Josephine
Stanber añoraba en sus paredes mi crecimiento como bailarina profesional. Esos cimientos vieron mi dolor a través de los años, mi desgaste y alguna otra risa que se escapó de mi garganta cuando bailaba junto a las personas que quería y que algún día decidieron traicionarme.
Extrañaba tener 18 años y bailar solo por gusto. Echaba de menos no tener sobre mis hombros un peso que me hundía cada vez más en la piscina. La academia que me abrió las puertas para cumplir el sueño que desee desde que era una cría, fue la misma que me encadeno a una vida llena de llagas en mi interior.
Amaba el ballet, era lo único que sabía. Pero también sabía que mi amor por el mismo me estaba haciendo pedazos en todos los sentidos.
Mis primeros días en la academia fue como me lo habían vendido. Pura magia. Desde escoger mis zapatillas nuevas hasta entrar a mi dormitorio por primera vez. Las mejores bailarinas del mundo se habían presentado con cada bailarín y nos habían hecho elogios que nos hacían crecer hasta las nubes, lo lamentable fue cuando la segunda semana tuve sobre mi habitación una báscula y un desorden alimenticio. La tercera semana tuve un estrés tan grande sobre mis hombros que quise irme a casa. La cuarta semana decidí callar mi dolor cuando me humillaron frente a todos porque había empezado un segundo antes la coreografía. Mi caída final fue cuando al terminar la academia, hicieron que la persona que menos pensaba me traicionará para que una compañía importante no me firmará como uno de sus bailarines. Dejándome atada a ellos mientras les sirviera.
*******
Despegué las tiritas de los dedos de mis pies después de retirar mis zapatillas de ballet. El reloj daba las 11:37 p.m., como cualquier otro día en mi vida, terminé la rutina que empezó a las 7 a.m. Me cambié de zapatos y no tardé mucho en ponerme de pie para dirigirme a mi apartamento.
—¿Josephine? —escuché la voz de Hazel detrás de mí y me giré antes de llegar a la puerta, —Iremos a cenar antes de que cierren Sunday's, ¿vienes? —vi a Harry platicar con Alex mientras reían y Astrid se unía a ellos después de recoger su mochila del suelo. Ellos eran los otros que irían al café que estaba a lado del edificio donde todos vivíamos,
—Tal vez otro día, Hazel. Gracias por la invitación —traté de recordarle a mi cara ser amable y sonreír. Ella me vio decepcionada (como siempre), y asintió.
—De igual forma eres bienvenida si cambias de opinión —. No respondí y le di la espalda para dirigirme a la puerta de salida de Stanber.
Casi todas las luces de Stanber estaban apagadas, la mayoría del tiempo éramos los últimos en ir a casa. Malory, quién decía adorar ser nuestra mentora, siempre tenía algo nuevo que pulir en nosotros. Los chicos casi siempre buscaban algún plan para relajarse después de bailar tanto tiempo, pero pasaba de ello. Algunas personas de ese grupo de amigos y yo, no nos llevábamos bien. Hazel era mi mejor amiga, pero incluso con ella estaba perdiendo amistad.
—Carter —me detuvo Malory casi al salir, ni siquiera necesité girarme hacía ella, porque se encargó de ponerse enfrente de mí— Estás distraída, ¿por qué?
—No es asunto tuyo.
—Si que lo es, me estás arruinando toda la maldita coreografía —sus ojos brillaban incluso en la oscuridad a medias que había. No me daba tanto miedo como antes, pero incluso tenerla tan cerca hacía que mi corazón palpitará rápido.
La realidad es que sí estaba distraída pero no lograba entender por qué. A lo mejor no estaba descansando correctamente, sobreentrenaba y comía poco. Ninguna de esas cosas me importaba. Lo único que quería era mantener mi mente ocupada. Mi día completo se basaba en bailar, así que ni siquiera lograba ver la luz del día en ocasiones, era evidente que quería distraer mi mente de la necesidad de tiempo libre. Porque, aunque hiciera un esfuerzo por descansar, era imposible.
—No volverá a suceder —Respondí a secas. Aprete las uñas de mis dedos contra la piel de la palma de mi mano.
—No quiero volver a quitarte un personaje importante, Carter. No eres una niña —me amenazo y tocó mi hombro —. Reacciona ya.
No contesté más. Dejé que ella tomara su tiempo para soltarme e ir a casa. Sentía que me estaba asfixiando y eso que solo estaba a dos metros de la puerta principal.
—Llega a las 5 a.m. mañana. Empezaré antes contigo —asentí y me soltó secamente.
Caminé lo más rápido posible, arrastrando mis pies y sintiendo mi mochila más pesada de lo normal. Intenté tomar aire, pero no podía. Seguí caminando aún con la sensación de desplomarme en cualquier momento.
«—No puedo respirar —apenas salió de mi boca un grito de ayuda cuando sentí que iba a morir. Sabía que era un ataque de pánico. Mi cabeza lo tenía muy claro, pero no tenía tan claro por qué cada día empeoraban más.
Las manos frías de Hazel sostuvieron las mías que ardían. Sus ojos reflejaban preocupación y miedo. Tenía tantas ganas de decirle que no iba a morir, que era normal, pero no podía.
—Dime que hacer, te lo suplico —Hazel era tan hermosa en todos los aspectos. Sabía que jamás me dejaría sola. Por eso decidí alejarme, porque era injusto arrastrarla conmigo a mis problemas.
—Respira —escuché su voz impaciente— Estarás bien. Tan solo respira, Joss.
Cerré los ojos tratando de recordar como inhalar aire»
Me detuve en un lugar que consideré seguro hasta que pude respirar.
Me senté en el asfalto sucio de la calle y miré la calle vacía mientras los latidos de mi corazón volvían a su normalidad. No tardé en sentir mi cuerpo agotado. Sentí debilidad hasta en el momento que quise ponerme de pie, mis ojos se llenaron de lágrimas, pero me tragué el sentimiento. Lo único que quería era ir a casa.
Mi celular vibró algunas veces dentro de mi bolsillo, pero pase de largo quién me necesitaba tan tarde. Entré al edificio de Stanber, perdida en la noción del tiempo, de igual forma tenía en claro que no iba a dormir esa noche, ni ningún otra. Suspiré lentamente mientras esperaba el elevador.
Varias voces me sacaron de mi cabeza cuándo vi que una mano se interpuso entre las puertas del elevador para entrar. Tan solo me hice para atrás intentando hacer espacio para las personas que subirían.
—¡Hola, Joss! ¿Apenas llegas? —vi a Hazel que sonreía, sabía que mi aspecto no era el mejor, pero agradecía que ello no lo notara o simplemente no lo mencionara.
—Oh no —todos los chicos me miraron excepto Harry, pero parecía perdido en sus pensamientos—. Estaba arreglando algo con Keller— sonreí como pude. Keller era el recepcionista.
—Deberías unirte a nosotros la siguiente vez, Carter —sonrió amablemente Alex.
No contesté porque el elevador se abrió. Todos salimos y poco a poco se despedían cuando llegaban a la puerta de sus apartamentos. El mío estaba al final del pasillo, junto al de Harry. Seguí mi camino mientras ignoraba a el escándalo de los chicos. Abrí mi puerta, pero la voz de Styles me llamó.
—Carter —escuché sin voltear—. ¿Estás bien?
—No debería importarte —le respondí sabiendo que solo preguntaba por lastima.
—Tienes razón. Buenas noches.
Cerré la puerta de mi apartamento y dejé caer mi cuerpo en la alfombra. Me abracé a mí misma, mientras me repetía que algún día estaría bien. Desee que estuviera mi hermano conmigo, pero los kilómetros que nos separaban no podrían hacer posible que llegara pronto.
Ni siquiera una tirita en medio de mi corazón podría hacer que dejara de sangrar.
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cisne quebrantado. [h.s]
Teen FictionElla es una mariposa que se desvanece, él es un cisne que probablemente este quebrantado. Ninguno puede avanzar más, solo saben que hay mucho dolor detrás de cada escenario pisado por esas zapatillas de ballet.