Era un día muy frio, las calles estaban abandonadas, no se veía ni una sola persona, seguramente estaban en su casa con toda su familia, pasando el rato y estar calentitos.
Al final de la calle, de repente apareció un chico, alto, de cabello negro, nariz pequeña, y un pequeño bigote y barba, Su nombre era Koto, llevaba una sudadera negra sin ningún tipo de estampado o dibujo, pantalones negros ajustados, y zapatillas de deporte bastante descuidadas. Iba con un lápiz y una libreta en la mano e iba dibujando gatos, muchos gatos, con diferentes expresiones y gestos. Era sorprendente que dibujara mientras caminara ya que el suelo de la calle estaba muy resbaladizo a causa de la humedad.
Después de unos cinco minutos de caminata, llego a su destino... Su casa.
Era una casa simple y pequeña, con diferentes tipos de flores pequeñas en su pequeño jardín, las ventanas mugrientas y descuidadas, una manguera abandonada, que parecía que nunca se hubiera utilizado, su casa destacaba con las de al lado, ya que las otras tenían muchos colores, jardines cuidados y limpios y un ambiente bastante relajante y de vida, al parecer a Koto le daba igual como se viera su casa, la expresión de su cara de felicidad al llegar a su hogar era todo lo que necesitaba.
sonriendo, Koto pasó el muro de su casa, y vio algo bastante raro...
En una de las ventanas mugrientas había un gato negro mirándolo fijamente, el gato era muy bonito, su pelaje negro brillaba y sus ojos grandes y brillantes destacaban en la oscuridad. Era como si el gato no respirara, veía fijamente a Koto sin parpadear, a Koto le pareció raro y se acercó al gato con precaución, seguramente no quería que se acercara y de un momento a otro podía lanzarse hacia él. Pero mientras se acercaba al gato, este no hacia nada, solo lo miraba con sus grandes ojos, atento al mínimo movimiento.
-¿Que? - Le dijo Koto, Pensando que es muy estúpido hablarle a un gato.
El gato no hizo nada, solo lo miraba fijamente, pero ahora había empezado a menear su negra y peluda cola.
-¡Fuera! - Le dijo Koto al gato señalando al vacío con su dedo índice.
El gato no hizo ningún movimiento.
Koto sin hacer caso, entró a su casa, dejó su libreta y lápiz en la mesita de la entrada y subió las escaleras, hasta llegar a su habitación.
Antes de irse a dormir, se acercó a la ventana de su habitación, sin saber el porqué, y vio que el gato se había cambiado de lugar y ahora estaba sentado en el muro de su casa, viéndolo fijamente.
Koto no le hizo caso y se fue a dormir, esperaba que el misterioso gato se fuera durante la noche.
Eran las 8 de la mañana, koto dormía profundamente, en su habitación estaban esparcidas montones de cosas por el suelo, ropa, comida, libros y libretas, lápices, de todo. En ese momento sonó el despertador que tenía en su mesita de noche, se sentó en su cama, se desperezó, se puso sus pantuflas y bajó las escaleras dirigiéndose a la cocina.
Su cocina era pequeña, con una mesa pequeña en el centro donde había un plato que todavía no llevaba al fregadero, frente a la cocina había un pequeño salón con un sofá y una pequeña televisión, y en las paredes muchas estanterías con cómics, mangas y figuras de acción, era lo que más le gustaba a él.
Koto se dirigió a la nevera, saco un bote de leche, alcanzó una de las estanterías de la cocina para sacar una caja de cereales, y se dispuso a preparar un plato de estos para desayunar. Después de un corto tiempo, terminó su plato de cereales, dejó el plato en el fregadero, subió rápidamente a su habitación para vestirse, bajó las escaleras y salió de su casa para recibir el viento de la fría mañana.
Se disponía a caminar cuando vio algo que lo perturbo un poco...
Era el gato, el mismo gato, que había visto la noche anterior, seguía en el muro de su casa, esta vez acostado. Cuando el gato escuchó cerrar la puerta de la casa, levantó rápidamente su negra y peluda cabeza y fijó sus ojos en Koto.
Koto ya tenía algo de miedo, se acercó con decisión al gato y le dijo.
-!EH TÚ, FUERA DE AQUÍ¡- Dijo este, con un poco de enojo.
Al ver que el gato no se movía, aceleró el paso y se disponía a salir, cuando...
-Cuida tus palabras amigo mío- Le dijo el gato - Deberías tenerme más respeto-.
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El Camino Hacia La Gloria
AdventureKoto es un joven de 15 años, donde su vida es muy aburrida... de un momento a otro va a dar un giro muy inesperado, cuando Misoltoo, un gato que habla, le dice que es es salvador de su mundo, y necesita su ayuda.