El té está servido

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Llovía a cántaros cuando saliste de trabajar. Tuviste que proteger tu cabeza con una chaqueta que no cubría mucho, pero era mejor que nada.

Te metiste en la tetería y saludaste a Jean, que estaba recogiendo para irse a casa.

Jean: Buenas noches, T/n. Estamos cerrando... dios mío, estás empapada... ¿Quieres que saque algún delantal de dentro para secarte?

Este chico es tan dulce y detallista...

Tú: No te preocupes, Jean, me pondré al lado de la calefacción. Levi me ha invitado a estas horas para probar su nuevo té sin tener alboroto por la clientela.

Jean se puso su sombrero y se acercó a la puerta.

Jean: Vaya vaya, así que una cita con el jefe, ¿eh? Bueno, ¡pues que vaya bien!

Tú: ¡No es una cit...! -cerró la puerta tras de sí antes de que pudiera acabar la frase.

También es un capullo.

Oíste la voz de Levi a tus espaldas.

Levi: Lo siento, T/n, estaba limpiando la cocina. ¿Llevas mucho tiempo esperando?

Tú: No, acabo de llegar, tranq...

Levi: Tienes toda la ropa mojada, ¿quieres que te lleve a casa y pruebas el té otro día?

Tú: Oh, no. No te preocupes, me secaré al lado de la calefacción.

Tonta, tonta, tonta. ¿Cómo puedes haberte negado la oportunidad de llevarte al maldito Ackerman a casa?

Tú: Bueno, ¿Cómo es ese té que le tienes reservado a tu clienta favorita?

Le salió una media sonrisa. Cada vez que le veías hacerlo te daba un vuelco el corazón. Era un tipo muy serio, pero sabías sacarle una sonrisa de vez en cuando.

Levi: Es de una planta que aún no había probado hasta ahora y sé que tú eres la mayor fan de nuestros tés. Quería compensarte por el apoyo que nos has dado desde que abrimos dándote a probar nuestra novedad.

Era una tontería, pero te hacía ilusión ser la invitada especial de Levi Ackerman.

Tú: Perfecto, pues... vamos a ello.

Levi fue a terminar de preparar el té mientras tú te quedabas sentada en la mesa al lado del calor del radiador, rezando porque se secara tu ropa. Empezabas a notar algo de frío.

Levi: El té está servido.

Dejó dos tazas en sus respectivos platillos en la mesa.

Levi: ¿Te importa si bajo las persianas del local? Es por tener más intimidad y para que la gente no crea que seguimos abiertos.

Tú: Claro, por supuesto.

Soplaste el té mientas él bajaba las persianas y solo podías observar sus brazos extendidos tensarse, haciendo fuerza para cerrarlas. No era un hombre corpulento, pero no podía negarse que estaba en forma.

Cerró la puerta de la entrada con llave y se sentó contigo.

Levi: ¿Lo has probado ya?

Tú: No, te estaba esperando.

Levi: Genial, yo tampoco lo he probado aún. Si es decepcionante por lo menos no estaré solo ante esa desgracia.

Decía siempre las cosas de forma tan seria a veces que no sabías si tomarlo en serio o como una broma.

Tú: ¡Perfecto! Como esa frase de Titanic, "si tú saltas, yo salto". ¿A la de tres?

Hicisteis una cuenta atrás. 3... 2... 1... y disteis un trago. Tosisteis ante la amargura del sabor.

Levi: Voy a por azúcar.

Eso hizo la diferencia.

Tú: Es de los mejores tés que has traído...- estornudaste- oh no...

Levi: Has debido de resfriarte. Ve al baño a quitarte esa ropa, buscaré por el vestuario si tenemos algo, ahora te traeré alguna cosa para que te puedas cambiar mientras intentamos que se seque.

Tú: No, Levi. No te preocupes, vuelvo a casa en seguida.

Levi: Quítate la ropa o te la quitaré yo mismo -dijo mientras se dirigía al almacén para empleados.

Tampoco sonaba mal la idea... ¿Podías jugar a ese juego? Decidiste quedarte en la mesa esperándolo.

Levi volvió con una camisa blanca.

Levi: Solo tengo esto para darte. ¿Aún no te has quitado la ropa?

Tragaste saliva. Jean siempre te decía que "el jefe" te hacía miradas, que todas las mañanas miraba por las cristaleras buscando que aparecieras para poder servirte él mismo y los pocos días que faltaba siempre preguntaba por ti. Nunca confiaste demasiado, pero ¿y si era así? ¿Por qué otro motivo de todos los clientes habituales te escogería a ti para probar el nuevo té? ¿Por qué hacerlo en un horario en el que estuvieran cerrados? Era ahora o nunca.

Tú: Me has dicho que si no me la quitaba yo... me la quitarías tú.

Levi quedó unos segundos inmóvil, procesando la información.

Levi: ¿Quieres que yo... te quite la ropa?

Te sentiste estúpida. No, estúpido Jean convenciéndote de sus estúpidas ideas. Agachaste la cabeza intentando que no se te notara la cara de imbécil.

Tú: Lo siento, no sé por qué... Perdón.

Te giraste para ir al baño y Levi te cogió de la muñeca.


Continuará...


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