Piloto

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—¡Señor Jung! —llamó el joven que trabajaba en la biblioteca captando así la atención del hombre esbelto recientemente nombrado— he leído el primer capítulo de su último libro. ¡Ha sido fantástico! —anunció con entusiasmo, pero recibió como respuesta un simple movimiento de cabeza por parte del receptor: antipático, serio y aterrador. 

Jung JaeHyun.

Jung JaeHyun era un escritor de rasgos orientales, cabello negro, tez pálida -demasiada pálida para el gusto de todos- y poseedor de un semblante frío difícil de cambiar. Se había mudado a Nueva York hace más de 15 años atrás, su pasado jovial le hizo viajar unos cuantos kilómetros desde aquello denominado hogar hasta el continente americano persiguiendo sueños, nuevos amoríos y una pasión por la escritura que no todos lograban poseer en esta tierra habitada por humanos y quizás algo más. Solo quizás porque aquello exclusivamente era creíble para los pocos cuerdos y vaya que de estos había un montón.

El mercado de la literatura tuvo la dicha de recibir diferentes libros fantásticos y sobrenaturales de su producción. JaeHyun no podía abandonar aquella zona de confort con respecto a los géneros literarios. Él pensaba que su otra pasión, aquello que le hacía latir fuertemente el corazón, además de escribir, era desmentir los mitos urbanos. La última obra escrita y publicada se titulaba "Cazando un fantasma en Texas" y tal era el que el joven bibliotecario hacía mención. Una referencia poco casual. ¿La trama de la misma? Aburrida ¿Su extensión? Larga por supuesto. ¿Cumplió expectativas? Por supuesto. Jung sabía -y era un experto en ello- cómo sacarle el jugo a las cosas. Sin embargo, porque la vida resultaba ser así de cruel, no tuvo demasiado éxito para decir verdad y desde otro punto de vista importante: no había una alta competencia para llegar a pelear por el primer puesto, en sí, la producción literaria no llegaba a eso siquiera. 

Su decimotercer libro, o quizás era el decimocuarto, se podía encontrar en plataformas como EBay o Amazon a un precio bajo muy bajo a comparación de otras obras. Jamás llegaría a hacerle frente a una obra de Stephen King por ejemplo, pero qué más daba si eso era lo que JaeHyun había decidido hacer desde que tenía memoria. 

Volviendo al plano actual, donde la realidad superaba cualquiera de las ficciones que él escribía, el escritor se hallaba en una nombrada biblioteca de la quinta avenida cazando clientes, sí cazando porque su habla era demasiado atractivo, como sus ojos y su piel; pero eso no va al caso. El nacido en Seúl, estaba cayendo en un pozo lleno de lodo y sin fondo, no tenía la fama ni el dinero que le hubiese gustado tener desde un principio y de esa única forma y triste, muy triste, había tomado el hábito de recurrir a lugares públicos como el lugar donde se hallaba ahora, cafés, plazas o puntos turísticos donde podía promocionar lo que hacía y le gustaba porque sabía, JaeHyun, que con tener uno o dos fans de sus obras no iba a convertirse en millonario y tampoco pagaría las deudas de luz, cable, gas, pero eso tiene otro grado de importancia. 

Sentándose en un sillón, de esos que ofrecen aquellos lugares para que los lectores reposen y disfruten una buena dosis de historia, sacó de su saco la correspondencia que había recolectado unas horas atrás y sin prestar tanta atención las desechaba sobre sus piernas aburrido, quedarían allí hasta después llevarlas hacia un lugar en común: el tacho de basura. Miró, miró y miró y el antepenúltimo papel llamó su absurda atención: era una postal, bastante bonita y presentable. Había una imagen de un edificio y a su lado el nombre de éste: "Burdel NEO ZONE" y luego una dirección. ¿Debería nombrarse aquello como... llamativo?

—Vaya nombre para un burdel —susurró JaeHyun y guardó esa postal en su saco nuevamente. Sin esperar más, recolecto todas las cartas que tenía en su regazo y las depositó en su destino final antes de salir de la biblioteca para tomar un taxi. Cuando llego a su casa quitó sus zapatos en forma de tradición casi que respetando sus creencias. Bueno a decir verdad, JaeHyun no era de creer en algo en particular ni siquiera en la existencia de fantasmas aún siendo así un cazador, buscador, y catador de ellos. Su última experiencia fue en Texas en un hotel para ser más exactos, lleno de mitos y leyendas acerca de espíritus que caminaban sobre los pasillos, objetos que se movían por si solos, susurros y gemidos que brotaban de las paredes y miles de comentarios parecidos que atraía al turismo y a los curiosos. Cuando Jung visitó aquel hotel abandonado en la ciudad del desierto se llevó la sorpresa de la cruda realidad. Paso una noche allí y no fue sorprendido con nada nuevo, mejor dicho con nada fuera de lo "normal". La estructura vieja y con altos peligros de derrumbes era habitada por animales de la zona árida y todo el resto que había escuchado acerca de ese hotel eran solo una palabrería sin fundamento. 

Pero si podía rescatar algo de todo ese mundo extraño que lo rodeaba era: viajes, comida, hospedaje sin derrochar un solo centavo y él solo esperaba que las personas siguieran creyendo en sucesos paranormales para que su negocio nunca terminara. 

Abrió su nevera para buscar algo de comida y encontrándose con un emparedado se dirigió a su estudio donde pasaba la mayoría del tiempo escribiendo, leyendo y volviendo a escribir. Sin embargo, tomó el teléfono para llamar a Johnny, un amigo y colega.
Johnny trabajaba para una editorial editorial y eso le facilitaba mucho la dura tarea a Jung porque al final del dia siempre el que le salvaba el trasero era ese americano de metro ochenta.

—¿Qué sabes del burdel NEO ZONE? —preguntó JaeHyun.

—¿Acaso tengo cara de visitar burdeles?— Del otro lado de la línea, acento perfecto y seductor. JaeHyun pudo jurar los gestos que hizo su colega al responderle. 

—Sí amigo mío, pero —soltó aclarando su garganta— tú sabes que yo no recibo estas invitaciones por nada. ¿Qué oculta? ¿Con qué me divertiré esta vez? Empezaré con una nueva historia y necesito contenido, mucho contenido.

—Bueno... —dijo pensativo el otro— hay algunos rumores acerca del sadismo con que brindan ciertos servicios.

—Explícate mejor, porque atrás de esta postal que recibí dice las siguientes palabras: "no juegues con el chico de la habitación 1408"  Y créeme Johnny que ya se me puso dura al retarme de esa manera.

—¡Oh por Dios! —gritó el otro por el teléfono. ¿Cómo le diría a su amigo la verdad si éste era un demente? Suspiró y dándose por vencido largó:— Conoces Nueva York, existen cosas locas y ese lugar es uno de ellos. Más allá de lo paranormal que puede haber ocurrido o no allí, debes temer también de los vivos... eso lo sabes ¿no?

—Sí, sí. Prosigue.

—Averígualo por tu mismo, si quieres tener sexo con un supuesto "sucubo" o espíritu malicioso. Ve allí... adiós Jung.

Johnny había cortado la llamada, dejando al escritor con muchas preguntas acerca de estas últimas palabras. JaeHyun no creía en esas cosas ¿verdad? Iría allí y se divertiría desmintiendo rumores como siempre lo hacía. Quizás conocería alguna linda chica o chico para follar, pero... ¿un espíritu? ¿un fantasma? ¿un demonio? Eso sí que no.

Toda esa mierda era pura inventada. Él lo sabía de antemano. 

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Bienvenidas a Habitación 1408, espero que amen la trama tanto como yo cuando me propuse escribirla. Contiene lenguaje vulgar, temas delicados como prostitución, drogas, sexo, violencia y demás. Pero no se asusten; disfruten junto a JaeHyun una noche con TaeYong.

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HABITACIÓN 1408 - JaeYongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora