II. Montse

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–Espera, esa parte la cuento yo – comento una chica que apenas llegaba.

–Ese es tu inicio – Sonrió mi primera interlocutora. No dije nada y acepté que la otra chica comenzará el relato.


Al día siguiente, mi vida cambio. Se suponía que vería a mis amigas, eso no fue así, un idiota se interpuso.

–¿Rodrigo? — estaba incrédula al verlo ahí. Él en mi casa, después de que hace un par de años se hizo un escándalo con su familia.

—Hola, muñeca — contestó sonriendo. Te juro que estaba a dos segundos de matarlo.

—Piérdete, ¿Qué haces aquí? – le pregunté, al menos merecía una explicación.

–¿No te alegras de verme? Tus padres me invitaron, espero que no moleste.

—Mientes, mis padres nunca harían algo así, y menos de cómo terminaron las cosas entre nosotros. — debí creerle, ellos lo hicieron.

—Ya sé saludaron, que bien, ahora podremos comenzar a comer, Montse, ayúdame a poner la mesa por favor. – y entró mi mamá a escena.

—Sí, pero no comeré, saldré con mis amigas, llegaré en la noche. — No quería peleas en hice lo que me dijeron.

—Monserrat, comerás con nosotros, te guste o no, no dejarás a tú futuro marido aquí plantado. — contestó su padre al verla entrar al comedor. — y no saldrás con tus amigas.

–¿Marido? Ya perdieron la cordura, yo me largo de ésta casa de locos, ¿De verdad qué no te escuchas papá? — Deje los platos en la mesa, había evadido casi por dos años esa jodida tradición – Esa estúpida tradición ya no va con este siglo, estamos en el siglo XXI, no en el XVII. Y no me casaré, si algún día entro al Consejo, juro por mi vida que hare hasta lo imposible por eliminar esa tradición para todos

–¡MONSERRAT ! – grito mi papá
Me di la vuelta, ignore todo y subí a mi habitación. La única opción: salir de ahí.

—Baja en 10 minutos – escuché a mi madre detrás de la puerta. Después la oí bajar las escaleras, se había ido.

–¡Ah! Mierda, qué diablos les pasa, yo me largo de aquí… a ver a dónde voy… primero debo hacer mis maletas… — Empecé a buscar mi maleta — veamos, que es mío, lo qué yo compré… Esto, también esto, creó qué la mayoría de mí ropa desde qué ingresé a Sombra, zapatos… mí computadora, esa no la dejó…. ¿Qué más? — Estaba sacando toda o la mayoría de mis cosas cuando tocaron la puerta – mierda – murmuré.

–Soy tu madre, abre la puerta…

–Estoy ocupada… me estoy cambiando de ropa para ver a Rodrigo, dame más tiempo. — mentí. Metí todo a las maletas y busque las llaves de mi carro.

–¿Necesitas ayuda?

—No mamá, estoy bien. Bajó en un rato más. Ya casi termino… — estaba nerviosa y no sabía que más inventar, me quedaban segundos antes que entrarán y me descubrieran.

—Baja, por favor. — Fue lo último que escuché de mi madre

Tomé las maletas, me puse frente la venta, sabía que era una locura, pero vida sólo hay una y se trata de vivirla. Tomé una gran bocanada de aire y salté, eran dos pisos de altura, ya había saltado de más altura antes, estaba acostumbrada a saltar, a pesar de qué fueron pocos metros, sentía la adrenalina correr por todo mi cuerpo. Cuando se es un licántropo y un asesino, aprendes muchas cosas y una de ellas fue saltar grandes distancias. Cuando toque el suelo corrí, una se mis maletas se abrió y dejo mi ropa tirada, me regresé y metí todo de vuelta a la maleta y seguí.

Abrí la puerta y aventé las maletas, se abrieron y dejaron todo regado, no me importo y subí. Para suerte mía, tenía muy poca gasolina el carro. Con esa gasolina, solo podía llegar a las afueras de la ciudad, pero los planes se hacen al instante, y pues saque el carro y me fui de la casa.

Me detuve en la gasolinera después de unos 30 minutos, les llame a mis amigas diciendo que no iría a comprar ropa, que fuera otro día. No di explicaciones, aunque después me las pidieran, ese día solo quería estar sola. Sabía que me rastrearian, rompí el móvil, entre a un supermercado y compré otro. Necesitaba comunicarme con mis amigas, aunque fuera por pocos minutos, además de estar en movimiento todo el tiempo.

Eran las 7:00 pm, no había comido, necesita dormir y busque un hotel. A unas cuadras antes les escribí a mis amigas, les di el nombre del hotel, apague el teléfono cuando recibí su respuesta.

—Buenas noches — Habló la recepcionista

—Buenas noches, habitación para uno, toda la semana por favor. — estaba hecha un manojo de sentimientos, no me atreví a verla a la cara, no quería que vieran mi cara.

—¿Pagó con tarjeta?

—no, efectivo – pague, me dio la llave. Tenía que firmar con un nombre falso, como siempre. Mentir para sobrevivir. – ¿Tiene servicio al cuarto?

—Sí, en un momento mando a alguien para su habitación, es la 402. El chico de ahí la guiará. – señaló a un tipo que venía saliendo del elevador.

—Gracias — me fui para el elevador. El chico era Chris. —Buenas noches Chris, ¿podrías ayudarme?

—Eh, claro. ¿Por qué estás aquí? — contestó al tomar mi equipaje. Se sorprendió mucho al verme.

—Problemas… – me límite a decir.
—Vamos a tú habitación, es en el 4to piso, tomemos el elevador, es más rápido. ¿Problemas?

—Si, digamos qué me corrieron de mí casa… Digamos porque me peleé con mis padres y me salí de casa… ¿Y tú? – mitad mentira, mitad verdad. Aún así, lo creyó y no dijo más.

—Yo, bueno… estoy trabajando, más que nada porque algún día seré el heredero de esto, ¿Y porque no regresas a casa? Tus padres están preocupados.

—¿De esto? — ahora yo era la confundida, ¿Regresar? No es una opción.

–Si, mis padres son dueños, y bueno quieren que trabajé aquí, pero no cómo jefe o algo así, sino desde abajo —  estaban frente al elevador, cuando llegó le dio paso para qué Montse entrará y después él, marco el piso 4to y se cerraron las puertas enfrente de ellos. — ¿Segura? ¿Siempre vives al limite?

–Al menos a ti no te corren, ya qué más da, y sí estoy completamente segura. — sabía qué de ahora en adelante todo cambia, mi vida daría un giró total.

—Listo ya llegamos, bajé por favor señorita — nos bajamos del elevador, lo último no me lo esperaba – ¿Quieres desayunar conmigo mañana? Yo invito

— ¿Mañana? No puedo, ¿Qué tal próximo sábado? — respondí. No sé porque mentí, creo que fue la costumbre de mentir.

–Pasó por ti entonces el sábado a las ocho, tú cuarto, es esté. — me dio las llaves y abrió la puerta, pasó a dejar maleta en el sillón. Yo me quedé en el marco, esperando a que se fuera.

— Gracias por traer mis cosas y por la plática, te veo el sábado – le dije. Se fue y me dejó ahí, con la puerta abierta y sin ganas de entrar, pero entre. Sabía que esto era solo el comienzo. —Buenas noches, Chris. – ya no estaba, pero no sé porque le hable.

Ya eran casi las nueve cuando hable para el servicio al cuarto, media hora después ya tenía mi comida. Cené, termine de acomodar mis cosas, me bañe y alguien llamo a mi ventana.

—Bueno, ¿Qué pasa?– sonreí al ver a Lía, era un murciélago y se le veía agitada.

–¿Cómo estas? Había varios hoteles con el nombre que me diste. Fue algo difícil encontrarte – abrí la ventana y entró. A los segundos ya no era más un murciélago.

—Mal, perdón por hacerte buscar hasta acá, pero … – quería llorar, un par de lágrimas empezaron a salir.

—En las buenas y en las malas – me abrazo y lloré.


*****


A la mañana siguiente, y fui al restaurante del hotel, Lía se había ido en la madrugada. Yo estaba más tranquila, me quedé dormida, se que se fue en la noche por la nota que me dejó en la mesita de noche.

—Sigame por favor, señorita. —camine un poco, y me dieron una mesa cerca de la cocina. – Desea algo.

—Sí, una amiga, vendrá pronto. Y que gustaría que la hicieran pasar – le di la descripción de Isabel.

—ok. Vendré en unos minutos a tomar su orden — se fue de ahí y me dejó sola en la mesa. Pasaron diez minutos y vi a Isa cruzando el restaurante. Llegó a la mesa.

–No era necesario que vinieras, estoy bien…

–¿Bien? ¿Desde hace cuánto no comes? – el saludo nos no lo ahorramos. Primero las preguntas.

–Cené pero sigo con hambre…

–¿Qué pasó? — seguía con su interrogatorio

–Me peleé con mis padres, y bueno me fui de la casa… — no quería hablar de nuevo. Aún dolía.

—Todo…. — replicó ella, con cierto tono de enojó.

—¿Todo? Está bien.

—Esta bien, nos conviene unir fuerza para acabar al maldito Consejo y sus estúpidas tradiciones.

—De acuerdo dime.

–Buenos días, tomaré su orden — dijo el mesero. Vaya forma de joder una plática.

–Sí, un desayuno americano. Por favor. — respondió Isa

–Yo, eh, deme una orden de costillitas de cerdo a termino, y también un desayuno americano. — tenía hambre.

–Debes comer más, el cambio de un lobo adolescente a adulto es difícil y demanda mucha energía – Isabel me estaba regañando.

–Lo se, comeré mejor. Lo prometo – promesas, promesas vacías y un tanto ciertas. En esta vida que llevamos, es mejor escuchar una promesa a tener esperanza.

Me sonrió, sabía que las promesas no significan mucho – ¿Qué pasó?

–Todo pasó en la tarde, llegaba de la librería, y estaba ahí sentado, Rodrigo estaba con su maldita cara de arrepiento. Me dio asco el verlo, le pregunté que hacía ahí, me dijo que venía porque mis padres lo habían invitado, no creía lo que estaba escuchando, pero al ver la reacción de mis padres sabía que era verdad… Lo peor es qué me dijeron que me casaría con él, ése maldito que por su culpa me suspendieron de Sombra dos semanas, y ahora viene con estás tonterías, la rabia me carcomía el alma, quería matarlo con mis propias manos… — Llegó la orden, pare de hablar, nos dieron la comida, espere a que se fuera y continúe— Subí a mí..., el que era mí cuarto, y busqué mis cosas ya no podía seguir en ésa casa de locos, salí por la ventana tomé el carro y conduje hasta aquí… No se qué pasará ahora.

–¿A qué hora llego Lía? — La única pregunta de ella.

–No tengo idea, pero sé fue tarde tal vez a la una o dos de la madrugada… Isabel, no es necesario que se preocupen tanto por mí – en cualquier momento lloraría.

–Eres nuestra amiga, en las buenas y en las malas siempre estaremos juntas. No te puedo decir que hiciste bien o mal, pero sí tomaste ésa decisión, te apoyo en todo. Supongo que es mejor vivir en un departamento, que aquí. Buscaremos uno, y sí es necesario nos mudamos las tres. — Realmente Isa igual que Lía estaban preocupadas por mí. —Sabes que siempre te apoyamos en todo y debes de sentirte con toda la confianza de hablar con nosotras, somos amigas después de todo. — Isa trataba de darme ánimos.

Lía, la primera chica, hablo – espera, falta que llegue Isabel –

– Es una historia larga – hablo Montse – La cuál debe ser contada por las tres.

– Está bien, esperaré – hablé.

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⏰ Última actualización: Apr 05, 2021 ⏰

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