Prólogo

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–Te diré algo, una verdad... Siempre la has pedido:

“Todos tenemos una cara que no mostramos, secretos que no decimos ni a nuestra sombra, una vida oculta qué pocos o nadie conoce.

Nos creamos una vida falsa, una vida que no tenemos, una ilusión qué cobra factura cuando se rompe por un descuido y cuando vemos la realidad nos damos cuenta que ya no tenemos salida de esa mentira.

La mentira se volvió cruel y fría, más que la verdad, la verdad se volvió bonita y seductora, con ganas de qué sea dicha, pero se atraganta en tu boca y dices una mentira.

Tus padres son los qué te dicen que mentir es malo, qué debés hablar con la verdad. Ellos han creado una mentira al rededor de tu vida.

Crecer con mentiras es normal para una doble vida, dónde tú trabajo es un “negocio familiar”; un descuido y todo se revela.

Esa verdad nunca debe de ser dicha, y si se dice todos aquellos que la han escuchado deben de morir, es por el bien de la mentira.

Tu piel es una condena, una condena de siglos.

Todo “tú” es una mentira y una condena qué debes pagar.

Ya no hay salida una vez dentro.

Se vuelve parte esencial de ti, seguir con ésa mentira, es un escape de tú yo:

No preguntes por mi pasado, que tal vez cambié la mentira.

No preguntes por qué no voy a fiestas los fines de semana, porque la mentira la he olvidado.

No preguntes por mi último trabajo, ya que no recuerdo cuál fue mi verdadero trabajo.

No te sorprendas cuando te digo qué no quiero hablar, es sólo que no tengo una mentira que contar.

Sigues preguntando por mis padres, amigos, compañeros, los he olvidado en la mentira.

Mi dirección... Cuál quieres, la de New York, London, Tokio, París, Mónaco, Sevilla, Guadalajara, Monterrey, Buenos Aires, Ciudad de México; he olvidado de dónde vengó, cada vez que me preguntan, cambio el lugar al igual que la mentira.

La mentira se vuelve una forma de vivir, llega a un punto dónde no sabes cuál es la verdad y cuál mentira.

No hay diferencia entre vivir en una mentira o morir en una verdad.

Todos mentimos al final del día, quieras o no.”–

Eso fue lo que me dijo, así empezó la búsqueda de la verdad. No creí que me contara su historia, sus historias.

Me arriesgo a decir que quería que contara sus historias.

Al final, me sonrió y fue la despedida.

Secretos del ConsejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora