Las tardes de otoño en South Center eran estupendas. Los árboles dejaban que las hojas se desprendieran de ellos y el viento las hacía volar suavemente hasta dejarlas descansar en el verde césped de las casas. Las cosas mejoraban cuando era fin de semana, sobre todo los sábados ya que todos los vecinos (o la gran mayoría) se reunía en el patio trasero de la vivienda de algún familiar para disfrutar de una tranquila parrillada, rodeados de las personas que más quería en el mundo.
La familia Bradley no era la excepción, es más, ellos eran los “vecinos modelos” del barrio. Adinerados, lindos, buenas personas, todos los querían y apreciaban. Ellos eran muy amables.
Adam Bradley se encontraba al frente de la parrilla colocando las primeras hamburguesas, su mujer mientras tanto preparaba las distintas ensaladas y los niños simplemente se paseaban por la casa.
-Nuria, ¿sabes a donde se fue Christian?- Le preguntó la señora Bradley a su hija de dieciséis años que se encontraba tirada en el sofá mandándose textos con sus amigas.
-Sí- Respondió ella sin dejar de mirar la pantalla de su celular.
-¿Y bien?
-Y bien, ¿Qué?
-¿Dónde está?
-¿Quién?
-Tu hermano, Christian.
-Salió.
Valeria (que así se llamaba la señora Bradley) dejó las ensaladas sin terminar y salió de la cocina en dirección a su hija, rápidamente le sacó el celular de las manos.
-¡EY!- Chilló la joven.
-No te devolveré tu teléfono hasta que no me digas donde esta Christian.
-Te dije que se fue con Jake y Tyler.
-No es cierto.
Nuria bufó. –Se fueron al centro comercial a encontrarse con los demás chicos del equipo de fútbol. Dijo que lo llames cuando la comida este casi lista.
-Gracias.
Valeria le entregó en mano el celular a su hija. Ambas se parecían demasiado. Valeria era rubia, alta y delgada. Tenía una figura que cualquier mujer desearía y Nuria, era igual.
-¡Mamá! ¿Dónde están mis video juegos?
El más pequeño de todos, Thomas, bajó las escaleras de un salto y miró fijamente a su madre esperando una respuesta.
-Los escondí.
-¿Por qué?
-Porque quiero que hoy no juegues. Llama a tus amigos, diles que vengan y después de comer vayan al parque a jugar a la pelota.
-¿En qué clase de siglo crees que vivimos?
Valeria fulminó con la mirada a su hijo.
-De acuerdo, ahora los llamo.
La mujer sonrió victoriosa y volvió a la cocina.
Después de unos veinte minutos, Adam entró a la casa para avisar que la comida estaba a punto de servirse.
Valeria tomó el teléfono de línea y llamó a su hijo más grande, mientras tanto el timbre de la casa comenzó a sonar.
Thomas, volvió a bajar las escaleras rápidamente y abrió la puerta. Eran sus amigos y las amigas de Nuria quienes fueron corriendo a ella para contarle los primeros chismes de las personas del colegio.
Todos estaban sentados en la mesa de afuera, el clima estaba bastante agradable; había sol pero el viento le daba ese toque fresco.
Christian quien había llegado con sus dos amigos se sentó en la mesa, al lado de su padre quien estaba a la cabecera de la mesa.
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Sueños Rotos
Teen FictionTenemos la mala costumbre de pensar que las personas siempre estarán ahí para nosotros.