CAPÍTULO XIII La revelación

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Arthur quedó tirado en el suelo de repente alguien entró y vio la puerta forzada y a él en el piso, de inmediato tomó su teléfono y llamó a la ambulancia. Luego entre tanto desespero lo recogió para intentar sacarlo y sentarlo. Su cabeza estaba llena de sangre y tenía una abertura frontal grande, aquella mujer no sabía que hacer así que presionó en la herida para poder evitar que sangrara más. Los paramédicos le preguntaron que había sucedido pero ella no lo sabía, explicó que solo iba a ir al baño y él estaba tirado sangrando, si muchas preguntas lo pusieron en la camilla y se lo llevaron a Hospital  más cercano. En sus bolsillo se encontraba su teléfono ella lo había tomado para verificar en sus llamadas recientes cuál era sus contactos más recientes para informar que estaba en el hospital, entre ellos estaba Eliza, así que decidió comunicarse a los instantes ella contestó y preguntó.

—¡Buenas tardes! —dijo Eliza.

—Soy Karla. 

—¿Quién es usted y por qué tiene el teléfono del Oficial? —preguntó. 

—No se preocupe, es para informar que él se encuentra recluido en Sunrise Hospital and Medical Center por un golpe fuerte.

—¡Quéeeeeee! —exclamó 

—Sí, no supe como pasó —dijo Karla.

—Gracias por avisarme.

Eliza se dirigió al hospital en medio de la multitud le preguntó a una de las enfermeras dónde se encontraba y qué había sucedido, había una señora obstinada en medio pegándole a su hijo porque fue  grosero, las enfermeras se dispersaban en cada habitación y uno de los doctores corrió a Emergencias porque alguien se había partido el cráneo y debían operarlo de una vez, ella se sentó a ver como pasaban los pacientes con cáncer y accidentes,  debía no  procurar  pensar tanto por su la ansiedad.  Su cabello liso ya no estaba ni en su lugar. Sus medias se habían ensuciado. Su voz se había distorsionado, realmente no era ella. Por supuesto, su mirada estaba concentrada en lo había sucedido, una de las enfermeras se acercó. 

—Buenas, usted en la Sra Eliza?

—Sí, dígame. —dijo mientras la ansiedad la carcomía.

—El Sr Arthur fue recluido de inmediato a Emergencia —mientras la enfermera la observaba—. Porque está muy grave sufrió de una conmoción cerebral debido al fuerte golpe y obtuvo una abertura en su parte frontal causándole incluso que esté inconsciente, no sabemos cuando despertará. 

—¿Pero no sabe cómo sucedió? —preguntó luego de tomarse un vaso de agua.

—No, Sra. La persona que lo trajo ya se retiró, incluso, me dejó su número para cualquier pregunta. 

—Lo necesito —dijo Eliza. 

De inmediato agarró su teléfono para comunicarse aquella voz atenúa detrás y explicándole nuevamente que no sabía que había sucedido solo que lo encontró tirado en medio con papel higiénico y excremento a su al rededor. Se sorprendió, y Eliza dijo que llamaría a Karla luego. Salió el Dr Jacob explicándole que él aún no había despertado y debían esperar unas horas e incluso días. Por lo tanto si no reaccionaba sus órganos empezarían a dejar de funcionar y de inmediato moriría. Comenzó a tener migraña y debía irse directo a su casa, cogió las llaves del carro y aquel céfiro recorrían su piel. Las personas que estaban al frente la miraron como alguna especie extraña y ella se molestó. Abrió su auto y prendió su carro debía llevarlo algún lugar cerca, porque no tenía mucha gasolina. Llegó a su casa y se dio cuenta que Erick no estaba y mucho menos Stephanie, llegó un mensaje explicándole que ahora Erick estaba en la delegación porque el incidente surgió a la misma hora en el que él se desapareció, según había ido al parque a distraerse un poco y la botas que cargaba era el mismo número de las que encontraron en el baño donde Arthur había tenido el accidente. Claro, era muy sospechoso pero no habían huellas dactilares que detectaran que Erick no lo había hecho. 

Nuevamente Eliza entre la ansiedad y la incoherencia se dirigió al muelle a respirar un poco, mientras los pájaros volaban y las preguntas evadían sus pensamientos, tomar tiempo para ella era lo que necesitaba. La señora que estaba ahí le regaló un poco de café y la trató de calmar, aunque ella no sabía quién era. Sus uñas estaban sucias. Sus manos eran tan suaves como la seda pero eso era sin importancia. Se fue de nuevo a su carro lo prendió y no arrancó la gasolina se terminó, él vecino de al frente le prestó un poco para que pudiera manejarlo e irse de inmediato a la delegación con miles de problemas encima. 

Golpeaba una y otra vez la ventana, supongo que tenía mucha frustración. Su familia era un caos y ahora el que llevaba el caso del asesino estaba en coma, ahora le tocaba a ella solucionarlos, aunque no tenía ni conocimiento del tema debía tomar expectativas grandes para que las personas que estaban con ella pudieran confiar en que todo esto debía terminarse. 

—¡Buenas Sra Eliza! —exclamó uno de los acompañantes llamado Josshua que seguían el caso con él Oficial.

—Ya estoy aquí —susurró.

—Me imagino que ya debe saber todo —dijo Josshua  —. Su hijo se encuentra recluido en la sala de de interrogación por presunto sospechoso del incidente del Oficial. 

—Pero mi hijo ya les explicó que él se encontraba en el parque —dijo furiosa. 

—Sus zapatos coinciden con el número de zapatos que se encontraban cuando lo recogimos, no solo eso en las botas de su hijo estaba la sangre de Erick —mientras buscaba las botas de su hijo—. No sería mucha coincidencia ¿no?

—Esto debería tener una explicación —sus ojos sollozaban y el dolor que saturaba su cabeza—. No lo creo Oficial Josshua.

—Mientras lo tendremos aquí. ¡Lo siento! —exclamó. 

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¿Será Erick el asesino y la bestia que se encuentra detrás de todo esto?

¿Alguna explicación?

¿Arthur despertará para explicar todo y decir que realmente pasó?

 «Será como los disturbios de Los Ángeles, como el atentado de Oklahoma, como la Segunda Guerra Mundial y Vietnam, como Duke y Doom todo mezclado. Quiero dejar mi huella en el mundo». (Eric Harris).

 







El Misterio de la Calle Ronswells 301Donde viven las historias. Descúbrelo ahora