Capítulo II

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Era la tarde del lunes, el joven salió de la academia en dirección al paradero, allí estaba ella, esperándolo como de costumbre. Él y Ángela caminaron al bar de Robert, ya lo tenían acordado, se sentaron y pidieron dos cervezas, las más baratas de la despensa. Conversaron cómodamente sobre diversos temas (como era habitual en su relación). Al terminar la primera cerveza, mientras utilizaba sagazmente sus dientes para abrir la segunda, el joven, observó pasar por la puerta del bar a su amigo Palabra; era lógico, ya que él vivía por ahí, en el Centro de Lima. "Palabras, Palabras" gritó al verlo. Ángela se quedó estupefacta al darse cuenta que había invitado a alguien más a ser parte de esa comunión hermética y exclusiva de ambos, sus ojos se llenaron de rabia y su rostro se exacerbóde profunda ira, (todo ello pasó inadvertido por él, ¡fue segundos!). El joven solo pensaba en saludar a su amigo y presentarle a su amada (a la que no solo quería con todo su ser, sino que además sentía un aire de orgullo al saberla suya).

 Palabras se dio cuenta que su mejor amigo, camarada, hermano y confidente estaba en el bar; tenía ya un par de semanas sin verlo, aunque estaba al tanto de todo por sus interminables comunicaciones vía telefónica. Al ver a su amigo sentado en el bar que alguna vez fue el refugio de"El Destacamento", se quedó inmóvil por un corto lapso y luego, temerario, decidió entrar. Mientras el joven se levantaba sonriente para abrazar a Palabras, Ángela le gritó, se paró y repitió varias veces que era un idiota, que ella había sido clara en no querer conocer a nadie (el radicalismo de ella lo estremeció). Ángela, de súbito, cogió su mochila y salió del bar sollozando. Palabras, al ver lo sucedido, no atinó a nada más que quedarse parado mirando como su amigo salía inexplicablementevertiginoso del bar. Al pasar por su lado, lo sujeto familiarmente del hombre y le dijo: "Espérame un momento, ya vuelvo, disculpa, la voy a traer".

El joven corrió detrás de Ángela, que camina de prisa en dirección sin rumbo definitivo. Logró alcanzarla, la tomó del brazo y le reclamó su actitud. Ella no quería escucharlo, se sentía ofuscada e iracunda; él nunca la había visto así, con su mirada furibunda y a la vez desolada. Ángela, guardaba más secretos de los que él se podía imaginar, solamente había conocido la superficie de sus demonios que ahora parecían haberlos poseído a él también.

 Luego de una breve (pero bestial) discusión en plena calle, llamando al morbo de los peatones y transeúntes, ella le hizo entender que no quería verlo en ese instante y que necesitaba estar sola. Él insistió hasta donde pudo, ella; se atrinchero en su determinación. A pesar de su dolor, preocupacióny nerviosismo, el joven le hizo caso, sabía que sus palabras eran inquebrantables; él, se quedó parado en medio de la calle viendo como su amor, su musa, su razón de existir, su Ángela, se alejaba fugazmente hasta perderse entre calles, avenidas, autopistas, vehículos y muchedumbre.

De regreso al bar, encontró a Palabras sentado en el sitio de ella. Este último lo saludo afectuosamente, algo turbado y consternado por lo que había presenciado. El joven se sentó con él y se percató que había un par de cervezas más encima de la mesa. "Palabras, discúlpame por este mal rato, no pensé que se iba a poner así, ella es la chica de la que te comenté hace dos semanas, ya estoy con ella, no sé lo que le pasa. Me dijo que no le gustaba la gente y que no quería que nadie se enterara. Pero, putamare, no pensé que fuera tan intensa y cerrada." le confesó a su amigo mientras se servía un vaso de cerveza; así prosiguió con sus lamentos varios minutos más. No dejaba de hablar del tema, sus ojos crecían y brillaban al mencionarla, incluso brotaron algunas lágrimas de manera natural sin que se dé cuenta. Palabras solo decidió escucharlo atentamente, tal psicoanalista a su paciente, sin quitarle la mirada inquisidora y serena de encima.

 Palabras entendía "quién" era su amigo, probablemente más que ninguna otra persona, él lo había visto en el peor estado mental y físico. Palabras estuvo con él cuando su padre murió, cuándo él comenzó con las alucinaciones, cuando rompía cosas y salía de su casa directo al parque del barrio de madrugada (muchas veces con su ropa de dormir). Palabras supo que lo internaron por todos los problemas que causaba en su hogar, en la escuela, y principalmente por la dureza y sadismo contra él mismo. Él lo estimaba mucho; era el hermano que nunca tuvo; por tal motivo escuchó, sin interrumpir y por consideración, su catarsis.

Amores InsanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora