Eres parte de un juego mental donde muy pocos logran salir con vida. Un juego que pondrá a prueba tu mente y te demostrará que nada es lo que parece.
Solo hay una regla: ganar.
Claire se muda a Wonderf, un pueblo oscuro y solitario, en donde tendr...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
CLAIRE
−Claire Evenson diagnosticada con... −las palabras de Max se desvanecieron cuando el recuerdo llego a mi cabeza.
8 DE NOVIEMBRE.
Hace frío pero mi cuerpo no siente nada, yo no siento nada. Hace un mes que Spencer fue encontrada sin vida y desde ahí mi vida se vino abajo. No me quedaba más nada y por eso tome la decisión de quitarme la vida, mi papá llego justo a tiempo y no lo logré. Tal vez si hubiera llegado más tarde no estaría cumpliendo mi cuarta semana en el centro psiquiátrico.
Estoy parada mirando por la ventana mientras todo está en completo silencio, no nos dejan salir de la habitación pero a veces suelo salir al pasillo sin que me vea. Sentí algo detrás de mí.
−Claire Evenson... −me di la vuelta de inmediato cuando una voz susurró a mis espaldas.
Él era muy alto, de cabello castaño y uno que otro piercing. Estaba de brazos cruzados y cargaba con una sonrisa un tanto divertida.
−¿Y tú quién eres? −lo mire de arriba a bajo.
−Reid Caster −estrecho su mano −. Tu nuevo y muy apuesto compañero de aventuras.
Negué con la cabeza, una pequeña sonrisa apareció por mi rostro.
−¿Aventuras? me parece que alguien olvido que estamos en un centro psiquiátrico −camine hacia mi habitación.
−¿Y eso que? ¿Acaso te piensas que llevo once meses aquí jugando al ajedrez o que? −me di vuelta ante su comentario.
−¿Once meses? ¿tanto tiempo? −sentí algo extraño dentro de mí.
Reid se encogió de hombros y se apoyo sobre la pared. Miro hacia la ventana mientras fumaba un cigarrillo.
−Dicen que el tiempo lo sana todo pero creo que la vida me utilizo como experimento para desmentirlo.
−¿Eso crees? −pregunté.
Suspiró.
−Ni el tiempo, ni el amor y mucho menos la muerte sanan, solo nosotros tenemos eso poder y debemos saber que hacer con él −me miro −. ¿Porque estás acá?
Baje la vista, no quería hablar de eso pero sentí la necesidad de decirlo en voz alta, eso es lo que el psiquiatra había dicho.
−Cuando era niña me diagnosticaron trastorno de identidad disociativo y hace poco mi mejor amiga fue encontrada sin vida e intenté... –deje de hablar, ya no podía.
Desde ese momento en adelante todo cambió: llevaba semanas sin tener malos pensamientos, sin tener miedo al abandono o tener esa sensación desagradable dentro de mí. Tener un trastorno de ese tipo es demasiado difícil, me había acostumbrado a vivir con él pero a veces me aterraba hacer algo malo cuando no era yo. Habían días en los que me costaba el simple hecho de respirar pero luego recordaba a Reid y se que no debía ser así, se que tendría que luchar por mí propia cuenta pero él fue mi sostén en estas últimas semanas. Él lo fue todo hasta esa noche en donde todo cambió...