Prólogo 1/3: Guerra

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El híbrido

Escuchó el viento azotando los árboles con una fuerza descomunal, escuchó el metal de las 300 espadas blandidas por sus portadores chocar con frenesí buscando la piel que desean cortar, las hachas destrozando pieles, los huesos quebrándose, los gritos de furia y los lamentos de horror que inundan la zona; siento los temblores que genera la magia chocando entre si, siento el aire frio calándose en mi piel generando escalofríos por todo mi cuerpo... Aún con todo el caos el viento sigue susurrando su idioma, clamando por que  pronto termine está pesadilla, pero no será así.

La mano de Alaric sobre mi hombro me saca de mis pensamientos, me indica sobre la llegada de los Arcángeles a lo cual me apresuro al encuentro, a quien veo primero es a Uriel llevando una armadura dorada de cuerpo completo que podría tener el mismo intenso brillo del sol quien me platica rápido sobre como se retrasaron debido a la inquietud que hay en las nueve esferas a causa de todo este conflicto, a su lado se encuentran los otros arcángeles y detrás de ellos las tropas del paraíso listos para luchar contra los tenebris de Luzbel, del otro lado mis tropas luchan con gran aguante a pesar de la desventaja que tenemos debido a los demonios; Rafael pregunta por un plan para conseguir la victoria definitiva, a lo cual procedo a contarle.

-Necesito que ayudes a mis tropas para que puedan recuperarse lo más posible y que luches junto con tu grupo en ésa área-

-¿Y que hay del restó de nosotros?- Pregunta Jofiel.

-Tu junto a Zadquiel y Chamuel deberán atacar junto con sus tropas desde el lateral izquierdo, mientras Gabriel y Uriel por el derecho, el objetivo es mantenerlos cerca además de distraerlos para que Miguel junto a sus tropas se acerquen a "El príncipe de las mentiras"-

-¿Tú y tu compañero que harán Jr?- Cuestiona Gabriel señalando Alaric y a mi

-Nosotros iremos con Miguel, descubrí una forma de acabar con todo esto, pero debido a mi capacidad con ambos lados de la magia soy el único capaz de hacerlo, Alaric decidió acompañarme para cubrirme la espalda mientras Miguel tendrá que alejar los líderes del infierno lejos de Lucifer-

Sabía lo que hacía, ¿Sobreviviría? No... pero era la única forma de ganar la guerra, matar al Ángel caído, solo así tendré su puesto y enviaría a los demonios devuelta al infierno para después sellar este para siempre, el simple hecho de vencer al Querubín es difícil por eso Alaric me ayudara luego tendré que usar toda la magia en mi ser para cerrar el infierno con los demonios adentro, por primera vez en mi vida... dejarme llevar, se que eso me matara pero ya tomé mi decisión... el viento susurra mientras yo le pido mandarle mi ultimo te amó a mi Anthea y mi ultimo estoy orgulloso a Ethel; una vez aclarado todo cada quien va con su grupo a cumplir su misión, junto con Al sigo a Miguel y su grupo de ángeles cada uno viste una armadura plateada tan brillante casi llegando al blanco absoluto a diferencia de Miguel que al igual que los demás arcángeles viste una armadura igual a la de Uriel; las voces de ambos bandos aumentaron de volumen debido a los ángeles que se unen a la guerra, aun estando lo mas lejos posible de la zona puedo escuchar las alas batiendo de nuestros aliados, el camino es largo y yo solo puedo pensar en que hoy esto terminara.







No se esperaban el ataque, Miguel se estaba encargando con los lideres infernales, mientras yo y Alaric nos abríamos paso hacia el diablo, fue difícil esquivar las tropas, muchos eran hechiceros que solo tenia miedo de morir por no obedecer a los demonios, intentábamos esquivar a la vez de no dañar a los que podíamos pero era imposible no derramar sangre inocente... así es la guerra, vaya mierda; luego de un largo tiempo corriendo llegamos a nuestro destino, ahí de espaldas a nosotros estaba "El querubín que se sentía mejor que dios", sentado en sus propias piernas, a la par de Alaric nos acercábamos a el sin cuidar el ruido de nuestras pisadas a lo cual el demonio solo nos miro sobre su hombro y nos sonrío, se levanto para después girar su cuerpo a nuestra dirección dejando relucir su armadura negra como la noche misma.

-Debo admitir que fue una buena estrategia, por un momento pensé que te rendirías y me diarias paso libre al purgatorio- Dijo con una sonrisa torcida, mientras que con su dedo pulgar limpiaba la sangre (claramente no suya) bajo su labio para lamerla.

-Y yo debo admitir que tus defensas eran casi irrompibles- Conteste con una expresión seria.

-Bueno... ya estas aquí, ¿Ahora qué? ¿Me llevaras con el "Todo poderoso" para juzgarme?- pregunta con ironía.

-No, ahora pienso matarte- Sostuve mi espada con fuerza mientras me ponía en guardia.

El empezó a reír petulante, mientras enseñaba sus 4 alas negras casi carentes de plumas y huesudas.

-Entonces que esperan ancianos muéstrenme lo que tienen- dijo con altanería Lucifer.

Alaric y yo no dudamos más y arremetimos contra el, sabia que por algo es quien reinaba el infierno, así que a partir de ese momento deje de contenerme, el suelo se estremecía mientras el viento dejo de susurrar para golpear con su lenguaje nuestros cuerpos de manera frívola, Luzbel era despiadado, atacaba con descomunal fuerza, tenia que arreglármelas para evitar que golpeara a Alaric, en algún momento mi espada salió volando, dejándome con mis puños y mi magia, la batalla se iba intensificando cada vez mas, los golpes rompían el viento, y la magia causaba grandes hoyos en la tierra, pude tomar ventaja en la pelea para así estampar tres veces a Satán en el suelo.

-¡Suficiente Samael esto acaba aquí y ahora!- Grite mientras me acercaba a el.

-Tienes razón pero no seré yo quien muera ¿verdad... Alaric?- Dijo mientras reía.

Antes de siquiera reaccionar sentí un dolor agonizante en mi pecho solo para notar la punta de una espada sobre saliendo de este, cada vez descubriendo mas la afilada hoja, el dolor fue agonizante e inmediatamente caí de rodillas, a mi lado pasaba Alaric con una sonrisa psicótica antes de agacharse frente a mí solo para reír.

-Deberías elegir mejor tus amistades amigo mío- Decía mientras meneaba la punta de la hoja arriba y abajo generando más dolor en mi.

- A-Alaric... p-por qué?- Logre decir en medio de mi agonía.

-Diversión... además mi señor me prometió ser poderoso como un demonio- Contesto engreído mientras se paraba para ubicarse a lado de Belial quien ya se había incorporado.

-Que ironía, no crees anciano?, Tu amigo de toda la vida y quien te ayudo en esta guerra es un bastardo traidor que es cegado por el poder- Se burlaba Lucifer mientras colocaba una mano en el hombro de Alaric.

Me sentía ligero apenas podía respirar, ya no sentía dolor lo cual significaba que estaba apunto, debía concentrarme los mas posible para hacer algo con mi magia esto no podía quedarse así.

-!Oye Jr. vine por si acaso necesitabas refuer...- Apenas pude distinguir la voz de Miguel.

No paso mucho hasta que Miguel se diera cuenta de lo sucedido, y viniera directo para arremeter contra el diablo y mi ex amigo.

-¡Ups, atrapado!- dijo Luzbel para rápidamente colocar su mano en la nuca de Alaric y enrollarla rompiéndole el cuello con facilidad.



Miguel ya había empezado a pelear con su hermano mientras que para mi todo se volvía oscuro.





Era como si flotara, no sabía donde estaba, era negro y cálido, silencioso tanto que inquietaba y a la vez te traía calma, estaba confundido hasta que sentí algo en mi, mi magia... la sentía mas que nunca como si un simple chasquido fuera capaz de destruir medio mundo, fue entonces que lo supe, debía aprovechar este poder lo mas antes posible, no sabía por que pero tenía poco tiempo, me concentre y me deje llevar deje salir de mi todo lo que tenía, sentí que vibraba mi cuerpo entero, entonces llegaron memorias de mi vida a mi cabeza, me vi de joven y como conocí a mi Anthea, cuando nació Ethel, los momentos con mi madre y mi reconciliación con mi padre, pero no solo eso, vi una vida futura y ahí lo supe, esto está lejos de terminar, pero aún podía hacer algo para dar serenidad al mundo, hasta que las nuevas generaciones se preparen para terminar por fin con todo esto; mi cuerpo ardía y la adrenalina era tanta que podría explotar, entonces me sentí cansado casi débil, use lo que me quedaba de magia para advertirle a mi hijo de lo que viene, luego lo vi, entonces entendí que esté no es el fin de mi viaje, cuando vuelva ustedes ya no estarán pero quiero que sepan que incluso en el mas allá los seguiré amando, adiós mi amada y adiós mi hijo, luego ya no sentía nada, pero sabía que... el viento aun susurraba.

Luceros de un purpura intenso (BETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora