1. Emergencia.

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Cierta rubia de baja estatura caminaba de forma apresurada por los pasillos del hospital con una carpeta repleta de hojas debajo del brazo, la cual debía entregar en recepción antes de irse. Llevaba puesto su ambo de trabajo color azul marino junto a una camisa blanca debajo de éste y unos zapatos cómodos sin tacón.

Luego de tanto trabajo y para su suerte tenía el resto del día libre pues, su turno terminaba en breves. La parte mala era que tenía una suerte de mierda y todo cambió en cuestión de minutos; sin previo aviso se oyeron cinco ambulancias llegar una detrás de otra a las puertas traseras del hospital, donde aparcaban. Algo grande había ocurrido, y en esos casos nadie puede poner un pie fuera del hospital.

Si bien jamás le había tomado demasiada importancia a la fecha de su propio cumpleaños y su respectiva celebración, quería usarla como excusa para al menos poder descansar el día de hoy. Llevaba trabajando como condenada durante meses.

Annie bufó sonoramente mientras se daba la vuelta para acercarse al parking, con un leve pero al mismo tiempo abrumante dolor de cabeza. Eran las ocho de la mañana, y había tenido que estar allí desde la noche sin pegar un ojo.

ーBonito regalo de cumpleaños, ¿verdad? ーrió burlón su compañero de bata, comenzando a caminar a su lado. La muchacha no había notado su presencia hasta ahora ni tampoco sabía en que momento se había aproximado a ella.

ーCallate Reiner. ーhabló aún mirando al frente, molesta. Lo que menos necesitaba era su presencia en un momento como ese, pero evidentemente era inevitable.

Las bolsas oscuras debajo de sus ojos eran una prueba irrefutable de sus pocas horas de sueño, junto a la expresión de su cara, la cual detonaba cansancio por doquier. En cambio, su compañero se veía prácticamente como nuevo, su turno había empezado hace apenas unas horas.

ーYa pero en serio, esas sirenas se oyen interesantes. Han de haber unas cuatro ambulancias esperando o mas. ーvuelve a hablar, haciendo fruncir el ceño a la contraria. ーNo es algo que se vea todos los días, querida Annie.

ー...ーno respondió nada, ignorándolo por completo. Solo quería regresar a su casa.

Al llegar a la parte trasera del hospital, ambos se detuvieron y analizaron la situación. Cinco ambulancias y un auto se encontraban aparcados mientras un conjunto de médicos rodeaban la zona. Ciertamente había ocurrido un gran accidente en alguna parte.

Uno de los residentes, quién se encargó de hablar con los parámedicos al llegar, alzó la voz entre la multitud de médicos de turno, en su mayoría novatos o graduados hace unos meses, para comunicarles lo que estaba ocurriendo. Tal parecía que efectivamente había ocurrido un incidente grande en el instituto militar a unas millas de distancia. No tenían mucha informacion de momento, pero lo único que necesitaban saber era que debían mover el trasero y actuar rápido.

De repente, las puertas de la primera ambulancia se abren, dejando bajar por ella a dos médicos junto a la camilla que arrastraban y todos los aparatos correspondientes conectados al cuerpo. Todos se quedan boquiabiertos, un jóven pecoso de cabello oscuro se encontraba gravemente herido y con la mitad derecha de su cuerpo quemada. La rubia traga saliva.

ーJóven masculino con quemaduras de tercer grado y hematomas por el largo del torso y las extremidades inferiores. ーcomienza a relatar el doctor, mientras el residente designa a los encargados de acompañarlo en el caso de dicho paciente.

Luego de ello continúan con los demás, en su mayoría jóvenes en grave estado, y la cantidad de médicos disponibles disminuye drásticamente. Mientras tanto y para sorpresa de todos, mas ambulancias llegan al lugar.

ーJoder... y hay mas. ーbufa Reiner. ーNo va a alcanzar el personal.

ーNi las camillas. ーse une a la conversación su otro compañero alto de cabello oscuro, Bertoldt, que había llegado un rato antes que ambos. La preocupación en su rostro era clara.

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⏰ Última actualización: Jul 26, 2022 ⏰

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