Capítulo 1. ¿Borrón y cuenta nueva? No lo creo

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CUAUHTÉMOC.


Estamos a minutos de recibir el año nuevo, he intentado no pensar mucho en mis temas amorosos porque quiero empezar el año como alguien nuevo, renovado para mi propio bien, estoy intentando ser libre y feliz a pesar de todas las trabas que la vida me ha puesto.
Subo a la azotea con el fin de que el aire frío de la ciudad me aclare las ideas, llevándose todos los pensamientos malos como lo hace con las nubes grises cargadas de lluvia, y como si fuera poco, las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos, así como también las nubes empiezan a desbordarse al ser arrastradas por el viento.

-A mí también me relaja subir de vez en cuando a despejar mis pensamientos-. Me dice una voz poco conocida.

Cuando volteo hacia un rincón noto, a pesar de la falta de luz, que está sentado sobre el antepecho de la azotea Mateo, un muchacho más alto que yo, por más de una cabeza, el cual no tiene mucho de haberse mudado al edificio. Hasta donde sé, sus padres se divorciaron y el ávaro y cobarde de su padre, por no dejarles nada vendió todo, para dejarlo en la ruina a él y a su madre.

Apenas caigo en cuenta comienzo a limpiar mis lágrimas, pero él se acerca rápidamente hacía mí.

-No es necesario que lo hagas-. Me expresa, mientras con su mano detiene las mías.

Subo mi mirada hacia la suya y noto que él también lo ha estado haciendo, sus verdes ojos están teñidos de rojo. No puedo imaginarme a un hombre como él llorar, me parece un poco imposible que tras esa figura de indestructibilidad se acorazone un ser vulnerable.

-¿Todos podemos hacerlo, no?-. Me comenta en tono burlón al percatarse que he posado mi vista sobre la suya durante mucho tiempo.

No respondo nada, pero actuó para safar mi mano de la suya y mirar hacia otra parte.

-A pesar de que es un día especial, parece que poco tiene de serlo-. Comienza a decir mientras camina hacia el borde y pega un brinco para subirse al contrapecho de la azota.

En seguida reacciono tratando de detenerlo, pero el voltea y me regala una sonrisa.

-Tranquilo, no lo voy a hacer, a menos de que quieras que lo haga.

Su forma de hablar tan sarcástica me parece algo increíble de él, no parece que estuviera llorando segundos atrás. Supongo que así es él, manteniendo siempre una postura relajada ante todos, mientras por dentro se está derrumbando.

-Será mejor que te bajes de ahí, me pones de nervios-. Comienzo a decirle, casi a modo de súplica.

-¡Oh, si hablas!-. Me contesta con tono de sorpresa fingida.- Pensé que los ratones te habían comido la lengua.

-Ya notaste que hablo, ahora, por favor, baja de ahí.

-¿De donde?-. Me pregunta haciéndose el desentendido, al mismo tiempo que camina sobre el borde, fingiendo torpeza al caminar.

Cada vez que parece que va a caer no puedo pensar en otra cosa que él resbalando y cayendo sin resistencia alguna sobre el asfalto cinco pisos abajo.

-Mateo, por favor, baja.

-¡Wow! pensé que no sabías mi nombre.

-Es un edificio pequeño, todos nos conocemos.

-Pero contadas son las veces que nos hemos dirigido la palabra.

Baja del antepecho de un salto muy bien calculado para acercarse más a mí.

-Mateo Symanski-. Me dice mientras extiende su mano hacia mí.

-Cuauhtémoc López-. Le contesto mientras estrecho su mano con la mía.

-Ahora que nos conocemos, ¿Me puedes contar qué es lo que te trajo hasta aquí?

Dudo en si contarle mis líos, apenas lo conozco de vista y no soy de las personas que suele contarle sus problemas extraños, pero como si perdiera el control sobre mí, comienzo a explicarle todo.

Empiezo por contarle mi historia con Diego, continuó contándole mi historia con Aristóteles y por último, cómo es que las dos partes terminaron enredadas y dejándome a mí en un limbo sin salida.

-A ver si entendí, ¿Aceptaste ser novio de tu mejor amigo, solo por despecho?

-Si lo mencionas así suena cruel, pero no pasó todo de esa manera-. Comienzo aclarando.-Diego me insistió que fuera su novio para olvidarme de Aristóteles, pero durante estos 4 meses me he estado engañando a mí mismo y haciéndolo sufrir porque aunque en su momento lo amé, hoy solo le tengo un cariño que no rebasa el límite de un buen amigo, ni siquiera, en todo el tiempo que llevamos, he podido besarle, porque no me nace. Él dice que puede esperarme toda una vida, pero yo no puedo hacerlo sufrir tanto.

La cara de Mateo refleja confusión, yo estaría igual, pues una vez que conté todo esto en voz alta, me doy cuenta de lo ridículo que es todo este lío.

-¿Y qué es lo que estás esperando?-. Me pregunta, dándome la respuesta que ante cualquiera es obvia.

-No sé, no sé cómo hacerlo.

-Pero, dime esto, ¿No puedes amarlo porque lo ves como a un amigo o no puedes amarlo porque estás enamorado de Aristóteles?

Su pregunta me toma por sorpresa, no se que contestar, conozco la respuesta, pero decirla me condena a estar atado a la verdad, verdad que me tiene preso aún sin decirla. Conozco exactamente mis sentimientos, pero depender de ellos es lo que me limita, es lo que me hace sufrir.

-No puedo amarlo simplemente porque no quiero, mi amor para él no va más allá de todo el cariño que le tengo por estar conmigo y por ser mi amigo, nunca podré amarlo como algo más.

Se escucha un ruido de repente tras nosotros y ambos volteamos en seguida, todo para encontrarnos con Diego destrozado, en un intento fallido por huir de ahí sin ser descubierto tropezó con unas macetas, haciéndolas añicos, me encuentro su mirada y solo me comunican dolor, pronto lo fuegos artificiales comienzan a sonar, el año nuevo llegó y vaya forma de hacerlo

-Feliz año nuevo, Cuauhtémoc-. Me comenta Mateo poniendo sobre mi hombro una de sus manos.

Su sarcasmo en estos momentos no me interesan, yo solo puedo enfocarme en Diego y en la persona que está detrás de él. Aristóteles.


***

Hola, aquí les traigo la primera actualización de esta segunda parte, espero y la disfruten tanto como la primera. Trataré de publicar una vez por semana, aunque no prometo nada.

Maybe también este capítulo no tenga sentido, pero con el tiempo lo tendrá, ustedes no pregunten, solo gócenlo.

Por último, ya se que es historia Aristemo, pero a poco no se antoja una Matemo, perdón, pero es mi gusto culposo jaja. Fotito para tratar de convencerles.

Sin más por el momento disfruten la historia, Les amo

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Sin más por el momento disfruten la historia, Les amo.

-Daniel pacchiano

ARISTEMO. Corazón en GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora