le hubiese mirado con esa lujuria le habría hecho sentir incómodo, pero él no. Querría ver ese fuego en sus ojos todos los días de su vida. Se introduce en él lentamente. La sensación es realmente placentera.

—¿Estás bien? —pregunta, y ante la respuesta afirmativa, comienza a moverse poco a poco. La expresión de Cherry Blossom cambia y no sólo se nota que lo está disfrutando, sino que es algo que llevaba esperando mucho tiempo. Igual que él.

Como casi siempre, Kaoru tiene razón y no duran mucho tiempo. ¿Catorce? ¿Quince embestidas? Seguro que su amigo las ha contado. Terminan al mismo tiempo. Nota cómo el interior de Cherry Blossom se contrae y su semen le cae en el pecho. El hombre ahoga un gemido contra su hombro y Joe tiene que apretar los dientes para no gemir también.

—Alguien viene.

La voz robótica de Carla les sobresalta y se apresuran a ponerse la ropa de nuevo. No se miran a los ojos, como si ya pasado el calentón a ambos les diese vergüenza lo que acaban de hacer, pero hay cierta complicidad en los movimientos de ambos, en la manera que Joe le recoge el pelo. De espaldas a él. Kaoru sonríe.