Capítulo 2

1.4K 123 9
                                    



Mis pies están tomando tanta adrenalina que no puedo realmente con ella, mis jeans azules y mi camiseta blanca no es lo que se respecta a las mejores prendas para poder combatir el frio, pero justamente ahora es lo que menos me interesa.

Una gorra esta en mi cabeza ajustando mi cabello atado en una coleta. Mi bolso esta en mis pies mientras que el bote que me había enviado Gustavo estaba ahora guiándome hacia las tierras en donde mi cuello es el que pende de un hilo.

Mis pasos deben estar bastante medidos, si ella hace algo estúpido que logra que la descubran dejara en evidencia que yo también tengo que estar pisando estas tierras. Cierro mis ojos y trato de recordar esos momentos pero al mismo tiempo estoy lanzándolos al mar detrás de mí.

Apretó tan fuerte el bote que mis nudillos están blancos, quiero golpear todo a mi alrededor y azotar su gran trasero que sepa que todo lo que está haciendo en una de las mayores estupideces a lo largo de tu puta carrera de ladrona.

Me dejar caer en el suelo del bote y mi espalda se recuesta en uno de los costados, el suave olor a la sal de mar es refrescante durante unos minutos, pero como todo en la vida tiene un tramo final.

Ahora veo la tierra más cerca cada vez así que dejo mi cuerpo reposar hasta que la orilla se vuelve ya el punto de anclaje. Cuando me levanto mi mano aprieta fuertemente mi bolso y de un salto caigo en la tierra.

Un hombre está esperándome con los brazos cruzados y su gorra esta tan baja como la mía.

-Procura joder y amarrar a la cama a tu mujer la próxima vez- apretó mi mandíbula y asiento –Ya basta de que te abandone- sin embargo sus estúpidas palabras me hacen sonreír hasta el punto que sus brazos son los que me están apretando.

Nunca hemos sido unos amigos muy demostrativos y cualquiera a millas de kilómetros a la redonda sabe a lo que me refiero.

-No puedo dejarte quedar en mi casa- asiento a lo que él está queriendo decir –Pero puede que tenga un lugar que nunca le he comentado a nadie- apunta en dirección y ambos vamos caminando hacia un carro viejo.

-¿En serio?- digo con una sonrisa, lanzo el bolso en los asientos traseros y me rio cuando me cuesta cerrar la puerta del copiloto.

-He estado en la mira durante varios días, ya sabes la alerta- asiento y golpeo su hombro –Algo si es cierto Lauren- no giro a mirarlo pero sé que él tampoco lo está haciendo –El jefe esta histérico y aunque habían abierto una alerta de búsqueda hacia ti, la han cancelado- me giro bruscamente.

-¡¿Qué?! ¿Cuándo pensabas decirme eso?- el niega y alza su mano para detenerse en uno de los semáforos.

-Me lo dijo Luis, él tiene el acceso digital de todo- se encoge de hombros –Nunca fuimos "Cercanos a Luis" considera el jefe, así que él tiene tanto acceso como antes. Me lo dicho ayer pero no me ha dado chance de decírtelo- asiento un poco perdida.

-¿Por qué quitaría mí alerta de búsqueda?- suelto la pregunta que me está carcomiendo el cerebro y vaya que esto es lo que más me sorprende.

-El jefe al parecer está desviando toda la información, está acusando a otro hombre de tu propio caso, Lauren- lo veo negar sin saber que decir, apoyo su codo en la ventanilla negando sutilmente.

-¿Por qué lo haría?- hago la pregunta ahora viéndolo.

-No lo sé, realmente amiga, no lo sé- aprieta el volante cuando da una vuelta –Quiero darte respuestas a este desastre, pero desde que te fuiste todo se fue en picada- asiento un poco entendiendo eso –Eras la mejor y el jefe te perdió creo que incluso por un momento me dijo que le daba igual que fueras la mujer de una criminal, que él sería capaz de cubrirte-

-¿Por qué diría algo así?- miro como las casas están dejándose en el pasado.

-No hay nadie como tú- bajo un poco más mi gorra dejando fuera de vista mis ojos y me giro a mirarlo –Luis debe estar allí, el seguramente tiene más respuestas a tus preguntas e incluso a las mías- asiento y nos quedamos en silencio en el viaje del auto por unos veinte minutos más.

En el auto no había música sino sutiles preguntas de cómo ha ido nuestras vidas, dejemos lo demás a un lado mientras llegamos junto a Luis.

¿Dónde estará Camila? Quiero amarrarla a la cama y hacer que nunca se vuelva a separar de mi ¿Sera posible esposarla a mi mano? Siento como el auto está desacelerando y una casa con una fachada un poco arruinada está al lado de donde esta estacionándose el auto.

-No es como se ve, pero es mejor mantener las apariencias- no digo nada, no tengo nada que decir al respecto, él debe saber esto mejor que yo.

Tomo el bolso y voy detrás de él, la puerta se cierra y es completamente otro mundo. Luis pasa caminando por el living y se detiene, una sonrisa se expande por sus labios y se lanza a mis brazos.

-Teddy Bear- palmeo su espalda -¿Por qué tu mujer no te dice Teddy Bear?- me rio ante esa estúpida ocurrencia nivel Luis y niego.

-Ella no tiene tanto sentido del humor como tú- digo soltando el bolso y abrazándolo –Pero creo que el apodo ahora es una verdadera estupidez cuando no estoy segura que ella pueda si quiera escucharte decir eso- el asiente y camina en otra dirección.

Gustavo y yo vamos detrás de él hasta una habitación, cuando entro habían varias computadoras y en ellas unas cámaras.

-Sonara algo abusivo pero cuando me dijiste que tu mujer se había escapado opte por encender la cámara- asentí hacia él.

Para quien no esté al tanto de esto, en una de mis charlas con Gustavo le dije que hablara con Luis y colocara una cámara de seguridad en la guarida de Camila, ella nunca se enteró de esto pero ahora estoy agradecida por esta mierda.

-Todo había estado en total silencio hasta la madrugada de hoy- atraigo una silla y me siento a un lado de él, Gustavo está al otro costado y el mira a ambos lados –Si yo fuera gay me sentirá entre mucha testosterona y se ven muy atractivos- dice, miro a Gustavo y este niega.

-¿Seguro que no eres gay?- le pregunta.

-¿Y que si lo fuera?- el ladea su cabeza y yo miro a otro lado.

-Yo estoy casada amigo, lo siento- soltamos una carcajada y la conversación nos dejó salir un poco de la tensión –Pero si eres o no eres, no creo que seamos los indicados para juzgarte- él se encoge de hombros y mira a la pantalla.

-Allí está tu mujer- ladeo mi cabeza y apretó mi mandíbula –Átala a la cama- Gustavo suelta una carcajada. –Es muy escurridiza tu mujer, pero si no se detiene estoy seguro que esta por cometer otro asalto- lo miro con mi ceño fruncido.

-¿Cómo lo sabes?- le pregunto mirando a la cámara y niego –El maldito plano en la mesa- me levanto de golpe y camino a grandes zancadas a la puerta cuando doy detenida por Gustavo.

-Devuélvete, algunas cosas tienen que ser respondidas, tu mujer no es estúpida- asiento y camino junto a él.

-¿Por qué el jefe suspendió mi búsqueda?- hago la pregunta tajante hacia Luis.

-Porque te necesita y no te está buscando por tu cabeza, está tratando de salvarte junto a la criminal más hermosa de estados unidos o del mundo- apunta a la pantalla, niego sin poder entender y agito mis brazos –Él no está buscándote para encerrarte él está desviando la información sacándote de las acusaciones, él está buscándote porque hay un asesino detrás de la cabeza de Camila, su gente y su esposa y al parecer la misma esposa de Camila, que eres tú. Es la única que lo puede encontrar y asesinar- el ladea su cabeza -Antes que él a ustedes- y luego mira Gustavo –Ustedes-


Arriba las manos (2da Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora