Capitulo 2 - Agua

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En una montaña de tamaño modesto con vista a un pequeño puerto pesquero se encontraba el santuario Misagozaki. A mitad de camino, por la escalera que conduce a la ermita había un solo Torii con Chouzu cerca, el lugar donde terminaban los escalones, dos más estaban esperando, de espaldas a los terrenos del santuario. Detrás; los jardines se extendían al mar, brillando con la luz reflejada, la vista desde el Santuario Misagozaki era tan majestuoso que había sido escrito por los poetas hace mucho tiempo.




No había mucho de una llanura costera, por lo que el puerto de la ciudad era pequeño, las casas se empujaban unas contra otras. Rodeando por los cuatro lados las montañas y el mar, con un solo camino dentro o fuera, la ciudad Iwatobi fue, en efecto, una pequeña isla de la tierra. La ciudad no podría ser apoyada por sólo la llanura costera, por lo que se extendió a los caminos forestales en las laderas de las montañas, hasta llegar a los escalones de piedra del Santuario Misagozaki.


Era un santuario que contenía una gran cantidad de historia, aunque parecía antigua, la magnífica estructura estaba llena de dignidad, y varias ceremonias se celebraron allí. En otoño, tenían un ritual festivo, consistía en llevar un santuario portátil por los escalones de piedra, a continuación, después de hacer el recorrido a través del puerto, era arrojado al mar. Se supone que era un ritual de agradecimiento por las buenas cosechas, pero el porqué el santuario era arrojado al mar, no había una respuesta, después de todo, era un pueblo de pescadores.


Por ser un santuario con vista al puerto, el Santuario Misagozaki naturalmente había asumido el deber de velar por la seguridad de los pescadores de la ciudad. Debido a esto, los pescadores aplaudían dando una oración en las cubiertas de sus barcos antes de salir al mar. Y así el santuario vigilaba el tiempo de la cosecha y oró por la pesca abundante, y en ocasiones se encargaba de oraciones por buenas notas o un parto seguro, al mismo tiempo se daban las gracias y lo adoraban.


La casa de Haruka estaba a medio camino al subir los escalones de piedra hacia el Santuario Misagozaki, dando vuelta a la izquierda de donde se encontraba el chouzuya, estaba cerca de un torii. No importa donde quisiera ir, tenía que subir hacia arriba o abajo. No había otro camino, pero el desorden de las casas había hecho sinuoso, estrecho y laberintico el camino, a tal grado que, subiendo por las escaleras era sin duda más rápido que tratar de pasar a través de él. Y así, Haruka dejaba su bicicleta estacionada en la base de las escaleras.


Cuando Haruka se dirigía a su práctica de natación, una vez que dejaba la escuela, iba el resto del camino en bicicleta. Tras llegar a su casa, metía todo lo necesario en su mochila y se daba prisa. Después de descender los escalones, llegaba a la casa de Makoto. Frente a los escalones que conducen a la amplia entrada del templo se encontraba la casa de Makoto. Solía esperar para encontrarse con él y su amplia sonrisa, pero hoy parecía estar retrasándose.


No era como si se comprometieran a encontrarse, y no había necesidad de esperarlo. Makoto tenía un hermano y hermana en el jardín de niños, y muchas veces eso lograba retrasarlo. Haruka subía a su bicicleta enderezándose poniendo sus pies en los pedales. Makoto se pondría al dia con él en el camino, y se encontrarían en la práctica de natación. Era mejor que Haruka se diera prisa, en lugar de esperar ahí irritado.


Haruka miro una vez más la casa de Makoto, para luego presionar con fuerza los pedales de su bicicleta.

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