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Hola, sé, que te parecerá extrañó, pues creo que después de tanto tiempo al fin me he dignado a escribirte esta carta, me disculpo si te llego a decepcionar con lo que llegue a escribir pues no soy nada bueno en esto, tengo una mano muy torpe y lo único que puede hacer es tomar torpemente las ordenes de los comensales que veo llegar y aunque no visites muy a menudo el lugar, el verte entrar por aquella enorme puerta de madera me hace el hombre mas feliz del mundo, cada que tengo la oportunidad de tomar tu orden procuro alargar un poco el tiempo, aun que solo sean unos escasos segundos de mas, pero eso me vasta para poder sentir que estoy a tu lado, puede que sea un poco aterrador si lo vemos de otra perspectiva, lo sé, hasta a mi me da miedo, y no tengo justificación alguna como para poder defender las acciones con las cuales estoy actuando, pero... de que otra forma te puedo hacer llegar mis sentimientos, de que otra forma te puedo hacer ver lo loco que estoy por ti, dime, como, como puedo vencer esta insufrible cobardía, esta vergüenza, esta desconfianza y timidez, que me atan mas y mas al anonimato, obligándome solo a amarte desde las sombras, con el temor constante de que algún día al verte entrar por aquella puerta, la cual miro impaciente y con perpetuo anhelo, ya no seas solo tú, que aquellas hermosa sonrisa ahora tenga una razón y esa no sea yo, que ahora aquellos ojos de negro obsidiana ahora miren a alguien mas y ya no a mis cartas, tengo miedo, pero... soy un cobarde. Lo siento.
Te quiero y me duele, me duele porque no puedo decirte todo lo que siento en persona, me duele por la impotencia que siento al ver el como otros jóvenes se han podido declarar de una forma tan fácil y yo siendo un adulto a mitad de sus treintas no puede ni invitarle un café a la persona que le gusta, mirarle a los ojos y decirle todo lo que se ha callado durante años, años en los que solo he dedicado poemas y canciones ajenos a mi autoría, pero que sin embargo mis sentimientos se sienten identificados y con la necesidad de plasmarlos a una hojas y hacértelos llegar, y aunque no me guste sentir este dolor aquí sigo, viéndote desde el anonimato, esperando tu llegada, para poder ir hacia ti, tomar tu orden para poder estar a tu lado por escasos segundos en los cuales me sentiré completo para después sentirme solo nuevamente al ver que te marchas y como prueba de tu ausencia me dejas tu propina y un "gracias, linda tarde." Pero esta bien, soy feliz, feliz de poder verte, aun que no sea a diario.