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Otra noche nació, nuevamente.
La luna llena iluminaba tenuemente El jardín de Jan, bañando todo en un matiz azulado. Los arbustos rojos, las ramas de los frutales, las plumbago violetas, todas se mecían suavemente con el soplo del viento.
Más adelante, bajo un sauce, había un círculo con piedras lisas redondas donde pequeñas suculentas crecían lentamente. En el centro había una cama donde Jan leía un simple libro sobre programación con ejercicios y problemas de lógica.

El completo silencio de la madrugada es cortado de repente. Una carcajada. Umbra se levanta alarmado, atento a cualquier indicio de un segundo ruido.

— Tranquilo amigo — Jan le hace una caricia.

Entonces se empieza a escuchar cada vez más fuerte un sonido rítmico, pulsante. Música. Cuándo las canciones se volvieron nítidas y las voces y los instrumentos se escuchaban claramente, Jan pudo distinguir el origen de tanto bochinche. Era un grupo de jóvenes pasando por el frente de su casa, de unos 18 o 19 años. Casi la misma edad que Jan. Pero a través de la vegetación no se podía saber con certeza.

La banda de amigos era numerosa, muchos cantaban y gritaban, otros bailaban y otros caminaban, siguiendo sin darse cuenta el ritmo de la movida canción. Se escuchaba también el leve chirrido de unas ruedas. Jan no pudo evitar levantar la mirada y quedarse mirando. Fue imposible volver a su lectura hasta que todos habían salido de su visión. Sonrió, acariciando una vez más a Umbra. No le molestaba la distracción, más bien le generaba curiosidad y cierta envidia sana. Vio, una vez más, una silueta detrás del cerco de plantas.

Alguien se había quedado atrás.

—Hola? — inquirió la voz —Hay alguien acá?—Era una voz femenina.

A Jan se le heló la sangre. De repente su tranquilidad fue arrebatada para serle entregada un poco de incomodidad. Después de un segundo de duda, contestó:

—Sí, yo estoy acá. necesitas ayuda?—

La chica rio suavemente —No no, es solo que quería preguntarte si te interesaba acompañarnos a mi y a mis amigos—

—Ehhh, ahh— Musitó Jan, muy inteligentemente.

Ella rio nerviosa —Ya se que es algo raro, pero te prometo que no somos criminales— rió nuevamente.

Jan decidió meditar bien la situación. Generalmente cuando tenía que tomar una decisión frente a una chica, su cerebro se descontrolaba y tomaba una decisión apurada.

—Esperá ahí— Fue su respuesta.

La figura de la joven se estiró sobre la pared vegetal e intentó ver dentro del jardín. Se escucharon pasos descalzos y justo detrás el tica tic de unas garras contra el suelo duro.

Después de unos segundos se abrió la puerta, suavemente. Jan asomó la cabeza, pero no salió, apoyando los brazos en los costados de la puerta. Ella se acercó, subiendo los escalones de madera rápidamente hasta la entrada. Se frenó justo en frente de su cara, sonriente.

Tenía unas botas negras de cuero endurecido que parecían una mezcla de botas de trabajo y de diseñadora. Llevaba una pollera oscura, a juego, apretada en la cintura por un ancho cinturón de hebilla grande y decorado al estilo punk. Tenía puesto un buzo rojo de Los Ramones tan holgado que si se agachaba un poco hacia adelante, le tapaba hasta las rodillas. Llevaba el pelo negro atado en una colita alta, pero tenía unos pocos cabellos que le caían por la cara.

Sintió sus ojos clavados en los suyos—Hola...— dijo Jan, apartando la mirada— Emm, no me dijiste tu nombre— incitó, obligándose a mirarla a los ojos. Estaban pintados de un azul profundo. También estaban ligeramente delineados con carbón, lo que le daba un toque oscuro a tanta expresión contenta.

—Vos tampoco el tuyo— Dijo frunciendo el cejo. Como si lo estuviera regañando.

—Ja, supongo que no. Soy Jan— Y estiro la mano, algo casi demasiado formal para los adolescentes.

Pero ella la sacudió violentamente al son de    —Un gusto! Soy Violeta y me gustaría que me acompañes—

Jan se tomó un segundo para leer la expresión de Violeta. Parecía sincera, y realmente querer que vaya con ella. Sus ojos se sorprendieron de repente, había visto algo atrás de Jan. Entonces se agacho y extendió las manos.

El perro salió por entre las piernas de Jan, haciéndole sobresaltar, para ir a parar a los cariños de Violeta.
—Hola perro lindo!— grito Violeta mientras le rascaba atrás de las orejas—Hola bello! Como se llama?—
Jan no pudo contener una risita y dijo —Este es Umbra, mi perro— Al escuchar su nombre se dio vuelta y se acercó de vuelta a la seguridad de Jan. Se agachó, imitando a Violeta y empezó a mimarlo.

—Entonces... venis?— preguntó Violeta, inclinando la cabeza sugestivamente.

Jan escrutinio su cara una vez más. Dio un resoplido y decidió que por una vez, iba a tomar un riesgo, iba a confiar. Se paró. La música todavía se escuchaba a lo lejos.
—No me dijiste ni siquiera para que iríamos— Ella iba a replicar, pero la interrumpió levantando una mano entre los dos— Pero no importa— Le dedicó una sonrisa que esperó que sea simpática — Vamos—

En ese instante ella sonrió hasta que se le achinaron los ojos, se dio vuelta y salió corriendo.
—CORRE!!— Grito a todo pulmón.
Jan lo miro a Umbra, se miro los pies desnudos y miro a la calle y la espalda de Violeta alejándose, revoleando su pelo azabache de un lado a otro.
—Umbra, volvé al jardín—
Y corrió.

El cuento de las estaciones (La Noche Vivaldi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora