Yuu

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No me gusta cuando salgo con Yuutaka y las personas le miran su poderoso escote y su hermoso culo. Ella es mi sexy secretaria y mi novia, conozco cada una de sus manías y preferencias y cada parte de su cuerpo. Por eso ODIO  cuando vamos a bailar, porque ella siempre usa una minifalda que apenas le cubre su culo y luce sus piernas torneadas y una blusa que casi revienta por lo que tiene que soportar, todos quedan babosos ante ella, y me da rabia cuando la desnudan con la mirada, me dan ganas de besarla frente a todos y demostrar que es mía.

Odio cuando nos sacan a bailar por separado. Odio cómo mueve su trasero contra lo que podría ser la erección de algún pervertido. Pero ahora es diferente; bailamos juntas, nos besamos en la pista de baile y todos nos quedan mirando. Eso es, mierdecillas andantes, esta ardiente chica es mía.

Estamos cansadas de tanto bailar, así que vamos por unos tragos a la barra y nos sentamos. Ella pide Martini, y yo pido un refresco, porque yo conduzco. Nos ponemos a beber.

  - ¡Minami-san, prueba esto! – me dice mientras sonríe ampliamente. Apoyo en codo en la barra y mi cabeza en mi mano, mientas la observo.

  - Gracias, Yuutaka, pero paso, prefiero verte – digo mientras medio sonrío. Ella se ríe y niega con la cabeza.

***

Estamos en el baño de la disco. Es una de esas en que hay casi veinte baños donde casi no viene gente, así que planeo aprovechar el hecho de que Yuu está algo feliz por tomar. Le tomo de un brazo y la arrastro hasta uno de los cubículos y cierro con pestiño. Ella sigue riendo.

  -¿Qué estás haciendo, Minami-san?

  - Ya verás – digo con una sonrisita.

La tomo de los hombros y voy directo a su boca. La beso apasionadamente y meto mi lengua en su boca, recorriendo esa cavidad y lamiendo su lengua, mientras una de mis manos levanta su blusa hasta arriba del pecho, desplazando también el corpiño de encaje blanco. Empiezo a pellizcar su pezón y ella comienza a gemir suavemente. Meto la otra mano debajo de su falda y empiezo a tocar su clítoris por encima de la tela de la tanga. Empieza a gemir más fuerte y está sonrojada.

 - Estás tan mojada, Yuu-chan… eres tan pervertida… tu cuerpo entero pide más – le susurro en el oído.

Entonces empujo la tanga a un lado y meto tres dedos en su interior, empujando y sacando, lo que la hace gemir más fuerte.

  - ¿De quién eres tú? – le susurro a su oído. Ella no contesta y sigue gimiendo. Le mordisqueo la oreja- Contéstame, ¿A quién le perteneces?... si me respondes, nos iremos directo a casa y te haré el amor con cariño… si no, lo haremos aquí y sin pestillo.

  -Nnnn… s-soy… soy tu… soy tuya Mi-Minami-sannn… - me responde con voz excitada.

  - Así se hace, Yuu-chan – Le digo mientras sonrío en sus labios, y bajo hasta la altura de sus pechos. Todavía con una mano ocupada en su entrepierna y otra en su pecho, empiezo a succionar uno de sus pezones, ella gime más fuerte. Entonces empiezo a morderlo, lamerlo, succionarlo más fuerte, frotándolo por unos pocos minutos más.

  -M-me vengo… -susurra. Dos segundos más tardes llega al orgasmo.

***

  -No puedo creer que de verdad lo hicimos en el baño – Dice amurrada después de subir a mi deportivo negro. Está enojada porque no cumplí mi promesa, y, aun sabiendo que le pasaría al llegar a casa, se demoró una hora más bailando con un tipo que no sacaba las manos de su cadera y ni la vista de su escote descomunal.

Mientras conducía a casa, ella se sacó el sostén y lo lanzó al asiento trasero del auto. Si estuviera concentrada en conducir rápido a casa, nos hubiéramos estrellado contra algo por el camino, la razón; cada vez que se cansaba, terminaba con los pezones tan duros que si se quedaba con el corpiño puesto le hacía doler. Por eso cada vez que hacía deporte lo hacía sin corpiño.

El canto del FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora