twenty - i

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Flash, flash y mucho más flash

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Flash, flash y mucho más flash.

Era lo único que las lagunas marrones de Huening Kai podían ver a pesar de ya haber entrado a su urbanización. A decir verdad, el castaño ya estaba acostumbrado a ser constantemente cegado por las luces de las cámaras cada vez que salía y entraba de su agencia o iba de camino a casa, así como aquellos que adoptaban mininos estaban acostumbrados a limpiar sus cajas de arena; era un proceso desagradable y molesto, pero se volvía llevadero con el tiempo. Del mismo modo, estaba acostumbrado a ese ciclo que con los años se empezó a sentir vicioso; de su casa a la agencia, de la agencia a cumplir con trabajo, del trabajo a la agencia a cumplir con sus tareas hasta que se graduó y a mantener su físico en el gimnasio y por último del gimnasio de la agencia de regreso a su casa.

Esa había sido su rutina por diez años. Un día más monótono que el otro, sorprendentemente nunca dejando de ser pesado por más familiarizado con ella que estuviese.

Llevaba tanto tiempo en el asunto que había aprendido a apagar su sistema —tanto su cuerpo como su cerebro— en cuanto como sus pies tocaran el suelo de mármol de su hogar; lo único molesto de vivir en un lugar generalmente habitado y en un hogar tan gran era la inmensa distancia que existía de un polo a otro, ya fuera de su agencia a su casa o de la puerta principal a su habitación. Kai sólo deseaba echarse a dormir y descansar lo suficiente para soportar su cargosa rutina de nuevo el día siguiente, no necesitaba que el camino se sintiera más largo por cada paso de tortuga que daba en los escalones. Era de esperarse que, con tremenda carga pesada de cansancio sobre sus hombros, Huening haya desarrollado el hábito de desconectarse y cerrarse al mundo hasta que llegara a su habitación para no colapsar apenas cerraran la puerta. No era realmente que necesitaba, así como estaba seguro de que no sería nada cómodo o placentero.

Su madre, quien cumplía el papel de su representante, ni siquiera se daba cuenta de que su hijo menor estaba fantaseando con un universo paralelo mágico donde se la pasaba recostado todo el día sobre una suave y esponjosa nube de azúcar, donde los pájaros le servían helado y se podía permitir estar alejado de la civilización, hasta que Kai olvidaba por completo el hecho de que debía al menos simular que la estaba escuchando.

Kai era bueno para fingir que prestaba atención, pero tal parecía que tenía un límite, el cual se agotaba mucho más rápido estando cansado.

¿Lo peor de todo? Estaba completamente seguro de que el plan para el día siguiente no era ni la mitad de pesado comparado a cuando se encontraba en grabaciones. En el día presente, Kai tuvo que estar en rodaje desde las cuatro de la mañana para grabar el final de un nuevo drama. Era la segunda vez que le tocaba estar parado en un altar ficticio en toda carrera actoral y solo rogaba a los cielos que le bajaran un poco a los rodajes ahora que apenas había salido de uno.

—... Tenemos una sesión de fotos con la revista GQ para las diez, una reunión con el director de tu nuevo drama a las doce —oh, olvídenlo. Tendría que calarse otro rodaje—, la grabación para un comercial de esta nueva marca de soda después del almuerzo, prueba de vestuario para completar tu contrato como MC en octubre a las cinco, gimnasio a las seis y cena con los ejecutivos de la nueva marca para la que vas a modelar a las ocho. Oh, también debes realizarte limpieza facial a las diez antes de dormir. Quedamos en darte los productos que te están auspiciando, así que de eso te encargas tú. Allí verás si le pides ayuda tu hermana o algo- Kai Kamal Huening, ¿me estás escuchando? —oh, no. Esa era la frase maldita, la que debía evitar.

TWENTY | YEONBINKAI. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora