Capítulo 2

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Regresos inesperados 

Me desperté con el sonido de la alarma, así que alargue mi brazo hasta la mesita de noche, dónde se encontraba mi móvil y le apague la alarma mientras salía de mi cama  con mi móvil en dirección al baño, antes de entrar al baño deje mi móvil sobre la mesa que está al lado de la televisión y fui a ducharme.

Me duche rápido para no llegar tarde al instituto, envolví una toalla en mí cuerpo, cuando salí del baño fui al armario saque un jean, una camiseta blanca y una chaqueta sin mangas que me llega a la altura de la cintura, busque entre mis zapatos y decidí ponerme unas zapatillas negras.

Tome mi móvil de la mesa guardándolo en la parte delantera de mi jean, agarre mi mochila y me la coloque sobre el hombro mientras me hacia una coleta. Salí de mi habitación y baje la escalera en dirección a la cocina, donde estaba mi Nana.

―Buenos días ―me saludo, con una enorme sonrisa.

Hay veces en las que pienso que mi Nana disfruta de esta situación, en la que yo soy la esposa de un misterioso empresario, sin embargo no creo que esa sea la razón del por qué se ve tan feliz.

―No veo lo bueno del día, más bien hasta ahora lo consideró un día pésimo, con solo despertar en una cama, de una habitación, de una casa, que no es la mía, con eso me basta para estar molesta ―deje mi mochila en el suelo y me senté en uno de los taburetes de la cocina.

―Despertaste de mal humor hoy ―me dijo con una sonrisa.

Por alguna razón mí Nana está más feliz de lo normal, desde que entre aquí no se le ha borrado esa sonrisa del rostro ¿Estará saliendo con alguien a escondías de mí?

―¿Se nota mucho? ―le pregunte con sarcasmo― cómo puedo estar de buen humor si me obligaron a casarme y a irme de mi casa, además se suponía que te quedarías conmigo dos meses, pero no, sólo estarás aquí una semana ―un poco de rencor se encontraba en aquellas palabras.

―Entiendo que esto es difícil, pero es por una buena causa, ―dijo sentándose a mi lado― por cierto, ahora que estamos hablando de buenas causas hay alguien afuera que te llevara al instituto ―me miro algo divertida.

―¿Alguien me vino a buscar? ―fruncí el ceño sin darme cuenta.

―Sí, un joven muy apuesto ―tome mi mochila del suelo y salí de la casa.

Me sorprendió ver al joven que esta de espalda apoyado en una moto, acomode mejor la mochila sobre mis hombros y comencé a caminar a paso rápido, pero ¿Qué hace aquí? se suponía que llegaría dentro de una semana, cuando llegue junto a él, tape sus ojos con mis manos.

―¿Se están turnando para pasar tiempo conmigo? o simplemente quieren atormentarme un rato ―tomo mis manos y las quito de sus ojos.

―¿Tú crees, que le di la vuelta al mundo solo para pasar tiempo conmigo? ―se giró para mirarme― por supuesto que solo vine atormentarla, Señorita Adeline ―sé que inclinó para hacer una reverencia.

Sus ojos azules hicieron contacto con los míos, se veía más alto desde la última vez que nos vimos pero sigue siendo el mismo Anthony o por lo menos eso creo.

―Ya sabía que no venías a nada bueno, ―me acerque más a él. Y suspire de manera exagerada― no tengo más remedio que aguantarte por unos cuantos días ―me encogí de hombros.

Anthony se deslizó por arriba de la moto tomándome entre sus brazos, no tarde mucho en reaccionar, devolviéndole el abrazo, estuvimos unos segundos más así hasta que mí Nana nos interrumpió.

AbelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora