CAPÃTULO 3
Cómo me retiré prematuramente
En la primavera de 1999, me programaron para dar una pláti- ca a un grupo de aproximadamente 250 banqueros en Los ÃÂn- geles. Como yo iba a ser el primer orador de la mañana, volé la noche anterior desde Phoenix, donde vivo. Después de de- sayunar, me senté en mi cuarto de hotel y me rasqué la cabeza pensando en lo que podÃÂa decir a ese grupo de banqueros. Mi plática habitual sobre estados financieros, formación finan- ciera y las diferencias entre un activo y un pasivo parecÃÂa in- adecuada para ese grupo. Corno eran más que banqueros co- munes y corrientes, eran banqueros hipotecarios, asumàque conocerÃÂan los conceptos financieros básicos de los que yo hablaba con mayor frecuencia, o por lo menos esperaba que asàfuera.
Mi plática estaba programada para las 9:30 a.m., ya eran las 8:00 a.m. y no sabÃÂa qué ángulo o que idea nueva podÃÂan ser apropiados para el grupo. Sentado frente al escritorio de mi cuarto, le eché un vistazo al periódico matutino gratuito que el hotel me habÃÂa proporcionado. En la primera plana ha- bÃÂa una fotografia de una pareja feliz sentada en su carrito de golf. El encabezado en negritas decÃÂa: "Decidimos retiramos prematuramente".
 El artÃÂculo proseguÃÂa a explicar que el plan de retiro 401(k) de esa pareja habÃÂa tenido un desempeño tan bueno en los últi- mos diez años en ese mercado bursátil tan floreciente que ha- bÃÂan decidido retirarse seis años antes de lo que tenÃÂan planea- do. Él tenÃÂa 59 años y ella 56. El artÃÂculo los citaba diciendo: "Nuestros fondos de inversión han ido tan bien que un dÃÂa nos dimos cuenta de que éramos millonarios. En lugar de trabajar seis años más, hicimos cuentas, vendimos nuestra casa, compramos una más pequeña en esta aldea de retirados, pusimos el dinero extra de la venta de nuestra casa en un certificado de depósito de alto rendimiento, redujimos nuestros gastos y ahora jugamos al golf todos los dÃÂas".
HabÃÂa encontrado el tema para mi plática. Al terminar el artÃÂculo me di una ducha, me vestày me dirigàa encontrarme con los banqueros hipotecarios que me estaban esperando. Exacta- mente a las 9:30, me presentaron y me llevaron al escenario. Levantando el periódico en el aire, comencé mi plática señalando la fotografÃÂa de la pareja recién retirada y repitiendo el encabezado: "Decidimos retiramos prematuramente". Luego dije cuáles eran las edades de la pareja, 59 y 56, y leàunos cuantos comentarios del artÃÂculo. Bajando el periódico, dije: "Mi esposa, Kim, y yo también nos retiramos prematuramente. Nos retiramos en 1994. Yo tenÃÂa 47 años y ella 37". Eché un vistazo alrededor de la sala y permitàque la diferencia de edades y las fechas se hiciera ver. Después de un silencio de aproximadamente diez segundos, seguàpreguntando: "Entonces déjenme preguntarles esto... ¿cómo es posible que yo haya podido retirarme doce años antes que él... y mi esposa diecinueve años antes? ¿Qué hizo la diferencia?"
El silencio era ensordecedor. TenÃÂa un mal comienzo. SabÃÂa que era temprano y que le estaba pidiendo a la audiencia que pensara en vez de simplemente escuchar. SabÃÂa que probablemente sonaba arrogante y presuntuoso al comparar mi retiro prematuro con el de la pareja del periódico. Sin embargo, yo querÃÂa dejar en claro mi punto en ese grupo y era demasiado tarde para dar marcha atrás. Me sentÃÂa corno un comediante de bar que acaba de contar su mejor chiste y la audiencia no se rÃÂe. Presionando dije: "¿Cuántos de ustedes planean retirarse pronto?"             Â
Una vez más no hubo respuesta. Nadie levantó la mano. La
Incomodidad en la sala estaba creciendo. Estaba muriendo en el escenario. SabÃÂa que tenÃÂa que hacer algo rápidamente. Mirando al grupo, pude ver que la mayorÃÂa eran más jóvenes que yo. Los pocos que tenÃÂan mi edad no estaban impresionados con mi plática sobre retirarse pronto. Rápidamente dije: "¿Cuán- tos de ustedes tienen menos de 45 años?"