especial✒navidad

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Uno de los días que Kyungsoo más amaba era un veinticuatro de diciembre  porque Jongin le permitía hacer todas las decoraciones que quisiera, acabando por llenar la casa de tanto rojo, verde y blanco que acabaría hundiendo hasta al mismo Grinch en el espíritu navideño de Kyungsoo.

—Amor ¿Qué haces ahora? —El minino escuchó la voz de su esposo y removió sus esponjosas orejas, bajándose del banquito donde se había subido para continuar colocando unas cuantas guirnaldas.

—Ya van a llegar. —Hizo un puchero Kyungsoo, acercándose a su castaño. —Y no luces allá, allá y allá también. —Señaló respectivamente.

—Bebé, ya hemos hablado de esto. La casa está hermosa, no te preocupes más ¿De acuerdo? —Jongin se estiró para colocarle a Kyungsoo el gorrito de Santa, doblando la punta de este y asegurándose de que no esconda sus felpudas orejas. Él, por su parte, se colocó las astas de los renos. —Listo ¿Ves cuan hermoso te ves?

—Yo quería ser reno.

—No, no, ni lo pienses, gato engreído. —Jongin suspiró, cruzándose de brazos. —Ya lo hablamos, No te lo voy a permitir.

—Soy Santa y tú reno. —Afirmó Kyungsoo.

—Se dice “Tú mi reno”, amor.

—Tú mi reno.

—Muy bien. —Jongin se inclinó y beso sus labios.

Después de un beso, Kyungsoo se dedicó a bañar, cambiar y vestir a sus hijos con todo el espíritu navideño que tenía. Ian fue un hermoso reno de cuatro años, Geulmi una Mamá-Claus de dos y Taeoh un duende de un añito cumplido hace poco.

Dejando que Ian y Geulmi disfruten de los decorados de la casa y saquen sus juguetes a la sala de estar mientras Taeoh descansaba en su cuna, Kyungsoo se acercó para asegurarse de que Jongin tuviera lista la cena, sonriendo y meneando sus orejas al escuchar el dulce cantar de su amado, moviendo sus caderas de lado a lado.

Él quiso acercarse para rodear la cintura de su esposo y llenar su cuello de besos, hasta terminar jugando nuevamente en la cocina, pero sabía que no era el momento.

Sus orejas se menearon una vez oyó el timbre, sacándolo de sus pensamientos y devolviéndolo a la realidad, justo a tiempo para ver a Ian corriendo hacía la puerta, pegando su oreja esponjosa a la madera.

— ¿Quién es? —Preguntó el pequeño.

—La vieja Inés. —Ian sonrió emocionado al oír la voz de su tío Baekhyun, así que abrió la puerta sin dudarlo, recibiendo al rubio felino que lo tomó en brazos y al instante lo puso de cabeza, haciéndolo reír.

—Baekhyun… Te he dicho que dejes de hacer eso. —Detrás del rubio entró Chanyeol, siendo seguido por Sehun, quien observaba la joven pareja con una mirada llena de resignación.

Kyungsoo amaba las visitas de sus amigos. Él no recordaba la última vez que habían estado todos juntos, pero ahora, por fin, después de tanta insistencia de Jongin hacía los demás, ellos consiguieron quedar juntos para pasar el cumpleaños del castaño y la navidad en su hermosa casa de playa.

—Cada día este engendro pesa más. Mierda. —Baekhyun maldijo, costándole devolver a Ian a su posición normal, mientras el. pequeño reía y reía, amando la adrenalina. — ¿Qué les das de comer, Kyungsoo? ¿Esteroides?

Kyungsoo ladeó la cabeza, sacudiendo su castaña y larga cola, sin comprender a qué se refería Baekhyun. El felino vio a Chanyeol cargar a Geulmi mientras Sehun buscaba a Taeoh, sin embargo, la pregunta de Baekhyun aún seguía en su curiosa cabeza.

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