Prólogo

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Lágrimas caían al suelo. Sangre goteaba del cuchillo. Paz inundaba al cuerpo que se encontraba en la losa fría. La sombra corría a través del bosque, intentando huir de todo lo que había pasado. Ahora no había vuelta atrás. Ella sabía que todo estaba muy lejos de terminar. No podría regresar el tiempo, por más que se arrepintiera.

Alcanzó el coche donde se encontraba su compañero, a quién la oscuridad cubría completamente. La chica aún estaba temblando por la experiencia que acababa de pasar y sabía que lo peor aún no había llegado al ver la expresión del chico.

— ¿Qué ha pasado?

— Ella se resistió… No pude hacer nada, fue un accidente, lo juro! Sus labios aún temblaban mientras decía las palabras. Sabía que tan impredecible podía ser el chico y qué tan violento se podía transformar.

El chico se quedó unos minutos en silencio, pensando en qué decirle a la hermosa chica que se encontraba enfrente de él. La chica que lo había cautivado desde el principio en contra de sus propios deseos. El peón que se estaba convirtiendo en reina, en éste juego creado por él.

— ¿Me amas? — El chico había aprendido que el amor era la única debilidad que quedaba en el arma que había creado, y la única que aún podía crear un poco de inseguridad.

Ella dudó, deseando decir que sí con toda su alma, deseando poder decir todo lo que sentía. Deseaba saber en realidad qué sentía él por ella, pero sabía que nunca lo sabría.

— Yo… Yo… — Murmuraba cosas sin sentido. Las palabras saltaban en su boca como no lo habían hecho desde hace mucho tiempo. No sabía que sentía por él. Ya no. Todo había cambiado. Todas las circunstancias habían hecho decir a su cerebro que ya no era posible sentir amor, pero su corazón aún atesoraba la esperanza, que hacía meses esperaba perder.

— Te amo — Ella ya se había rendido. Le había dicho lo que quería perder. En éste juego que jugaba con él era mejor ganar la ventaja. Era mejor hacerle creer que aún la podía manipular, cuando en realidad ese control se había perdido la primera vez que la había sufrir de esa manera.

Ella rogó que alguna parte de su antiguo yo aún permaneciera en ella. Él rogó que todo se pudiera acabar pronto y pudiera irse de nuevo, para no ser encontrado nunca más. Ambos deseos habrían de cumplirse poco después, pero a un precio que ninguno deseaba pagar.

El chico pareció satisfecho con la respuesta de la chica y el coche empezó a arrancar, mientras a lo lejos se oía el grito que revelaba que el cuerpo había sido descubierto. La chica esperaba no ser descubierta y miraba a la luna, que parecía haberla perdonado de todos los crímenes que había cometido.

Las lágrimas aún caían, pero ésta vez ya no eran de dolor. Eran un juramento que prometía venganza en contra del chico por todos los actos que había hecho en su contra. Un juramento que le prometía redención una vez que hubiera acabado.

La chica sonrió, esta vez sabiendo que ahora ella controlaría el juego y nadie la podría detener de conseguir lo que quisiera.

La Chica MecánicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora