07. PRESUNTA MALANDRA

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De pana que yo a veces me preguntaba si capaz era verdad que Dios manejaba la vida de cada uno y a mí me había agarrado de payasa.

Era un bufón o algo así y me usaban cuando estaba aburrido de hacer la vida de las otras personas. Yo no era muy creyente, aunque me la pasaba diciendo "dios mío" a cualquier cosa que me asombrara o me dejara como nerviosa, cuando vives en Venezuela, hablando claro, en un barrio de Caracas donde todos los vecinos cuadraban para ir a misa de vez en cuando y ayudar al padre, bueno, se te quedaban ciertas cositas.

Y aún con eso, todavía estaba pensando en si capaz tenían razón con eso.

Hice la comunión más nada porque Freya también lo hizo, porque si no, no me sabría el credo, ni la señal de la cruz ni me hubiera tenido que aprender disque los mandamientos y toda la monda.

Uf, no debería decirle monda, después de todo, si es dios quien maneja mi vida, debería callarme la jeta y no manifestar más mal del que ya tengo.

Como sea, estaba empezando a creer eso más nada porque después de la arrechera llegó la realización de que tal vez todo este peo que pasaba en mi vida no era meramente culpa mía, sino también del otro hijueputa que me tiene de bufón para arruinarme un poquito la vida, darme un descanso cuando tenga que ocuparse de otros y luego volver a joderme, nojoda.

Vergación, es que como es posible que yo sea tan salada en la vida, no me explico.

Será que soy familia de Chávez porque ando con una maldición encima que no me la quitan ni con agua bendita. Freya sería familia de Maduro porque es más bruta que ese otro malparido.

Para empezar, yo no sé qué mierda estaba haciendo sentada en una celda con otra carajita cuando yo solo quería ir tranquilita a un centro comercial para saber qué cosas no me podría permitir mientras siguiera como voy.

Todo comenzó porque andaba ladillada, pero no iba a llamar a Junseok para joderlo, más que nada, porque andaba chambeando fuerte y ese tipo lo que necesitaba era eso, plata. Se había hecho el gracioso el otro día poniéndome en esa feria a buscarle las cosas como si fuera que la que le vomitó los zapatos fui yo, que tuve que conseguirlos en el jueguito aquel; solo le estaba mamando gallo, pero poco o mucho se la pasaba chillando a cada rato con eso y yo no sabía que había quedado tan traumado de eso.

Por instagram no perdía la oportunidad de comentarme una foto vieja para decir algo como "La gente usando zapatos y los míos en el basurero", haciéndose el sufrido más nada, que arrecho.

Total, que había dicho, ¡Pues como es la mierda! Y fui a dar una vuelta por ahí en el centro, quitándome el uniforme del hotel, a la final estaba haciendo lo que se me daba la gana y yo más feliz que una lombriz porque no me tenía tan mamada ese trabajo.

Era recepcionista, lo que significa que me debía dormir para levantarme en el trabajo a trabajar, valga la redundancia, pero terminaba parándome a las siete de la mañana, pudiendo ir a dónde me diera la gana aun si no lo hacía, quedándome dormida en mi lugar mientras que mis compañeros (los de limpieza o los chefs y toda esa gente que iba llegando mientras yo abría todo) se burlaban de mí por eso, la vida era buena, en cierta parte.

Dios me agarraba el brazo y me tiraba coñazo tras coñazo para hacerme acordar de que no puedo agrandarme por mi belleza sino que debía ser real y no sentirme superior, y luego me volvía a soltar para dejarme descansar.

Será que yo fui la que tiró la piedra cuando él dijo que la tirara quien era libre de pecado y ahora me la tiene montada en todas las vidas posibles. Es que claro, poco humilde desde siempre hasta cuándo pelo bolas porque con esta carita aun si no puedo darme el lujo de tener plata, me puedo dar el lujo de criticar.

EL JALABOLAS DE JIMIN, park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora