hayley.

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 Tenía tu bolso en mis manos, sintiendo tu olor.

Y de nuevo, lo recordé. Recordé ese día que te fuiste. Todos los momentos juntos, todo. 

Hayley vestía como la vez que nos conocimos. Su cabello esta vez estaba atado en una coleta; ella llevó el mismo bolso. 
La semana pasada fue mi cumpleaños, lo festejamos en una piscina, hacía calor. Nada más fueron ella, mi madre, y yo. No quería que fueran más, ellas eran las dos personas importantes de mi vida.

Su perfume es como una droga para mí. No sé que marca era, pero tenía un olor muy bonito.

Habíamos arreglado para ir de nuevo a la playa, nuestro lugar. Pero sin nuestras tablas, no íbamos a surfear. Yo alquilé una moto de agua, en ella entrábamos los dos.

Nos encontramos allí, le dije que me esperara para que yo pueda ir a retirarla. 
Cuando llegué me la entregaron y pagué. Me habían dado unas cositas, que no recuerdo el nombre, para que se me sea más fácil llevarla, y agradecí. La llevé hacia donde estaba Hayley, y juntos fuimos hasta la orilla, un poco más profundo. 
Coloqué la moto en el mar, y me subí, ayudé a que ella se suba.

Cuando estuvimos ambos ya en la moto, la prendí y fui más hacia lo profundo. Dábamos algunas vueltas entre risas. 

En una casi me caigo, pero tú me sujetaste.


Estabas mirando algunos peces que nadaban. Habías traído comida para ellos, y se las tiraste.
Los pescaditos empezaron a comerla, y tú sonreíste.

Hasta que pasó.

Lo vimos.

Había un tiburón blanco allí.

Al lado nuestro.

Empezó a nadar un poco más cerca de Hayley, luego la tiró de la moto de agua en la que se encontraba.

Sabía lo que iba a pasar.

¿Cómo debo reaccionar a una situación así?

Estaba en shock. Mis manos no respondían. Mis piernas estaban congeladas. Tenía miedo, jamás había visto un tiburón con mis propios ojos. 


Y así fue, el tiburón no dudó ni dos segundos, y clavó sus afilados dientes en Hayley, ella soltó un 
grito desgarrador. Tenía la parte del estómago todo destrozado. Sangre por todos lados que se mezcló con el agua del océano.
La bestia le deboró las piernas.

No sé cómo pasó. 
Pasó sus dientes, mordiéndola, a Hayley. Gritó de dolor.

Nadie la estaba ayudando. Ni siquiera yo, mi cuerpo no respondía.

Ella gritaba del dolor, no se podía retorcer, si lo hacía sentiría más el dolor.

 El tiburón se fue satisfecho.


Soy un completo idiota. 


Me odio.

¿Por qué mierda no lo detuve?


Me tenía que haber dejado así a mi, no a ella.


Al darme cuenta vino un salvavidas a ayudarnos, reaccioné, lo ayudé a llevarla hacia la orilla. Hayley estaba perdiendo demasiada sangre. 

Por favor, no.

—Necesitamos llevarla a un hospital, urgente —dijo el salvavidas—.

—S-sí. —no podía hablar, nada. Tenía miedo, tengo miedo. 

¿Qué va a pasar ahora?

La llevamos en un coche prestado, pero antes le vendamos como pudimos todas sus heridas, eran demasiadas. 
Todo estará bien, Hayley. Esto va a pasar, estaremos los dos siendo felices.

Fue demasiado tarde, cuando la llevamos, los médicos me dijeron que no había nada para hacer. Sólo esperar.


Maldije a todo el mundo. 

Hayley, todo es mi culpa. Si yo hubiese reaccionado, tu no estarías así.


Esperamos diez minutos, creo, y los doctores vinieron hacia mí. El guarda vidas se había ido porque tenía una playa por vigilar, no sin antes desearme suerte, y fuerzas, yo le agradecí por haberme ayudado a traerla.

—¿Cómo te llamas? —me preguntó uno de ellos—.

—Andy Forks —tartamudeé—. ¿Qué p-pasó...

Me interrumpieron.


—Andy, lo siento mucho, no pudimos salvarla. Perdió demasiada sangre, lo siento.

Y ahí fue cuando mi mundo se derrumbó.

Pedí que me dejen verte, lo supliqué, hasta que aceptaron.

Y te vi, toda vendada y pálida. 

Lloré y lloré como una magdalena.

Todo es mi culpa, Hayley. Todo.


"Días después, decidieron hacerle un funeral. Había pocos invitados. También fue el guarda vidas de aquella vez. Vio a Andy y no dudó en saludarlo, se llevaban bien después de todo.

Todos estaban vestidos de negro, obviamente.

El funeral empezó, la mayoría de las personas dijeron un discurso hacia Hayley.

Andy fue, agarró el papel que tenía guardado en un bolsillo, y empezó a hablar.

Hayley, quiero que sepas que todo es mi culpa. Que si yo no hubiese reaccionado temprano, tu seguirías aquí con todos nosotros —susurró—. Quiero que sepas que siempre te amé, fui un cobarde en no decirte mis sentimientos. Jamás pensé que pasaría algo así. Me odio a mi mismo, Hayley. Por favor, aparece y dime que todo fue un sueño, una pesadilla. Por favor, Hayley. Estos días sin ti, son horribles. No sé qué hacer. Mi vida ya no es la misma. El surf no lo disfruto. —se limpió una lágrima—. Siempre te recordaré, Hayley Brandon, siempre. Fuiste, eres y serás una persona maravillosa, importante para mi.

Él dobló el papel, y lo guardó nuevamente en su bolsillo. Se retiraron todos de allí, pero él no. Había comprado unas flores, y las dejó allí. Miró el ataúd, y se fue.
Él se había llevado su collar aquella vez que la vio toda pálida, quería tener un recuerdo de ella.

Andy venía los días que podía a visitarla, con un ramo de flores distintas. Le contaba cómo iba su vida, por más que ella no omitiera ningún sonido. 
Le dijo que conoció a una chica, que la ayudaba a seguir adelante, a él le gustaba ella, se llamaba Emily.

Hayley, desde allí, cuidaba de Andy, y quería que fuera feliz a pesar de lo sucedido."

Te conocí y te perdí en verano, Hayley. —susurró Andy—.

Soltó un suspiro y acomodó las flores que él le había traído, para luego retirarse del lugar.  


SummerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora