La dalia negra

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Elizabeth Short nació en Hyde Parks, en el estado norteamericano de Boston en 1924, en una familia de clase media alta, cuyo status se vio afectado en 1930, cuando Elizabeth tenia 6 años, el trabajo de su padre se vio afectado por la crisis economica d la Gran Depresión, aquejado por el dinero, su padre simuló un suicidio. Dejó su auto bajo un puente y desapareció de sus vidas.

Fue así como ella y sus cuatro hermanas crecieron sólo junto a su madre en Medford.

Cuando cumplió 19 años, el padre de Short reapareció de manera sorpresiva. La madre de Elizabeth no pudo perdonar semejante mentira, pero Elizabeth, que soñaba con ser actriz de Hollywood, decidió mudarse con su padre a Vallejo, California. En 1943, después de convivir un tiempo, se trasladaron a Los Ángeles.

Elizabeth, sin embargo, no estaba demasiado contenta. Se sentía utilizada por su padre que le exigía limpiar, cocinar y ocuparse de la ropa. No era lo que ella pretendía, tenía aspiraciones más ambiciosas y entretenidas como rodar películas. Discutieron y ella terminó buscando trabajo. Cuando lo consiguió, se mandó a mudar.

El 23 de septiembre de 1943 fue detenida por la policía: la sorprendieron bebiendo alcohol siendo menor de edad. Le abrieron una ficha y la mandaron de vuelta a Medford, con su madre.

Elizabeth estaba decepcionada por el rumbo que tomaba su vida, no quería quedarse en la ciudad de su niñez. Y le anunció a los suyos que iría a probar suerte al estado de Florida, donde tenía muchos conocidos. Durante tres años estuvo mudándose de ciudad en ciudad. Cada tanto, volvía a Massachusetts para visitar a su familia. Trabajaba como camarera, aunque seguía imaginando un despegue en el mundo del cine y una vida más glamorosa.

El jueves 9 de enero de 1947, Elizabeth Short fue vista en el bar del Hotel Cecil (el mismo hotel maldito donde desapareció Elisa Lam, en 2013, y cuya historia se cuenta en Escena del crimen: Desaparición en el Hotel Cecil, la nueva serie de Netflix). A las diez de la noche cruzó el lobby y salió a la calle. Ya nadie volvería a verla.

El 15 de enero, en un baldío de Leimert Park, Betty Bersinger, que caminaba con su hija de tres años, vio lo que parecía ser un maniquí partido en dos. Eran las 8.40 de la mañana. Se acercó y espantada se dio cuenta de que, en realidad, era un cadáver mutilado y desnudo. Llamó a la policía.

Cuando levantaron el cuerpo, los detectives se percataron de que no había ni una sola gota de sangre en el lugar. Era rarísimo: esa mujer había sido asesinada e higienizada en otro sitio.

Gracias a que las huellas dactilares estaban registradas por una detención ocurrida cuatro años antes, la víctima fue identificada con rapidez. Era Elizabeth Short.

Las pericias forenses certificaron el horror que la joven había atravesado. El cuerpo había sido cortado por la mitad, a la altura de la cintura, y le habían drenado prolijamente la sangre. Su rostro estaba cortado desde la comisura de los labios hasta las orejas. Le habían arrancado el bazo, el corazón y los intestinos; tenía mutilado el pezón izquierdo y la panza cortada por encima de la entrepierna y en la vagina tenía un trozo de sí misma. Había sido asfixiada; tenía las piernas fracturadas por los golpes de un bate y las marcas -en muñecas y tobillos- revelaban que había sido maniatada y torturada en vida durante tres días.

Había fuertes marcas en sus tobillos y muñecas hechas por una cuerda, sugiriendo que había permanecido maniatada al menos tres días, durante los que fue torturada con saña como mostraban las numerosas laceraciones, golpes, cortes, quemaduras de cigarrillo y el pecho derecho despellejado, todo ello sufrido en vida. Se dijo que también había sido obligada a comer excremento, que fue hallado en su estómago.
Short tenía moratones en la parte frontal y derecha de su cuero cabelludo con una pequeña cantidad de sangre en el espacio subaracnoideo en el lado derecho. La causa de la muerte fue la pérdida de sangre de las laceraciones del rostro combinado con el shock de una conmoción cerebral. 

El asesino había dejado la huella del taco de su zapato hundida en la tierra y también las marcas de los neumáticos del auto en el que la había trasladado. En la escena hallaron, además, una bolsa de cemento con restos de agua ensangrentada.

Su padre Cleo se negó a reconocer el cadáver. Phoebe tuvo que viajar para hacerlo. Una vez identificados, sus restos fueron enterrados en el cementerio Mountain View, en Oakland, California.

El espantoso final de Elizabeth Short conmocionó a la ciudad de Los Ángeles. El misterio sobre su crimen desvelaba y preocupaba a todos.

Un poco antes del homicidio, se había estrenado la película La dalia azul, protagonizada por Veronica Lake. El filme era sobre la desaparición y asesinato de una mujer joven. Las semejanzas con el caso de Elizabeth y el hecho de que ella eligiera siempre vestirse de negro, condujo a la prensa a bautizarla La Dalia Negra.

En su afán de buscar primicias, los medios de comunicación entorpecieron desde el comienzo la labor policial. Las autoridades tuvieron muchos problemas para tomar el control del caso que se frivolizó al punto de parecer un verdadero guion cinematográfico de terror. Las historias que se contaban sobre Elizabeth se volvieron cada vez más extravagantes. Por más que los que la conocían repetían que ella no fumaba, que no tomaba, que no jugaba, que no era una prostituta, no les hacían caso. Los ribetes exagerados de una historia fantasiosa, eran más atractivos y hacían duplicar la venta de diarios.

El caso se dificultó luego de que más de 60 personas -hombres y mujeres- se atribuyeran el crimen, que a esas alturas ya se había convertido en una verdadera novela sensasionalista. Asimismo, muchos acusaron a parientes de ser los culpables.

Pero la fama del caso no fue inmediata, cosa que molestó mucho a su perverso autor. El 23 de enero de 1947, el asesino llamó al editor del diario Los Angeles Examiner. Le dijo estar preocupado porque no estaban siguiendo bien la noticia. Y anunció que le enviaría algo. Al día siguiente, llegó al periódico un paquete que contenía el certificado de nacimiento de la víctima, fotos, tarjetas, recortes de diarios con la muerte de Matthew Gordon y una agenda que llevaba en la tapa escrito un nombre: Mark Hansen.

 Al día siguiente, llegó al periódico un paquete que contenía el certificado de nacimiento de la víctima, fotos, tarjetas, recortes de diarios con la muerte de Matthew Gordon y una agenda que llevaba en la tapa escrito un nombre: Mark Hansen

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En 1999, el investigador privado Steve Hodel descubrió en el álbum de fotos de su padre la fotografía de una mujer de piel clara y cabello oscuro. No la conocía pero creyó que se parecía a la Dalia Negra. A partir de ese descubrimiento, Hodel llevó a cabo una larga investigación que lo convenció de que su padre había asesinado a Elizabeth Short.

George Hodel, el padre de Steve, había vivido en la misma ciudad que Elizabeth en la época en que ella murió. Muchos testigos afirmaron haberlos visto juntos e incluso hubo quien dijo que eran amantes. Cuando el cuerpo de Beth apareció cortado por la mitad el 15 de enero de 1947, se creyó que la persona responsable de aquel corte tan limpio debía tener amplios conocimientos de medicina y, coincidentemente, George Hodel era médico.
Otras pruebas que encontró Steve fueron: justo en enero de 1947 su padre había comprado unas bolsas de cemento para realizar reformas en su casa (en la escena del crimen se encontraron bolsas de cemento); un vecino dijo que, poco antes de aparecer el cadáver en Leimert Park, un auto negro parecido a un Ford Sedan del 36 había pasado por ahí.

A pesar de estas pruebas, George Hodel, no fue arrestado ni interrogado por la policia. Se fue a vivir a Fillipinas con su segunda esposa con quien vivio una decada más.

Dato extra: La razones del porque no apresaron al médico fue porque este hacia abortos ilegales a las ciudadanas angelinas, como la mayoria de los medicos y fuerzas de orden que ocultaban esto, decidieron dejarlo libre y nunca interrogarlo. Para seguir manteniendo una vista pulcra y "angelina" de los californianos.

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