9. Calor

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El calor es agobiante. Las gotas de sudor se deslizab lentamente por todo mi cuerpo. Mi cabello se pega a mi frente y cuello. La arena se mete por cada orificio de mi cuerpo, me ahoga, me hace llorar y me llena de impotencia. ¿Cómo es que termine en el desierto? No quiero estar aquí, odio este lugar.

A duras penas puedo abrir los ojos para ver el paisaje a mi alrededor. Arena, arena y más arena. Solo hay arena. Cometí el fatal error de abrir la boca, ya que ésta se llenó de arena. Tosí, pero cada vez hay más arena. El aire se volvió caliente, sofocante, insoportable.

El suelo a mis pies se volvió inestable. La arena me succionó y me envió al centro de la tierra, aunque infierno es una descripción más acertada. Ya no hay arena, pero el nuevo paisaje no es nada alentador.

Rojo. Fuego. Calor. Mucho calor. Un calor demasiado agobiante. El aire me quema. No puedo dar un paso sin quemarme las plantas de los pies. Sin más remedio, tuve que caminar para tratar de encontrar una salida. Cada paso es más difícil que el anterior, sin embargo, llegó un punto en que no pude seguir resistiendo, mis rodillas cedieron y caí al suelo, quemandome a causa del calor.

Thomas abrió los ojos abruptamente. Su corazón latía a gran velocidad, por lo que se sentó lentamente para tratar de calmarse. Con el movimiento notó que tenía la ropa pegada a causa del sudor, además de la inusual oscuridad de la sala. Cuando respiró hondo percibió que el aire era caliente, pesado, no tenía nada que ver con la frescura que recordaba sentir antes de irse a dormir.

Confundido por la oscuridad comenzó a girar su cabeza para tratar de contar algo de luz. Nada, ni siquiera la luz exterior de la luna o de la calle. Con cuidado tomó su teléfono y encendió la linterna. El brillo de la pantalla lo dejó ciego durante un instante, por lo que tuvo que parpadear varias veces para acostumbrarse a la brillante luz.

En ese momento lo único que le importaba era calmar la sed que quemaba su garganta, por lo que Thomas se puso de pie para dirigirse a la cocina. Se llevó una gran sorpresa al abrir la heladera y ver que ésta estaba oscura y caliente. En automático se sirvió un vaso de agua, asqueado al confirmar que estaba caliente.

Observando todo a su alrededor con cuidado, fue consciente de que la oscuridad absoluta no estaba solo en la sala, también estaba en la cocina ya que el refrigerador no tenía luz. Con cuidado se acercó a la ventana y descubrió que no era el único que estaba sumido en la oscuridad, los edificios que lo rodeaban y todo lo que alcanzaba su vista estaba oscuro.

Alzó una ceja sin poder creer que la oscuridad de la ciudad permitía que las estrellas fueran visibles. En su país natal él podía contemplar las estrellas, pero las luces de Italia se lo impedían. Tratando de retomar el rumbo de sus pensamientos se preguntó cómo es que la mayor parte de la ciudad esta a oscuras, sobretodo en una noche donde el calor es insoportable.

No es un país tercermundista que tenga problemas con los servicios básicos, es un país del primer mundo, esas cosas no deberían pasar. Bufo para liberar algo de la frustración que sentía ante la oscuridad y el calor intenso, no obstante, su corazón comenzó a acelerarse cuando escuchó un ruido detrás de él.

Una luz azulada comenzó a iluminar la sala y al observar rápidamente él percibió la silueta de Jane detrás de su teléfono móvil. Pese a la oscuridad y a la poca luz que ofrecía la linterna del móvil, Thomas pudo apreciar el cuerpo pequeño y delgado de Jane dado que la rubia sólo vestía una camiseta con tirantes y la ropa interior.

–¿Por qué todo está oscuro? –quiso saber Jane, sin embargo comenzó a sentirse incómoda ante la mirada lasciva que estaba recibiendo de Thomas. Cansada de la situación apuntó la linterna de su teléfono a los ojos del hombre para que éste deje de verla–. ¿Podrías dejar de observarme y solucionar esto? Hace demasiado calor y no puedo dormir.

Matrimonio por convivenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora