TWENTY | YEONBINKAI. [EDITANDO]

twenty - ii

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(lo corrigió después de tres años, pero lo hizo).

—¡Ese es mi hermano! —Kai escuchó a Lea a través de la línea. Más que ser su hermana, era su mayor confidente y si realmente iba a considerar la idea que su hyung le había dado, primero iba a pedirle su opinión, incluso cuando era más que obvio que su noona no tenía nada en contra de su hermano haciendo frente a su madre—. Dios, pensé que nunca lo harías.

—No tenía ganas de morir. Como tú.

—¿Y ahora sí?

—No, pero estoy cansado. —suspiró profundamente el castaño al teléfono—. Cansado de que me vea como un mocoso al que puede mandar a su antojo. Cansado de que casi nunca me escuche. Cansado de que dude de mi potencial. Cansado de que elija por mí. Cansado de que me sobrecargue de trabajo. Cansado de todo, noona. Estoy cansado de estar cansado todo el tiempo.

Su hermana se calló por un momento, ofreciéndole un minuto de silencio en señal de entendimiento, a lo que Huening aprovechó para cambiar su posición, cómodamente acostado en su cama.

Era martes uno de Agosto, su primer día de vacaciones y cuatro días después de la pijamada en casa de su hyung. No era su intención exagerar, pero se sentía en el paraíso; eran las doce del día y él apenas se había despertado. No se podrían imaginar lo placentero que era para el castaño poder dormir todo el día, sin preocuparse de tener que seguir un horario o ser apresurado por su madre cada cinco segundos. Ella sí había ido a la empresa, como la adicta al trabajo que era, por lo que Kai estaba solo en su casa y prácticamente era aplastado por la paz en el ambiente, toda la casa en un pacífico y sereno silencio.

El castaño podría acostumbrarse a ello con facilidad.

—¿Y ya has buscado un candidato? —preguntó su noona curiosamente después de un rato.

Si bien le había comentado que planeaba teñirse el cabello de rubio y salir con alguien que su madre odiara para hacerla enojar, había dicho quién sería su cómplice y era bastante obvio para ella —o cualquiera— porque no lo había hecho.

—Ese es el problema. No sé quién podría ayudar. —suspiró el castaño—. Tengo sólo cuatro amigos y todos ellos tienen pareja. No es como que tenga múltiples opciones de donde escoger. Tampoco conozco mucha gente, no quiero tener que pedirle a un extraño que finja ser mi pareja.

—¿Quieres que te consiga a alguien? Hay muchos trainees en mi empresa que son fans tuyos. —sugirió la castaña.

Huening sacudió la cabeza, a pesar de que su hermana no podía verlo.

—No, no. Yo me las arreglaré.

—¿Cómo, sabelotodo? ¿Harás uno de papel? —el castaño le hubiera disparado con fulminante reproche en su mirada si la hubiese tenido cerca. A su hermana le gustaba bromear en los peores momentos.