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Después de un rato de estar revolviéndome entre sábanas mientras suena la música del despertador, decido levantarme, me quito las mantas de encima sintiendo poco a poco el frío del invierno, acto seguido me pongo mis zapatillas de perritos y me encamino hacia la cocina, nunca he tenido mucha hambre por las mañanas, pero como cada día me hago un café con leche y dos cucharadas de azúcar, ni una más ni una menos, saco mi taza favorita, es una taza blanca con un dibujo que hice de pequeña, creo que simboliza los cinco elementos de la naturaleza, Fuego, Aire, Agua, Tierra, y aunque casi nadie lo toma en cuenta, Tormenta, la ciencia dice que la tormenta solo es una mezcla del Aire y el Agua, pero yo no lo veo así, porque si la tormenta solo es una mezcla entre el Aire y el Agua, los humanos solo seríamos una mezcla de átomos y masa provenientes de otras personas, y pienso que todas las personas son iguales, da igual los años que tengas o el dinero que mueves, eres igual de insignificante que cualquier otro ser de este mundo.

Mis pensamientos de persona antisocial se fueron cuando la cafetera empezó a chirriar indicando que el café estaba listo, quito la cafetera del fuego y la dejó a un lado del brick de leche, espero a que el microondas acabé de calentar la taza de leche, una vez pita el microondas indicando que ya ha acabado el proceso de calentamiento, cojo la taza echando el café a la vez que miro la ahora de mi móvil, ¡Joder, son las 7:33! Me bebo el café y me voy rápidamente a cambiar, no tardó mucho en elegir lo que me voy a poner, porque básicamente en mi instituto llevamos uniforme, sí, voy a un instituto concertado y católico, el uniforme lo único malo que tiene es que la tela de la falda parece de cartón, bueno en realidad es una falda pantalón de color azul marino y con el logo del instituto en rojo, después está el polo blanco y la chaqueta sudadera también azul marina, podría estar peor, por lo menos han tenido la originalidad de no poner la típica falda de cuadros. Después de vestirme me voy al baño a asearme, me peino, me lavo la cara y los dientes. Cuando acabó de asearme miro la hora y salgo corriendo porque ya eran casi las ocho en punto, por suerte vivo bastante cerca del instituto y llegó incluso unos minutos antes de que abrieran.

Cuando me estoy acercando a la entrada ya oigo a Lei quejándose.

- Vaya mierda, es lunes y a primera me toca sociales - Nunca nos ha gustado esa asignatura, es demasiado aburrida, a mí que me importa lo qué pasó hace más de cinco siglos.

- No sé porque te sorprende, cada lunes tenemos sociales a primera hora- Replica Isaura. Cuando llegó donde ellas, Mar me saluda, o más bien me echa en cara que he llegado más tarde de lo normal.

- Gaia, que raro que hayas llegado tarde- Esto me lo dice dándome pequeños golpes en el brazo.

- Ya, es que he tenido una noche movida - Digo refiriéndome al sueño, pero como siempre, Lei y Mar lo mal piensan, mientras atan falsos cabos en sus cabezas van abriendo los ojos hasta que se deja ver todo lo blanco del ojo.

- ¡Se refiere a los sueños imbéciles!- exclama Isaura

- Gracias, alguien que no mal piensa.

Después de que se les pase el ataque de risa a estas dos, les empiezo a contar con todo detalle mi sueño, cuando acabó nos damos cuenta de que ya han abierto y que tenemos que entrar.

                                                                                        .....

- Recordad que mañana vamos al museo ... .- El profesor estaba explicando algo, pero como siempre yo no prestaba atención, estaba más entretenida dibujando en mi libreta.

- ¿ Qué dibujas?- Me pregunta Isaura, que estaba sentada a mi lado.

- Unos ojos verdes- No sé porque dibujaba esos ojos verdes, siempre dibujaba los mismos, es como una regla no escrita de que si tengo que dibujar ojos tienen que ser verdes, pero lo raro es que siempre tienen la misma mirada, esa mirada de seguridad máxima, que seguro que si se la veo a alguien me caería mal al instante. Llevo desde, prácticamente, los siete años dibujando, así que se me da bastante bien.

- ¿Gaia?- De repente la voz de Isaura me desconecta de mis pensamientos.

-¿Me estás escuchando? - Me pregunta indignada.

-Mm no, lo siento, es que estoy un poco distraída.

- Bueno te lo perdono porque es tu cumpleaños, ¡Felicidades! Eres la más mayor de las tres, que sepas que te vamos a utilizar.

- Cumplo dieciséis no diez-i-ocho - Dije aguantándome la risa.

-Bueno lo que tú digas, ya son las 1:30 tenemos que irnos a comer, ¿vamos al burger a celebrar?- Pregunta Isaura, teníamos la manía de ir a comer a algún sitio de estos cuando era el cumple de alguna de las cuatro.

- Tú sabes que sí - Digo muriendo del hambre - Pero tengo que estar pronto en casa, ya sabes es mi cumple y mi abuela lo quiere celebrar.

Después de unos cuantos minutos salen Lei y Mar, no sé que hace su clase que siempre salen más tarde, y siempre consiguen poner de mal humor a Lei.

- Que pesado es coño, es que no se calla, porque tenían que juntar letras y números, son ganas de joder- Se quejaba Lei indignada a medida que se iba acercando, Mar solo se reía.

-¿Y ahora que ha pasado?- Pregunto interesada.

- Nada, que no entiendo nada de mates- Responde está- Bueno vamos al burger ¿no?- Lei y Mar ya me habían felicitado a las doce de la noche.

- Si, pero tengo que volver pronto a casa.

Estuvimos hablando todo el camino hasta llegar al burger, ahí pedimos la comida y nos fuimos a comer en un banco cerca del río de mi pueblo.

Eran cerca de las cinco de la tarde cuando me llamó mi abuela.

- Hola, yaya - Desde siempre le he llamado yaya - ¿ Qué pasa?

Casi nunca me llama, por eso estaba sorprendida.

- Cuando vienes, te tengo que comentar una cosa.- Sonaba preocupada -Trae a tus amigas

- Ya estamos en camino, ¿está todo bien? - Pregunte, sonaba demasiado preocupada.

- Si, tranquila venid rápido, y tened cuidado.

- Si, claro adiós yaya- Colgó, me pareció raro que no me había dicho adiós ni su famoso "un besito", sea lo que sea lo que me tiene que decir era importante.

- Tías mi abuela suena preocupada, me ha dicho que vengáis a casa conmigo y que tengamos mucho cuidado- Les comente a mis amigas.

- Pues hagamos caso a tu abuela- Dice Isaura

Comenzamos a caminar hacia mi casa las cuatro en silencio, no era muy frecuente que estemos en silencio, sobre todo Lei era muy charlatana y esto era todo un logro, en realidad estábamos en silencio por lo que me ha dicho mi abuela. Y así estuvimos lo que duró el camino hacia mi casa.

Los cinco elementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora